Relegada a la oscuridad por la dictadura franquista, fue pianista, profesora de música y canto, periodista y escritora, defendiendo y promulgando libremente sus ideales feministas y animalistas, su defensa del cooperativismo.
Nacida en Úbeda en 1870, de padre y madre liberal, siempre tuvo una educación bastante amplia, cercana a círculos progresistas. A final de su vida, había desarrollado muchas facetas profesionales, como la de pianista, profesora de música y canto, periodista y escritora, defendiendo y promulgando libremente sus ideales feministas y animalistas, su defensa del cooperativismo y estando bastante cercana a las organizaciones sindicales y anarquistas.
Siendo muy joven ganó el Premio de Piano del Conservatorio de Música de Madrid y poco después, el de París. Así, en un principio, Regina centró su carrera en la enseñanza de canto y música, una profesión muy adecuada para una joven mujer de la burguesía. Aunque, poco a poco, otros intereses comenzaron a surgir en su interior. Fue en Madrid donde conoció a su marido, Enrique O´Neill, un diplomático mexicano quince años mayor que ella, con el que tendría dos hijas. En 1914, el matrimonio decide marcharse de Madrid y se encaminan hacia Barcelona, donde la vida de Regina da un cambio.
El ambiente barcelonés es completamente diferente al de la burguesía madrileña. El movimiento obrero allí es potente y las ideas impregnan las calles. Las huelgas generales se suceden, el anarquismo florece en cada centro de trabajo, en cada fábrica industrial. Regina asiste ante todo ello con expectación y con sumo interés. Comienza a investigar sobre economía. En esta época las mujeres solo podían acceder a la universidad para estudiar oficios cercanos a los trabajos de cuidados y la economía no estaba entre aquellos estudios, aunque todos los hogares estuvieran administrados por una mujer. Así que Regina fue autodidacta y comenzó su defensa por la soberanía y la justicia social.
Formó parte de la actividad política y sindical de los años 20 y 30. Como feminista, defendió el aborto libre, las relaciones abiertas y el control de la natalidad.
Colaboró con Lluis Companys y Amadeu Aragay y Davi en la revista La Terra, así como con Hildegart Rodríguez e Irene Falcón en la revista Nosotras. A parte de esto, fue escritora de ensayos, poesía y teatro, hasta ser reconocida como parte de la Generación del 98 recientemente. Escribió artículos para Solidaridad Obrera, prologó obras de Federica Montseny y colaboró con su cuñada y amiga Rosario de Acuña.
Formó parte de la actividad política y sindical de los años 20 y 30. Como feminista, defendió el aborto libre, las relaciones abiertas y el control de la natalidad. Como defensora del cooperativismo participó en varios congresos sobre el tema, además de colaborar en la creación del sindicato agrario L’Unió de rabassaires i altres cultivadors del Camp de Catalunya.
Su fuerte compromiso con las ideas cooperativistas, la llevó también a defender la creación de los Bancos Populares de Crédito, poniendo la economía al servicio del proletariado. También fue delegada de la OIT y estuvo en Ginebra junto con Clara Campoamor en la Sociedad de Naciones. Como animalista, fue cofundadora de la Asociación de Amigos de los Animales y las Plantas y luchó activamente por la extinción de las corridas de toros.
Regina Lamo, uno de los nombres que el fascismo se encargó de silenciar, relegada a la oscuridad de la dictadura.
Durante la Guerra Civil, Regina se mantuvo en Madrid, donde colaboró en la retaguardia, dentro de la Asistencia Infantil. Fue una época muy dura para ella. Su hija Carlota se había casado con un militar destinado en Melilla, el cual fue apresado y fusilado al poco de declararse la guerra. Carlota fue encarcelada y condenada a seis años de prisión, mientras sus hijas eran enviadas a la península con paradero desconocido. Regina las buscó hasta dar con ellas, junto con su hija Enriqueta, hecho que casi le cuesta la vida.
Tras la victoria del bando franquista, Regina huyó a Barcelona, dejando atrás muchas de sus facetas, prohibidas por el nuevo régimen. Se dedicó a la escritura de novelas románticas bajo el pseudónimo de Nova Avante, y a la enseñanza de música, siendo profesora de cantaoras como Estrellita Castro.
Regina Lamo falleció en la ciudad condal en 1947, siendo uno de los nombres que el fascismo se encargó de silenciar, relegada a la oscuridad de la dictadura.
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