“En todas las guerras el excedente de violencia se queda para las mujeres”
“En todas las guerras el excedente de violencia se queda para las mujeres”

LolaFPalenzuela

21 diciembre 2023

Mila Ramos se define como mujer, madre, abuela, compañera, activista, pero sobre todo como poeta: “porque todo lo que hago en la vida lo hago desde esa poética, es la manera que tengo de trabajar en cualquier ámbito, desde la pasión, desde la vehemencia, desde las tripas y la piel”.

Para hablar de Mila Ramos y de la organización que ella lidera, Mujeres en Zona de Conflicto (MZC), hay que retrotraerse a 1993, a la guerra que se declara en la extinta Yugoslavia. Ese año llega a Bosnia como periodista. “Empecé a seguir la guerra en Bosnia desde el principio, desde que estalló. Yo trabajaba en ese momento en prensa”. Varios medios la acreditaron y allí se fue. “Me fui sola, sin prácticamente recursos. El chaleco antibalas me lo dio la gente del ejército, de la Agrupación Córdoba, porque yo ni tenía ni había pensado en eso”.

Aquel viaje, dice, fue iniciático, un antes y un después en su vida. La primera persona de la que se acordó al llegar a Mostar fue de su abuela: “Durante toda su vida, habló de la Guerra Civil. En la hora de la siesta, para entretenernos a mi hermana y a mí, nos contaba historias de la guerra: de cuando se tenían que ir a refugiar a un cortijo, cuando tenían que montar como podían una choza…”.

En ese momento, añade, “pensé, y tengo claro desde entonces, que todas las guerras son la misma guerra. Ese excedente de violencia se queda para las mujeres siempre”.  Da lo mismo el contexto en el que estés. “Ahora, asegura, lo estamos viviendo en Palestina, lo hemos vivido en Mali, en Bosnia, en Kosovo, en Colombia. En cualquier contexto en los que he estado en un conflicto armado, la situación ha sido siempre la misma”. 

Lo que me decidió a montar MZC fue una reunión que tuve con unas mujeres de Bosnia central. Me llevó un cura, por cierto, un tío muy interesante, gallego. Era 1 de noviembre. Todas esas mujeres habían sido expulsadas de su pueblo, estaban buscando a sus hijos. Yo iba con una intérprete que me advirtió: te cuenten lo que te cuenten, no puedes llorar (eso también se aprende rápido) Luego en tu habitación lloras lo que quieras, pero aquí no estamos para abrazar a nadie, aquí estamos para otro rollo.

Eran mujeres que estaban buscando los cadáveres de sus hijos. No sabían dónde estaban y querían llevárselo a sus pueblos, sin saber si en algún momento ellas volverían. Allí te contaban historias de todo tipo y te echaban en cara lo que hacíamos los periodistas, que qué estábamos contando cuando las seguían matando y violando… Ellas me decían: ¡es que tienes que contarlo! “Mientras a mí me violaban yo vi como a mi hijo lo cortaban con una sierra eléctrica”, me dijo una mujer —Mila se emociona en este momento del relato. Toma aire y sigue—. Entonces… ¡Qué han pasado 30 años ahora en noviembre y no lo consigo superar! Era algo tan… ¿me vas a preguntar ahora cómo me siento?, me decían. Fue ese día cuando dejé el bolígrafo y dije, se acabó. A la semana o a las dos semanas, no me acuerdo, me vine para Córdoba y hablé con amigos, con compañeros, que confiaron en este proyecto. Así nació MZC.

Cuando vuelvo a Córdoba hacemos dos cosas, por un lado, empezamos a montar la asociación y por otro, empezamos a organizar el Congreso Internacional Mujeres en Zonas de Conflicto. El congreso al final lo dejamos aparcado, porque nos interesaba mucho más tirar para adelante con la asociación. Así, la primera actividad que acometemos es un convoy de ayuda humanitaria donde se trabajase la perspectiva de género, que de eso no se hacía nada. Todavía faltaba un año para Beijing (IV Conferencia mundial sobre la Mujer de Pekín, en 1995). En ese convoy llevábamos material higiénico para mujeres. Y nos decían: “¿para qué lleváis compresas?”. Pero, ¿en serio me lo preguntas? Pues todavía hoy hay gente que me lo sigue preguntando y sigo viendo kits humanitarios en los que no hay compresas, o no hay ácido fólico para las embarazadas o pañales para niños, por ejemplo.

Sí, pero además feminista por estatutos. A nosotros nos ha costado mucho porque en MZC hay mujeres y hombres, y hemos tenido dos debates de alta intensidad. El primero fue sobre si éramos abolicionistas o no, sobre la prostitución. Y y el segundo, si éramos una organización feminista. Sobre el segundo, no hubo debate prácticamente: somos organización feminista. Sobre el de la prostitución, tardamos como 18 años en definirnos como una organización abolicionista, porque había resistencias. Era importante el consenso y hemos tardado mucho en conseguirlo, pero bueno, se ha llegado.

El tema de la trata arranca en Bosnia porque nos lo encontramos. Nosotras estuvimos montando en Bosnia un proyecto muy bonito que todavía hoy sigue funcionando en la calle Santiche. En esta calle de Mostar, que tiene seis metros, estaban los bosnios a un lado, y al otro, los croatas, tirándose todo lo que se podían tirar. Y fue en esta calle tan emblemática, tan cargada de historia y de muerte, donde nos cedieron un ático en uno de los edificios que rehabilitaron. Ahí sigue estando el Centro de atención integral a mujeres víctimas de violencia de género. Lo hicimos con una organización local muy potente: Mujeres de Bosnia.

Ellas tenían una casa segura, para mujeres víctimas. ¿Y cuál fue el porqué de este proyecto? A partir de 99-2000, digamos que hay una cierta estabilización en Bosnia. En ese tiempo había 3.000 soldados desplazados. Eso suponía un mercado potencial para exportar a mujeres. Entonces a nosotras, a través de la IPTF, la policía europea, empezó a llegarnos información de mujeres que estaban siendo traficadas, sobre todo, de la república soviética y de Bielorrusia. En ese momento empezamos a trabajar programas específicos de trata. Era el año 2001. 

De hecho, la trata es la única línea que está en todas las áreas de MZC: cooperación, educación, investigación y acción social, es la línea de trabajo que las une a todas ellas. Ahora mismo tenemos en acción social un programa muy potente, somos una de las cinco organizaciones del Plan Camino, dedicada exclusivamente a trabajar con víctimas de trata, incluidas víctimas y menores con fines de explotación sexual. En Marruecos tenemos un programa específico de trata, y otro en Paraguay.

Sí, en toda Andalucía, en las ocho provincias andaluzas. En Extremadura, en las dos provincias y también en Madrid. La primera campaña que se hizo en España fue en el 2003, se llamaba ‘Lo ves’, y era una guía sobre la trata. A partir de ahí, hemos hecho un montón de campañas e incidencias. La trata es un tema fundamental para MZC porque consideramos que puede estar en cualquier sitio. La abordamos como una forma de violencia basada en el género. Empezamos a trabajar la trata por explotación sexual y hoy vamos más allá. Tenemos varios proyectos para la prevención del matrimonio infantil, precoz y forzoso. 

Sí, muchísimo. Empezamos a trabajar en el 98 en Palestina, el mismo año que en Marruecos. Trabajar en Palestina nunca ha sido fácil desde el punto de vista logístico. Estuvimos en la última Intifada y nos costó muchísimo meter la ayuda en Gaza por varias razones, no solamente porque no nos daba el permiso Israel, también porque nos ponía problemas Hamás. 

Decidimos dejar de trabajar en terreno porque lo que tú hacías hoy, mañana iba a dejar de existir. Ese también fue un debate de alta intensidad en MZC, y decidimos dedicarnos a la incidencia política, estar en las mesas de apoyo, defender la lucha Palestina para acabar con la ocupación. 

Pero también hemos sido muy críticos con la autoridad Palestina y con la manera en la que se distribuye allí el poder. De hecho, MZC hizo un estudio sobre la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (Resolución Mujer, Paz y Seguridad), en Colombia y en Palestina, y luego, lo hicimos en Mali.

Las mujeres palestinas decían que la distribución del poder y el acceso a la toma de decisiones no les era a ellas tan sencillo. En 2004, justamente coincidiendo con los atentados del 11M aquí en Madrid, inauguramos un encuentro con 27 mujeres palestinas e israelíes que se hizo a puerta cerrada. Lo que se pretendía era crear una hoja de ruta desde el feminismo para avanzar en los acuerdos de paz, y que realmente esos acuerdos y esas mesas de negociación de la paz, tuvieran en cuenta la manera en la que las mujeres se posicionan.

Desde 2004 y hasta ahora, hemos visto cómo se ha deteriorado cada vez más la situación en Palestina; cómo la ocupación ha seguido; cómo no se ha puesto ningún remedio por parte de la comunidad internacional porque, está claro, estamos hablando de una máquina potentísima como es el Estado de Israel. No estamos hablando del pueblo judío, del pueblo de Israel, no, aunque es un pueblo absolutamente militarizado. Estamos hablando de un estado israelí, de un estado sionista, que viene del nacionalismo y del colonialismo, y que siguen viviendo de eso, a fin de cuentas. Ha habido millones de desplazados, no sólo al interior de Palestina, sino a países de la zona como Líbano y fuera también.

Si bien antes había habido muchas resoluciones de Naciones Unidas sobre población civil, la 1325 es importante porque reconoce tres cosas fundamentales. Por primera vez las mujeres no aparecen como sujetos de protección, que también, pero no solo. Las mujeres aparecen como actoras de su propio desarrollo, tienen que ser activas en todas las fases del conflicto, desde el pre-conflicto hasta el post-conflicto, incluidas las mesas de negociación, etcétera.En segundo lugar, promueve el que todas las misiones que se hagan en situaciones de conflicto armado incluyan la perspectiva de género. Y, en tercer lugar, promueve la protección de las mujeres y de las niñas, y eso es fundamental. Pero por encima de todo, visibiliza a las mujeres como elementos clave en la construcción de la paz.

En España estamos, en estos momentos, en la evaluación del segundo Plan de acción de la resolución 1325 y vamos a empezar ahora con el tercero. Pero ninguno de estos planes ha contado con un presupuesto aparejado. Eso es muy complicado porque ¿cómo es posible hacer un plan de trabajo sin presupuesto? 

La participación de las mujeres en la construcción de la paz debe ser una política de Estado. Hasta que no se la considere así, no avanzaremos. Y sobre todo, ahora, cuando España se declara un estado que cuenta con una política exterior feminista. Lo ha dicho el presidente Sánchez. Pues eso se tiene que traducir en algo, en otra forma de hacer política exterior y también de hacer cooperación. 

Bueno, la trata ligada a los conflictos armados. Muchas de las personas que llegan a nuestro país, que son víctimas de trata, vienen de países en conflicto armado. Con el tema de los refugiados está clarísimo, porque vienen normalmente de una situación de conflicto armado. Desde la 1325 ha habido siete resoluciones más sobre Mujer, Paz y Seguridad. Habrá que implementarlas, ¿no?

Bueno, allí también el movimiento de mujeres está bastante dividido con respecto a la resolución 1325, porque no acaban de creerse las bondades de Naciones Unidas. Yo tampoco me las creo, naturalmente. Pero sí se ha trabajado, de hecho, en la mesa de La Habana, en las mesas de construcción de paz, las mujeres lideresas han estado participando. Se han sentado en la misma mesa víctimas y victimarios. 

Pero bueno, a día de hoy, en Colombia la situación sigue siendo bastante precaria. La violencia de género sigue estando a la orden del día y la reparación, porque a fin de cuentas una de las cosas que debemos tener clara es que no hay justicia sin reparación, y la reparación de las víctimas de violencia de género, en cualquiera de sus formas, pero especialmente la violencia sexual, es muy complicada, es muy difícil. Y se han dado muy pocos casos. En Bosnia, por ejemplo, tenemos algunos casos importantes, importantísimos, pero muy por debajo de la dimensión de la tragedia.

A ver, yo soy bastante crítica con la cooperación. Cuando empezamos era muy militante, porque no teníamos los fondos que tenemos ahora y se trabajaba mucho desde el voluntariado. No existía una Ley de Cooperación, las agencias y las convocatorias no estaban tan estructuradas. 

Creo que hay una parte positiva, el incremento de recursos, aunque siguen siendo insuficientes; la profesionalización del sector, que creo que es muy importante, pero, por otro lado, creo que sigue faltando compromiso y militancia, tanto por parte de la sociedad civil, como de los poderes públicos. Un compromiso real. 

Yo creo que la sociedad andaluza es solidaria, se vuelca mucho cuando hay un desastre, cuando hay una catástrofe, cuando se hace un convoy mismo. Pero ahí hay un tema muy complejo que tiene que ver con el empobrecimiento de la clase media, con la casi extinción de la clase media, las familias están retrocediendo en su poder adquisitivo, viendo peligrar su futuro, sus pensiones. 

Y entonces viene el discurso del odio. Ese que nos dice que vienen los extranjeros y les dan un piso gratis, le dan trabajo y no sé cuánta ayuda. Pero, ¿qué me estás contando? ¿Dónde está ese extranjero? Dime dónde está ese extranjero para que yo lo conozca. Que si vienen los inmigrantes. Que los inmigrantes tienen la culpa de todo. Que son los que violan, los que roban en las casas. 

Exponencialmente. Hace 30, 20, 15 años, nadie se atrevía a decir esas barbaridades. Que lo pensaran, vale, pero a decirlo en un medio público, no se atrevían. Sin embargo, ahora, ancha es Castilla. Aquí yo lo suelto porque es mi opinión. Pero bueno, tu opinión está vulnerando los derechos del otro. 

Hacia la educación. Yo creo que es ahí donde hay que fortalecer a los niños, a las niñas, a los adolescentes. Que tengamos una generación mentalmente saludable, que entienda que el enemigo no es el otro, y que sepa reflejarse en los ojos del otro y de la otra, que sepa hacerlo. Es necesario que sepan ver la necesidad de quien hay enfrente suya. Que entiendan lo que es la distribución de la riqueza, que entiendan que eso de que no hay sitio para todos, no es verdad. Claro que hay sitio para todos, claro que hay recursos para todos, el problema es la distribución que hacemos de los recursos. 

Allí estamos haciendo ahora emergencia humanitaria. Pero, ¿qué necesita Marruecos? Apoyar todo lo que tiene que ver con la educación. Fortalecer la sanidad pública. Apoyar las fortalezas de la sociedad civil y apoyar sobre todo a las mujeres de las zonas rurales.

Yo creo que el desarrollo humano está llegando a Marruecos de la mano de las mujeres y ellas, por ejemplo, las rurales, son las que están sacando pecho y están tirando para adelante con muchísimos proyectos. Están demostrando que son actoras de primer orden en sus comunidades. MZC estamos trabajando mucho con pequeñas organizaciones de base y son fantásticos los resultados. 

El libro que estoy leyendo ahora, Un día llegaré a Sagres de Nélida Piñón. A mí me gusta mucho esta escritora, pero sobre todo cogí esta obra suya porque me gusta mucho Sagres. 

Una canción (piensa)… Bueno, bueno, es que hay tantas canciones maravillosas, pero mira, yo te diría que, fíjate tú, ¿eh? te diría “Resistiré”. Esa canción que tanto se cantaba en la pandemia. Como segunda cogería “Maneras de vivir”. Pero sí, hay que resistir, a pesar de todos los firmamentos que se nos caigan, hay que resistir, hay que estar en la trinchera siempre.

Y como tema de debate, la abolición, la prostitución ¿Qué hacemos con la prostitución? ¿Por qué una mujer llega a prostituirse? ¿Qué hacemos con los burdeles? ¿Qué hacemos con las casas que están llenas de chicas? ¿Qué es la abolición? Es un tema para debatir que tiene que ver con la construcción de la paz. Tiene que ver con la manera en la que nos construimos como seres humanos. Tiene que ver con la manera en la que miramos al otro. 

LolaFPalenzuela

LolaFPalenzuela

Obrera de la palabra, que ama las causas justas aunque sean difíciles y a veces perdidas, y que sabe que el arma más poderosa de transformación social es la palabra pensada, escrita, hablada, compartida. Creo en el periodismo comprometido y riguroso y abomino de la manipulación en todas sus formas y contextos.

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