Josefa Zapata y Margarita Pérez de Celis: Las Utópicas de Cádiz
Josefa Zapata y Margarita Pérez de Celis: Las Utópicas de Cádiz

Mujeres Andaluzas que hacen la Revolución

12 febrero 2024

El puerto de Cádiz, esa bahía donde ahora atracan grandes cruceros de turistas, hace no mucho tiempo fue un importante punto de relaciones comerciales a escala mundial. Eso permitió a la ciudad la instauración de grandes fortunas, tanto de nuestra península (los norteños aquí se hicieron de oro), como del resto de Europa, además de la creación de una buena cantidad de burguesía y enriquecimiento de la nobleza local. 

En esa mina de oro, nacieron mujeres como Francisca Larrea y Margarita López de Morla, dos de las muchas hijas de familias pudientes que pudieron observar con sus propios ojos los cambios sociales que se estaban produciendo en países europeos como Francia, Alemania o Gran Bretaña: La primera ola del feminismo, con Mary Wollstonecraft o Flora Tristan, o el comienzo de un socialismo premarxista, con Cahrles Fourier o Robert Owen. Y mientras Francisca traducía algún texto de la Wollstonecraft, Margarita hacía lo mismo con el porvenir de las mujeres de Czinski, añadiendo un texto donde ella misma escribía para la emancipación de las mujeres y la igualdad de estas frente a los hombres. 

En este contexto, de idas y venidas de libros, manifiestos y panfletos que hablaban sobre los derechos del proletariado o la emancipación de las mujeres, nacieron Josefa Zapata y Margarita Pérez, entre 1820 y 1840. No sabemos fechas exactas, por eso de que son mujeres, pero sí que ambas venían de aquellas familias adineradas, pero ya venidas a menos. Aún así, su clase social les permitió el acceso a la educación, que rara vez obtenían las mujeres de clase trabajadora. De hecho, Josefa escribió varios poemarios durante su juventud, mientras trabajaba como costurera o cuidaba de su familia.

Es a mediados del siglo XIX, cuando Josefa y Margarita se conocieron entre los círculos del socialismo utópico gaditano. Y ocurrió algo mágico, de esos hechos que solo pueden ocurrir cuando dos mujeres se reúnen: Se pusieron a crear, a debatir, a hablar. Vieron injusticias aquí y allí, y juntas se comprometieron a aportar ese grano de arena en la Historia, que a la larga se convierte en montaña. 

En 1856 inician una serie de periódicos, los Penciles, que sufrieron el hostigamiento del poder, abriendo y cerrando ediciones hasta 1866. La andadura la inició el Pensil Gaditano, un periódico de tirada quincenal, donde ambas mujeres debatían sobre la emancipación femenina y la situación social de la clase trabajadora. No duró mucho abierto, pues la censura no se apiadó de ellas. Tras eso, decidieron continuar con la tirada, cambiando el nombre del periódico por el Pensil de Iberia, que tampoco duró mucho abierto. En octubre de 1857 reaparecen con el Nuevo Pensil de Iberia, un periódico que estaría operativo hasta diciembre de 1858, con 44 tiradas mensuales. 

Tras estos tres fiascos, Josefa y Margarita vuelven a la carga tres meses después, y publican de nuevo el Pensil de Iberia, último periódico de la serie de los Penciles, y que sería perseguido, cerrado y prohibido por atacar a la fé cristiana y a la moral católica. Y es que, de la mano de nuestra querida Margarita, y bajo el pseudónimo de Rosa Marina, en sus números, el Mesías Jesús reaparece como profeta de los desvalidos y desheredados, líder de la masa proletaria que amenaza a los poderosos con la justicia terrenal. El texto, que representa toda una llamada al levantamiento popular de la mano de la imagen más sagrada del cristianismo, horroriza al obispado de Cádiz, que no duda en denunciarlo ante el Gobierno Civil.

Josefa y Margarita, asoladas por las deudas y las censuras, sufriendo una vida de pobreza y trabajo duro, se ven en la obligación de “dedicarse a sus labores” para cubrir gastos y mantener la vida. Sus labores eran salir adelante luchando contra una pobreza enquistada, sobre todo en mujeres de clase trabajadora, solteras y empobrecidas. Ninguna de las dos se casó, y vivieron juntas siempre, compartiendo no solo relatos literarios y debates políticos, sino la vida más cruenta de las calles de Cádiz. 

En 1863 Josefa empieza a perder la vista. Ella, que se dedica a la costura y que escribe artículos, ve como su principal recurso para ganarse la vida comienza a desvanecerse  ¿Cómo sobreviviría una mujer en el Cádiz obrero del siglo XIX sin visión? Pero la gente del barrio, personas humildes que también cantaban sus dolores por las calles, no lo permitieron, pues gracias a la solidaridad de las vecinas y vecinos, que realizaron una colecta, Josefa consiguió el dinero necesario para operarse las cataratas, y no perder así su herramienta principal para poder tener un plato de comida.

Y ya recuperada la visión, Josefa Zapata y Margarita Pérez vuelven a la carga, editando a finales de 1865 La buena nueva, un periódico que tuvo diez números, hasta abril de 1866, y que sufrió muchos contratiempos debido a problemas económicos y especialmente, de censura. Asoladas por las deudas y la persecución política, ambas mujeres dejarán de editar periódicos, aunque no cesarán en sus ideales. 

Sus periódicos quedarán para siempre entre nuestros archivos, donde no solo escribían ellas, sino donde también cedían espacio a otras mujeres y pensadoras, como Rosa Butler, Francisca González Ruiz, Adela de la Peña, Ana María Franco, y también hombres como Fernando Garrido, Pi y Margall o Sixto Cámara. Sin olvidar otras publicaciones en las que ambas participaron, como el texto de Rosa Marina (un pseudónimo tras el cual se sospecha que se esconde Margarita), la Mujer y la Sociedad, donde se incluía un prólogo de Margarita. 

La historia nos cuenta poco sobre ellas tras el cierre de la Buena nueva. El rastro de Josefa se pierde pronto, aunque en 1878 reaparece alguna información sobre el paradero de Margarita, que continúa trabajando como cordonera y después como cigarrera en un barrio muy popular de Cádiz, y que fallecería de una congestión cerebral el 30 de noviembre de 1880. 

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Mujeres Andaluzas que hacen la Revolución es un proyecto online que busca situar las experiencias y los saberes de las mujeres andaluzas. Además de mujeres, somos andaluzas, lo cual significa que nuestro papel en la historia no solo ha sido ignorado, sino también manipulado a base de discursos andaluzofóbicos. Necesitamos crear genealogías y referentes que nos hablen de las manos que han construido nuestra tierra. Soy Virginia Piña y estoy aquí para hablar de historia, feminismo y Andalucía.

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