Entrevista a Queralt Lahoz, la cantante con orgullo de clase y Graná siempre en la boca frente a la generación Coca Cola.
Amante de roscos al vino y las torrijas que hacía su abuela accitana en Semana Santa, Queralt Lahoz (Santa Coloma de Gramenet, 1991) recuerda que ya cantaba a Carlos Cano o a la Niña de los Peines cuando era pequeña gracias a Ràdio TeleTaxi, la más escuchada de su barrio. Una emisora creada por un andaluz que no encontraba en el dial la música que le amenizase la jornada barcelonesa.
Orgullosamente defensora de la clase obrera, esta cantante “con Graná siempre en la boca”, como el resto de su familia, ya tiene confirmadas fechas de conciertos hasta final de año. Sobre el escenario, lo mismo se arranca por un tanguillo que por una guajira o ritmos más urbanos, sin perder de vista la denuncia social a través del arte en todas sus expresiones, incluido el videoálbum Alto Cielo disponible en Filmin. En su último concierto en Alhaurín de la Torre (Málaga), vistió un traje confeccionado por Alineo Studio, una diseñadora trans, a la que, al igual que al resto de trabajadoras que hacían posible esa actuación, agradeció su labor y, aprovechando la ocasión, reivindicó la igualdad de derechos para las personas trans.
Vendavales es un ejemplo de cómo tu música trasciende las fronteras y es puro mestizaje. Salsa, reguetón, tanguillos, música electrónica, guajira, rap… pero siempre con letras ancladas en la denuncia social, la defensa de la clase obrera y la realidad de las mujeres, ¿sientes que la respuesta del público ha cambiado en los últimos años, estando más sensibilizado con ciertos temas?
Yo creo que no. Siempre ha sido un poco igual. Cada uno, según la música que hace, arrastra a un tipo de público. Y mi público siempre ha estado muy sensibilizado. Quien ha venido a verme ha sido porque le ha interesado el mensaje y ha conectado.
Al mismo tiempo, yo podría tener mucho más poder de convocatoria o tener mucho más poder de reunión o de escucha, si mi mensaje fuese más banal o hablase de cosas más sencillas… No todo el mundo quiere escuchar cosas que le revuelvan, la gente también quiere escuchar cosas para festejar y olvidarse de sus problemas. Y yo lo entiendo, pero es verdad que a mí me gusta, en este momento, hacer ambas y sentir que puedo hacer que cambien algunas conciencias o que puedo remover cosas. A mí me gusta provocar, es que soy así.
Tras las elecciones municipales del 28 de mayo y generales del 23 de julio, tu verso “no dudamos de los resultados electorales, pero sí de los asesinatos machistas” no puede estar más de actualidad.
Sí, la verdad que sí. Lo que pasa es que a la gente le interesa mucho más mirar para otro lado y decir: “bueno, es que no podemos estar siempre pensando en lo mismo”. Eso es una frase que me molesta muchísimo porque llevo escuchando eso desde el inicio de la existencia. Al final, si miramos todos para otro lado, pues nada, que sigan matando, sigamos viviendo bajo el yugo del machismo y del patriarcado.
Es algo que individualmente no vamos a cambiar, pero colectivamente podemos conseguir cosas. Son nuestros derechos y nuestras libertades, nuestros cuerpos, nuestras verdades, nuestras palabras. Es también el miedo con el que juegan. Y es una realidad.Mientras que yo siga sintiéndome con una diferencia abismal de derechos o libertades ante otras personas, o ante los hombres directamente, seguiré diciendo este tipo de verdades porque me están tocando a mí y al resto de mujeres. No les matan a ellos. Al final a quien nos toca es a nosotras. Es una realidad. Una verdad como un castillo. A final de año no se cuenta cuántos hombres han sido asesinados por sus mujeres. No. Se dice cuántas mujeres han sido asesinadas por sus parejas, exparejas, hombres ajenos.
Al contrario que el poema de Benedetti al que respondes en No me salves, proclamas la importancia de vivir el duelo amoroso de una forma poco evidenciada en las canciones: a través del disfrute con amigas, la libertad de la noche y la importancia de ser una misma. ¿Sientes que, cada vez más, las mujeres estamos abandonando ese imaginario del amor romántico?
Sí, totalmente. Siento que estamos saliendo muchísimo porque es algo que hemos visto en nuestras propias casas, en nuestros propios padres. Al final, desde los hijos de padres divorciados, como es mi caso, hasta hijos que siguen sus padres juntos y dicen “por qué no se habrán divorciado de una vez” o los que dicen “claro, claro, mis padres, guay”, pero son un caso extraño.
Porque no nos han enseñado a amar bonito y amar con libertades y pensar que la persona que tienes al lado puede ser imprescindible, sin necesidad de que tengamos que hacer todo juntos o que tengamos que estar en paz con todo. Somos seres independientes que nos hemos unido por amor y ya está.
Una casa donde se habla de libertad
Tu familia tuvo que migrar de Guadix (Granada) a Santa Coloma de Gramanet, pero tú música nunca se ha ido de esa Andalucía de tangos, jarana y reivindicación. Cantas para la gente que migra, pero también para la gente que resiste en sus territorios.
¿Por qué está presente, dices, todo esto? Yo realmente es que me he criado con eso y para mí es lo normal. Piensa que como Santa Coloma era un barrio de tanta migración, hasta la radio era de migrantes. La radio más escuchada de los noventa fue Ràdio TeleTaxi, que era una radio creada por un taxista andaluz que migró también a Barcelona y, claro, quería escuchar canciones de su tierra. Se dio cuenta que no la había y dijo, “coño, voy a crear una radio para todos mis compadres y comadres del barrio que también puedan escuchar la canción de su tierra”.
Y así nació y le dio una vida a migrantes andaluces, extremeños y de toda la península. Fue empezar a crear radios que, como no llegaba la señal, las creaban desde allí para la gente de allí. Yo me he criado escuchando eso. Escuchando copla con mensajes. El Emigrante, canciones que todo andaluz quiere tener… O Carlos Cano, que ha sido un referente en casa siempre.
Denuncias abiertamente que tu abuela no pudo llorar el cuerpo de su hermano, que los caciques del pueblo arrebataron todo a tu familia y cantas “quiero vivir en Graná”. ¿María la molinerasurgió como un homenaje a tu abuela o como una respuesta a la impunidad frente a los crímenes sucedidos en esta tierra durante la Guerra Civil y el Franquismo?
Yo realmente quería cantarle a ella. Básicamente hacerle una canción y, a partir de ahí, poder empezar. Me fui liando yo sola pensando: voy a profundizar algo más y hablar de un hecho histórico. Al final todas esas mujeres que han crecido así, que han vivido así, que han tenido que migrar así son parte de ese contexto histórico de nuestro país.
Surge de la necesidad de rendir un homenaje a mi abuela y, al final, a todas las abuelas. Cualquier mujer de aquella época pudo ser María la Molinera. Son mujeres migrantes que se van con sus hijos de la mano porque los hombres tenían que trabajar y, al final, las mujeres seguían con la lucha y con la casa a cuestas.
Recitar Anda jaleo recordando a Federico García Lorca y teniendo una abuela granadina debe ser muy especial…
Sí, la verdad que sí. Siempre lo digo: Tengo la maravillosa suerte de que mi familia haya nacido en Graná y de que estén tan orgullosos de Graná. Mi abuela, yo lo tengo grabao. Del rollo: “Yo soy granaína y moriré siendo granaína. Y Graná es lo más bonito del mundo. Y Graná y Graná”. Siempre tenía Graná en la boca. Es como el pan. Siempre lo tenía tan presente que hasta yo sentía que era granaína. “Somos de Graná, somos de Graná”. Te lo graban a hierro.
Así que yo, ok, pues pertenecemos a esa tierra. Ese es nuestro origen. De ahí venimos y al final intentas investigar qué es Graná, el contexto histórico, su música y darte cuenta que Graná es mora y nosotros por consecuencia también lo somos. Es precioso. Yo me siento muy orgullosa de que mi familia haya nacido en una de las tierras más bonitas que existen en el mundo entero (risas).
Alto cielo
La importancia de la familia y el amor no solo permea tus letras, sino también otros proyectos artísticos. En el videoálbum de 15 minutos del EP Alto cielo en Filmin, dirigido por Adrián Martos y protagonizado por Alua Tega y Salim Daprince, apuestas por la Cultura en mayúsculas, mezclando cine y música. ¿Cómo ha evolucionado tu idea del proyecto después de brindárselo a la gente?
Siento que todo el mundo lo ha hecho un poco suyo y eso está guay. Al final siento que todo el mundo se siente identificado. Mucha gente ha vivido algo muy parecido que es la valentía de atreverse a amar a lo loco y saber que pueda o no funcionar queda ahí. Es algo muy bonito recibir un montón de mensajes preciosos, de gente que se siente muy identificada y también de gente que ha superado rupturas dolorosas.
No para de llegar gente a los conciertos que dice: “estoy en fase Aurora, o estoy en no sé dónde” y eso me encanta, me flipa. Al final el amor nos va a pasar, es para toda la vida.
Para llevar a cabo el videoálbum “apostaste todos los ahorros para quedarnos en la ruina una vez más”, según explicaste en uno de tus conciertos este verano. ¿Cuáles son las claves para compaginar la libertad musical y la autogestión en un mundo tan capitalista como el de la industria musical?
Es que mira… ¿sabes qué pasa? Que como yo siempre he sido pobre… (risas) No me importa. Es la verdad. Yo es que vengo de empezar este proyecto con mis propios ahorros, con los ahorros de toda una vida, sabiendo que podía pasar algo, y así pasó. Llegó la pandemia y me quedé con una mano delante y otra detrás. Así que flipé y me quedé sin nada. Sin saber a dónde íbamos a ir y todo súper incierto.
Ahora, al final pienso. ¿Qué he hecho? Apostar por la cultura. Y es verdad, por mucho que ahora vengan otras personas y digan: “Voy a hacer un videoálbum”. Y digan: “A no, es mentira, nunca hemos visto a Queralt Lahoz”. No, mira, no mientas. Yo estaba antes (risas). Claro, eso pasa. Me jode mucho cuando la gente no pone sus referencias y no dice: “Hostias, yo lo he visto de aquí, o esto me inspiró o yo lo ví en Queralt y no pasa nada”. No pasa nada porque digamos: “he visto esto, me he inspirado” Y al final es hermoso que nos inspiremos y o incluso que nos copiemos.
Pero es cierto que yo quería cosas que fuesen Cultura en mayúsculas y lo he hecho y no me importa si he vuelto a empezar. ¿He vuelto a empezar? Pues he vuelto a empezar de cero y con lo que gane pues me haré el nuevo disco y así será.
Fue muy emotivo escucharte agradecer a las familias que habían llevado a las más pequeñas a verte en Alhaurín de la Torre (Málaga), donde había varias criaturas cantando en primera fila, ¿cómo se puede apoyar a la cultura en pueblos y ciudades?
Ellos ya lo hacen. El otro día lo vimos en Alhaurín. Son ellos quien tienen que hacerlo y poner las ganas. Al final es la actitud de la gente y de tus padres que hacemos que siga existiendo. Yo creo que en los pueblos pasa incluso más que las ciudades. Voy a poner un ejemplo que es maravilloso. Yo veo a un niño de Jerez escuchando al Torta, que es que es pa’ morirse y claro, al final, eso son los padres. Podrían escuchar a Bad Bunny pero a quien escuchan al final es Al Torta ¿sabes?.
Eso es precioso, al final es como yo he crecido. Yo escuchaba a las Spice Girls y a la Paussini pero en mi casa también escuchaba a Carlos Cano y a Valderrama y a La niña de los Peines, porque al final son tu raíz. Es tu origen cultural. Como decía Lola Flores, “¿qué pasa, que lo de dentro es peor que lo de fuera?” Hay que tener ese equilibro, es muy importante porque si no los niños pierden el origen de su tierra, de su cultura. Nos tenemos ni puta idea de cuál es nuestra cultura. Nos hemos vuelto tan niños Coca cola, que nos hemos olvidao’ también de lo nuestro y creo que está guay que rememoremos.
Hablar en andaluz, comer en andaluz
En uno de tus conciertos argumentaste que, “más allá de lo que decimos, que estemos aquí ya es un mensaje”. ¿Crees que hay una apuesta real por carteles liderados y/o compuestos mayoritariamente por mujeres o que responde a una demanda de las asistentes, que estamos hartas de carteles diseñados por y para hombres?
Yo creo que hay ambas cosas. Creo que hay una parte que es del rollo de “vamos a demostrar que integramos mogollón a las mujeres”, que eso pasa. Y hay una parte de gente que se interesa de verdad. Están las varias. Desde el festival que realmente sí que le interesa y dice “jolín, estas chicas, míralas” y otros que dicen “vamos a poner a mujeres que si no nos echan bronca”. O el reclamo. Al final muchos festivales han contratado a grupos de chicas solo para hacerse el lavado de cara… “mira cómo integramos, ¿no?”, pero a lo mejor no has escuchado todavía nada de esa gente. Hay un poco de todo.
En el Alhautor compartiste cartel con la gran Carmen Xía y con J.o.h.a. ¿Qué otras artistas recomendarías a las lectoras de La Poderío?
Mmm… A mí me gusta mucho Ángeles Toledano, somos colegas y a mí me parece maravillosa la Ángeles. Es una cantaora maravillosa que tiene un futuro prometedor. Es de Jaén, que para mí eso es interesante. Que me gusten guay, sin ser andaluza, la Lía Kali hace cosas preciosas. Es una chica de Barcelona que tiene una voz muy potente y tiene mucho power.
Para terminar y chuparnos los dedos, vienes de una casa donde se hablaba de libertad con acento andaluz y también se comía bien rico. ¿Qué recetas recuerdas de tu infancia?
A mí me encantaban los postres. Los roscos que hacía mi abuela de vino. Esas torrijas maravillosas. Los pucheros magníficos de mi abuela que no los hará nadie como ella. Es que claro, imagínate, cuando llegaba Semana Santa. Estofao’ de bacao maravilloso. Yo soy carne de puchero ¿sabes? A mí me encanta los platos de cuchara, la cosa antigua. A mí eso me flipa.
Queralt Lahoz es arte en estado puro. Cercana y talentosa, esta amante de “la cosa antigua” no olvida ni sus orígenes, ni agradecer hasta a la última persona que trabaja en sus conciertos la labor para que los focos la iluminen mientras canta en Nueva York, o Bucarest en Alhaurín de la Torre sin perder de vista sus raíces y la importancia de la memoria.
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