“Los verdiales mantienen vivas la alegría y la tradición”
“Los verdiales mantienen vivas la alegría y la tradición”

Ámal Tarbift

11 enero 2024

La sagrada sonoridad ha pervivido en los verdiales durante siglos, a pesar de las distintas poblaciones y sociedades que pasaron por la región malagueña. Aprovechamos la entrada del solsticio de invierno, cuando se dan lugar las fiestas de verdiales en la provincia, para charlar con Ana, maestra de música en un colegio de Málaga.

Los verdiales siguen vivos gracias a las fiestas que siguen ofreciendo las pandas en distintos puntos de la geografía malagueña (la Axarquía, los Montes y el Valle del Guadalhorce), transmitidos de generación en generación. Para arraigarse, el campo ha servido de refugio para que el toque, el cante y el baile se mantengan a pesar del paso del tiempo. 

Este fandango preflamenco representa algo tan profundo que solo puede comprenderse cuando se está presente en una fiesta (concierto). Bajo la dirección del alcalde o de la alcaldesa de la panda (orquesta), el violín anuncia su salía. Dependiendo si es estilo Comares, Almogía o Montes, procederá de una forma al paseíllo, que al unísono junto a las guitarras, a veces el laúd, los platillos, las castañuelas y el pandero, comenzará a sonar una copla fandanguera cantada desde algún punto de la panda. Mientras tanto, se dan las mudanzas del baile fuera del corro instrumental que se forma. Llega la subía, momento catártico en el que se dan las luchas, término que designa las diferentes canciones que ejecuta una panda de verdiales. La alegría ya está asegurada, la música hace el resto. Ana nos acompañará y nos contará más acerca de esta expresión primitiva del folclore malagueño.

¿Qué te motivó a acercarte a los verdiales, aterrizando  en la escuela de Benagalbón?

Ya conocía el folclore, pero nunca me había acercado a él. A raíz de tener una pareja de Benagalbón, comencé a ir a una de las fiestas más importantes de los verdiales, que se celebran en septiembre. Esto me hizo tener ganas de indagar más. Solemos abrir mucho los brazos a la cultura extranjera y las músicas de fuera, pero no miramos lo que tenemos dentro. ¡Hay tanta riqueza! De ahí que decidiera aprender, para poder transmitirles a las niñas y los niños en el colegio el valor que tienen los verdiales. Por el hecho de que solo se dé aquí, que sea algo nuestro, lo mínimo que podemos hacer es darle el valor que le corresponde.

Quienes han vivido una fiesta de verdiales hablan del ritmo y de los toques de los instrumentos. ¿Por qué te fijaste más en el pandero?

“No había niñas que vieran a mujeres tocando el pandero. Es raro que una persona se ponga a hacer algo si no tiene un ejemplo a seguir, una referente”.

Siempre que veía las luchas de las pandas (intérpretes de los toques y cantes) en Benagalbón, se me iban los ojos al pandero. Me generaba mucha curiosidad aprender a tocarlo. Y en ello estoy. Me llamó la atención, además, conforme asistía a las fiestas, observar a muchas mujeres bailando y tocando los platillos, pero había pocas instrumentistas violoneras, guitarreras, y no veía a pandereteras. Y esta fue mi segunda razón por la que quise iniciarme en él. No había niñas que vieran a mujeres tocando el pandero. Es raro que una persona se ponga a hacer algo si no tiene un ejemplo a seguir, una referente.

En los verdiales, se dice que es muy exigente tocar el pandero y requiere demasiada fuerza. ¿Crees que puede ser una de las razones por las que no hay apenas mujeres tocándolo?

Creo que la principal razón por la que no tocamos el pandero es porque no hay referentes mujeres pandereteras tocando en pandas. Y no considero que la fuerza lo sea. Al principio, cuando cogía el pandero dos minutos, decía: ¡Madre mía, no puedo tocar una lucha entera porque acabo reventá! Pero entrenando y practicando mucho se consigue y cada vez aguanto más. Me he dado cuenta de que no es necesario utilizar tanta fuerza para el golpeo ni para el rasgueo, lo que se requiere es tener resistencia para agarrar el pandero. Evidentemente, otros instrumentos como los de cuerda o los platillos requieren menos esfuerzo físico, pero con práctica se consigue. Conozco a dos mujeres que lo han tocado y lo siguen haciendo, aunque no formen parte de una panda.

Además, en una lucha, los instrumentistas van rotándose para descansar, por lo que no es necesario que toques veinte luchas seguidas… Casi siempre hay una persona con un pandero que te supla.

¿Dónde suelen tocar las pandereteras que no forman parte de las pandas? 

Las fiestas (conciertos) de verdiales se celebran en el campo, en los cortijos, en las ventas de los Montes de Málaga… Aquí es donde conocí a dos mujeres tocando el pandero. Una de ellas mantiene un estilo propio distintivo, con toques y golpeos a la antigua, no como los que se dan ahora. Sería muy interesante investigarlas y retratarlas. 

Tradicionalmente, las mujeres hemos estado más en la esfera privada. El pandero está en medio de la fiesta, siendo el centro de atención de una panda. Y eso quizá ha hecho que se mantengan más al margen, con cierta vergüenza. Afortunadamente, eso está cambiando. Cada vez más mujeres forman parte de la fiesta de los verdiales, más allá del baile y del cante. La panda El Manantial, por ejemplo, tiene una alcaldesa. 

Desde que se dan clases de pandero en la Escuela de Verdiales han pasado años hasta que empezaron a llegar mujeres interesadas en este instrumento. ¿Cómo ha sido la acogida?

“En las fiestas no solo podemos estar para bailar y para unos platillos, también para estar en el centro y disfrutar de los verdiales como lo hacen los hombres”.

Increíble. Me han hecho sentir en todo momento cómoda y me han animado siempre a tocar en fiestas, en cortijos, etc. La confianza que deposita en mí mi maestro Francisco Rodriguez Palma, conocido entre los verdialeros como “El Rubio” o Franci, es brutal. Al igual que para mi él ha sido un referente, me gustaría serlo yo para las niñas y las mujeres, decirles que tenemos espacio para nosotras y que podemos hacerlo. Si en vez de echar cinco luchas, echamos tres, estará bien. Lo importante es disfrutar la música y que haya referentes de mujeres pandereteras. En las fiestas no solo podemos estar para bailar y para unos platillos, también para estar en el centro y disfrutar de los verdiales como lo hacen los hombres.

La comunidad que se genera es muy bonita. En todas las escuelas te arropan; en las fiestas, la gente te hace hueco, te anima a tocar y disfrutar de los verdiales. 

Una de las señas de identidad, precisamente de los verdiales, es la colectivización de la música. Diferentes integrantes de pandas se pueden unir espontáneamente y tocar, “hacer la fiesta”.

A mi me encanta ver cómo se integran y apoyan las pandas en las fiestas. Cuando faltan platilleras o pandereteros en alguna de ellas, van de otra y aseguran que se conforme el equipo. Me gustan las mezclas de los estilos y de las pandas. Vemos cómo en los concursos o en las fiestas mayores, además de tocar, cantar y bailar, se va a pasarlo bien, a disfrutar de la música, a compartir con la gente la alegría. El premio no es importante, es la excusa.

Con esos ritmos que envuelven se hace difícil no sentir alegría, ¿sacan los verdiales la musicalidad que llevamos dentro? ¿Qué diferencia hay con otros estilos?

Me pasa algo curioso cuando estoy en una fiesta de verdiales. No sé bailar, y en ese momento me dan indicaciones de dos mudanzas (pautas o cambios) y me pongo a ello. Algo despierta en ti que, sin saber, lo intentas. Los verdiales te invitan a moverte. No me pasa con otras músicas. A donde llega, hay alegría. Si le pusieron el nombre de “fiesta” a los conciertos, sería por algo. Ese mantra y esa música frenética repetitiva, que no se sale mucho de los parámetros marcados, hace que guste y cale mucho.

¿El profesorado de la especialidad de Música del Grado de Magisterio de la Universidad de Málaga da a conocer los verdiales? ¿Crees que la academia promueve este estilo de fandango malagueño?

Me avergüenza decir que, cuando yo estudié, no se daba nada de flamenco, y mucho menos verdiales. Los maestros y las maestras de música tenemos que buscar por nuestra cuenta cursos de formación. Con la nueva ley, además, ahora se nos exige al profesorado formar a la infancia en flamenco, pues por fin se incluyó en el currículum educativo. No puede ser que en la carrera no tuviera ni una sola asignatura, ni siquiera optativa, que versara sobre folclore ibérico, andaluz y mucho menos música flamenca, al menos, en mi promoción de 2005 a 2008. 

Es ahora cuando se está empezando a poner en valor el flamenco. Los Centros de Profesorado (CEP) nos están ofreciendo cursos de formación  para que podamos trasladarles  nuestro folclore a las niñas y los niños.

Tú sí te encargarás de trasladarles a tus niñas y niños en el colegio qué son los verdiales…

Cuando llegue el momento de dar los diferentes palos del flamenco, aprovecharé también para trasladar el folclore de los verdiales, claro. Formarán parte de las clases porque no hay nada más autóctono de Málaga, además de la malagueña…

Es fundamental que la infancia aprenda a escuchar música en directo, la reconocerá y disfrutará mucho mejor. Cuando ven una panda se quedan embobados. Los verdiales consiguen transmitir esa alegría de fiesta. En el campamento de verano del colegio del pasado curso, gracias a la Federación de Verdiales, realizamos un taller de verdiales y los niños y las niñas salieron encantados. Espero y deseo que se pueda retomar y realizar a menudo. 

“Tenemos que seguir preservando la alegría del pasado, traerla al presente para que siga viva la música de los verdiales”.

La única manera de arrimarse a este folclore tradicional es a través de la fiesta, que vivan la música en directo. No me puedo llevar a todas y todos los niños a una fiesta mayor, pero sí intentaré que vean tocar, bailar y cantar a una panda de verdiales en el colegio. Sentir el impacto de un grupo de gente coordinada que crea algo tan mágico y bello no tiene precio. Ver la cara de los niños como platos no tiene desperdicio.Quizá les resulte un poco más triste y aburrido el cante jondo o una soleá, pero los verdiales no. Es importante, además, que aprendan a reconocer el papel que tiene cada instrumento y no relacionen el violín, por ejemplo, solo con música clásica o algo de la moderna. O cómo se impone el pandero con su presencia y su sonoridad en una panda. Tenemos que seguir preservando la alegría del pasado, traerla al presente para que siga viva la música de los verdiales.

Ámal Tarbift

Ámal Tarbift

Nací y crecí en El Rif. El trabajo, el coraje y la humildad de su gente la volví a encontrar en la tierra donde estudié comunicación y trabajo actualmente, Andalucía. Mi campo de trabajo es la radio y, a través de los medios de proximidad, me sumerjo en el aprendizaje del pueblo andaluz.

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