Zoraida, la reina cristiana de la Alhambra
Zoraida, la reina cristiana de la Alhambra

Mujeres Andaluzas que hacen la Revolución

14 mayo 2024

Zoraida, Soraya o Isabel de Solís. Una mujer con tres nombres, con dos religiones y con muchos tesoros. Una mujer con la que aún perdurarían los recuerdos de los reinos de Granada, de los suspiros y los romances por los muros de la Alhambra.

Zoraida, Soraya o Isabel de Solís, tres nombres con los que podemos identificar a una sola mujer. Nació bajo el nombre de Isabel, en la cuidad cristiana de Martos. Su padre era Sancho Jiménez de Solís, alcalde de Bedmar y de la Higuera, así como comendador de Martos, un señor poderoso, dirigente de una de las fronteras más caldeadas del momento. Nada de eso evitó que su hija fuera secuestrada por unos granaínos, en una de las incursiones a territorio cristiano, no se sabe bien si cerca de su ciudad natal o en Aguilar de la Frontera.

Con su secuestro, Isabel fue conducida a la Alhambra. Se dice que poseía gran belleza y elegancia, aunque solo fuese una joven por aquel entonces. Fue hecha esclava y entre los muros del palacio Nazarí, se topó con el rey Muley Hacen, el cual comenzó a suspirar por la joven cristiana. Quizá igual que en las Mil y Una Noches, Isabel se fue haciendo un hueco entre las alcobas del poderoso rey. Se dice que no solo él cayó locamente enamorado, sino que también ella parecía beber los vientos por el rey.

Los amantes de Granada, como se les fue conociendo, pusieron el broche final en 1474, cuando Isabel se convirtió a la fe islámica y se casó con el poderoso rey, como si de una leyenda se tratara. Y se olvidó de su nombre, pues tras esto, pasaría a ser conocida como Zoraida o Soraya, la más bella esposa de Muley Hacen. Fue colmada de tierras y propiedades, se engalanó con los mejores trajes y las más antiguas joyas. El Reino entero fue puesto a sus pies.

Lo que podría haber sido el punto final para su vida, convirtiéndola en una poderosa reina con lujos y privilegios, fue el desencadenante de toda una lucha por la supervivencia. Las cosas nunca suceden como en los cuentos. Y es que, antes de que ella llegara, había otras mujeres que, ocupando su lugar, como la gran Aixa de Granada, la esposa principal de Muley Hacen, de la familia de los Abencerrajes.

Aixa no podía ver con buenos ojos la llegada de la nueva intrusa, que le iba poco a poco arrebatando su posición dentro de la corte granadina. Hasta en los actos públicos, Muley Hacen empezó a presentar a Zoraida como su reina y esposa amada, sin hacen mención de la gran Aixa, lo cual supuso a una enorme humillación para la reina madre. Y no solo eso, la desconfianza y temor de Aixa iban más allá de los simples celos románticos. Si Zoraida pasaba a ser la esposa principal, ¿Dónde dejaba eso a sus hijos, Yusuf y Boabdil? ¿Qué podría pasar con su sucesión? ¿Podría Muley Hacen arrebatarle sus derechos al trono, a favor de los hijos que Zoraida tuviese?

El poder de Aixa podía ser tal, que Zoraida tuvo que ser escondida en las torres de la Alhambra, donde aún se recuerdan sus días de cautiverio, en la Torre de la Cautiva. Pero las cosas no mejoraban. Aixa, viéndose cada día más relegada, y siendo también encerrada por miedo a su poder para la venganza, huyó de la Alhambra hacia el territorio de los Abencerrajes cuando Boabdil fue apresado en Lucena. Y así se desató la tormenta, pues la guerra civil era inminente. Un conflicto que ahondaría aún más en las debilidades del Reino Nazarí.

Muerte de Muley Hacen y reino desestructurado

Con el devenir de los acontecimientos, Muley Hacen fallece en 1485, dejando el reino desestructurado, entre diferentes batallas tanto internas como externas. Dentro de la Alhambra, el trono fue disputado entre Boabdil, hijo de Muley Hacen, y el Zagal, hermano del difunto rey. Zoraida, que había tenido dos hijos, se mantiene de parte de su cuñado, el cual llega a pedirle matrimonio, siendo rechazado. El trono de Granada va pasando de unas manos a otras, en un conflicto que parece no tener fin. Mientras, la frontera está cada vez más cerca de las puertas de la Alhambra, con el avance, casi sin resistencia, de los reyes castellanos.

Y, mientras todo esto ocurre, Zoraida deambula por la Alhambra, sin saber cuál será su porvenir, pero sin abandonar la ciudad palatina hasta el final. Los Reyes Católicos se instalan en Santa Fe. Las capitulaciones están cerca, y su poder de decisión menguó demasiado con el fallecimiento de Muley Hacen ¿Es solo una víctima del devenir del Reino nazarí? En mitad de las intrigas palaciegas, el Zagal huye al otro lado del mar. Zoraida sigue en Granada, cada vez con menos apoyo y más sola, sobreviviendo a costa de mantener con vida a sus hijos, Sair y Nair.

Hasta que se produce el inminente final. Con la caída de Boabdil y de Granada, en 1492, Zoraida regresa a territorio cristiano. Los Reyes Católicos son indulgentes con ella. La reina Isabel la acoge en su corte y le concede 150.000 maravedíes anuales de por vida. Fernando el Católico pasa a ser el padrino de sus hijos tras su conversión al cristianismo. Nair y Sair serán conocidos como Fernando y Juan de Granada, los últimos descendientes de la dinastía Nazarí. Ambos son bien casados, con hijas de grandes señoríos, perdiendo así un linaje, no sólo por la guerra, sino por la desaparición de cualquier referencia a los antiguos moradores.

Y Zoraida vuelve a ser Isabel. Una mujer con tres nombres, con dos religiones y con muchos tesoros. Una mujer con la que aún perdurarían los recuerdos de los reinos de Granada, de los suspiros y los romances por los muros de la Alhambra. Pero que nunca podremos comprender, pues aún nos quedará la duda de un personaje que fue imprescindible para el devenir del reino, sin saber jamás hasta qué punto fue reina de Granada o una cristiana sobreviviendo en tierras hostiles.

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Mujeres Andaluzas que hacen la Revolución es un proyecto online que busca situar las experiencias y los saberes de las mujeres andaluzas. Además de mujeres, somos andaluzas, lo cual significa que nuestro papel en la historia no solo ha sido ignorado, sino también manipulado a base de discursos andaluzofóbicos. Necesitamos crear genealogías y referentes que nos hablen de las manos que han construido nuestra tierra. Soy Virginia Piña y estoy aquí para hablar de historia, feminismo y Andalucía.

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