En 1898 nacía Anita Carrillo en Cortes de la Frontera, un pequeño pueblo malagueño del interior de la provincia.
Pocos datos se tienen sobre su infancia, solo que debido a la pobreza del momento entre las clases populares, desde muy joven conoció lo que era la dura faena en el campo. Poco después, toda la familia se trasladó a la capital para intentar sobrevivir con otros trabajos menos duros que la faena jornalera.
Educada para ser una mujer hogareña, dedicada al cuidado de su familia, desde joven se decantó por otro camino. Poco a poco, fue acercándose a las corrientes izquierdistas del momento y empezando a militar en el Partido Socialista.
Puede que fuese allí donde conociese a su marido, José Torrealba. Juntos, se trasladaron a vivir a la Línea de la Concepción y fue en este pueblo donde Ana realizó una labor exhaustiva por la victoria del Frente Popular, mediante discursos en la radio o mítines políticos en los pueblos cercanos, destacando por su perseverancia y siempre disposición.
Abandonó el PSOE debido a ciertas posturas frente a los conflictos sociales, y se afilió al PCE. Tras el triunfo del Frente, la actividad política de Ana se intensificó y el 17 de mayo presentó la creación del núcleo del PCE de La Línea de la Concepción. Ya dentro del órgano del Partido Comunista, Ana se hizo una constante en la provincia acudiendo a las asambleas, actos o conferencias.
La huída de Ana
Así, cuando el 18 de Julio se produce el golpe de Estado y la sublevación del ejército comandado por Franco, Ana y su esposo, José, queman inmediatamente todos los archivos que tienen en su casa. Al día siguiente, Ana huye hacia Gibraltar. Su militancia en el PCE la señalan como un objetivo directo de la violencia fascista.
Ya escondida y a salvo en la colonia británica, la conciencia y los continuos pesares de haber abandonado todo al derrumbe y al dolor, además de haber dejado a su esposo a su suerte, la hacen regresar a la La Línea a los pocos días. Le llegan, además, ciertos rumores sobre un posible encarcelamiento de José. La sola idea de que pudieran ejecutarlo terminan por hacerla volver.
Por suerte, José y varios camaradas más se encuentran escondidos en unas huertas próximas a La Línea. Allí permanecieron durante días. Ana se une a ellos, y durante dos semanas pasan inadvertidos en la zona. Finalmente son delatados, teniendo que huir en cuestión de minutos hacia Gibraltar de nuevo.
Desde allí, deciden de nuevo regresar a territorio andaluz. Llegan hasta la zona malagueña aún en manos republicanas, uniéndose a las 15ª Compañía de Milicias Antifascista, donde José pasa a ser teniente. En octubre, la Compañía se integra en el Batallón México, y Ana pasa a ser delegada política realizando actividades de propaganda y mítines para alentar a la población malagueña.
Anita La Capitana y la desbandá
Tras las ofensivas franquistas contra la ciudad de Málaga, mucha población civil decidió huir hacia Almería ante el miedo de la llegada y el horror fascista. El 8 de febrero del 37, uno de los días más negros de la historia reciente de Andalucía y de todo el Estado, muchísimos malagueños y malagueñas recorrían la carretera que los conducía hacia el exilio. Sin avisar ni dar tiempo a refugiarse, la aviación desde el cielo y la flota franquista desde las aguas del Mediterráneo, comenzaron a descargar su artillería contra todas esas gentes que huían. Las malas condiciones de la carretera imposibilitó que mucha gente pudiese huir del bombardeo o solo refugiarse. Poco importó que fuesen bebés, niñas o ancianas, el ataque dejó entre 4.500 y 6.500 muertos, todos ellos civiles, dejando un reguero de sangre a ambos lados de la calzada.
Con aquellos civiles, siempre solía ir una milicia republicana que los protegía de los ataques. En aquella ocasión era Ana quien iba acompañándolos hasta Almería cuando el bombardeo los sorprendió. Ella, a diferencia de los miles de muertos, pudo sobrevivir y ser atendida en un hospital de Almería, pues tampoco los vecinos de los pueblos cercanos quisieron atender a las víctimas por miedo a las represalias.
En junio del 37, Ana abandonó el ejército, y hasta el 1947 anduvo por España, seguramente esperando a que su marido José saliera de prisión. Cuando por fin lo hizo, huyeron a Tánger, desde donde fue deportada en 1954. Ya viuda ingresa en la cárcel de Málaga. En 1955 sale de prisión, volviendo a Tánger donde su pista se pierde, retomándola en 1974, cuando Anita Carrillo fallece en Madrid.
Para saber más sobre Anita Carrillo
“Anita la Carrillo, Capitana republicana de la Línea”, de Manuel Almisas.
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