Tombarolis y embichados: el cine que merecemos
Tombarolis y embichados: el cine que merecemos

Rocío Santos Gil

17 noviembre 2023

Nuestras favoritas de la 33 edición del Festival de Cine Fantástico de la UMA vienen de la mano de la directora italiana Aice Rohrwacher y del premiado director argentino en la última edición de Sitges, Demián Rugna

Cada Festival de Cine Fantástico de la Universidad de Málaga es una oda al cine y me atrevería a decir que a la misma vida en una ciudad desdibujada. En tiempos difusos, donde todo es una experiencia eventual de usar y tirar para pasar a la siguiente, el FANCINE nos ancla a una celebración del género de quienes no desean lo frugaz y lo volátil, sino asirse a una película a la que exprimir y de la que seguir hablando e imaginando posibles más allá de los títulos de crédito.

El FANCINE existe 33 años después de que a alguien le pareciera una buena idea. Y es obligación nuestra defender su continuación año tras año porque en una ciudad que nos va pareciendo ajena, donde a duras penas sostenemos una identidad genuina que convive con otra hecha a la medida del crucerista, este festival nos abre las puertas del Albéniz pero nos recuerda que hubo un Alameda. Nos dice que Rutger Hauer paseó por San Agustín cuando las hordas más terroríficas solo se veían en el pase especial de El Señor de los anillos programado en el Paraninfo del Campus de El Ejido. No hace tanto nos volvíamos locas buscando una terraza sencillita donde tomar un café para entrevistar a Las Bloody Girls, jurado en la edición de 2021.

Pensar en cómo dialogan los tiempos nos invita a no perder el norte, como bien sabe Alice Rohrwacher (Lazzaro feliz, La amiga estupenda) tensando la cuerda a través de los tombaroli, un grupo de alegres amigos que saquen tumbas como modo de vida, vendiendo piezas al mejor postor. Arthur (Josh O’Connor) sale de la cárcel y vuelve a reencontrarse con ellos aunque su objetivo no es encontrar la pieza más valiosa, sino reencontrarse con su esposa muerta, Benjamina.  

La obsesión de Arthur por encontrar esa puerta de entrada al Hades lo sumerge es una obsesión  mágica que nos coge de la mano para sumergiros en un escenario neorrealista que a veces roza la comedia, lo circense y a veces el drama, regalándonos la actuación de una extravagante Isabella Rosellini que encaja perfectamente en la narración y una Carol Duarte que llena de matices la historia. Confrontar de alguna forma lo que fuimos con lo que deseamos sigue siendo un asidero para poder encontrar el verdadero tesoro.

Y si de tesoros hablamos poco honestas seríamos si no clamásemos a los cuatro vientos la fascinante nueva película del argentino Demián Rugna, Cuando acecha la maldad. Aterrados (2017) fue una demostración de cómo el terror en Latinoamérica está a otro nivel, dejándonos escenas inolvidables como la que podemos ver justo en el momento de arranque de la película. Sin piedad, casi.

En esta casa nos gusta lo sobrenatural, si es demoníaco mejor. Y si, además, tiene lugar en zonas rurales y se hila con lo popular, tiene toda nuestra atención. Lo que era un enbichado lo sabemos ahora; de nuevo, Rugna no da tregua al metraje e inicia esta pieza, Mejor Película en el pasado Festival de Sitges, con la visita de dos hermanos vecinos del pueblo a casa de una vecina que tiene a uno de sus familiares postrado en una cama fruto, supuestamente, de una posesión.

Cómo se desencadenan los hechos es algo que no podemos contar pero sí que auguramos que la obra argentina ocupará uno de los mejores lugares dentro del panorama de la producción de terror internacional. Cuando acecha la maldad es terrible en sí misma, no hay atisbo de piedad en ella. Pero qué criatura del averno iba a serlo con simples mortales residentes en zonas apartadas de las grandes capitales, incluso de los núcleos urbanos más cercanos. Hay tiempo y espacio para el folclore popular, las médiums, el drama familiar e incluso trastornos que se incluyen de forma natural en la narración, añadiendo más realidad y maldad.

El Festival de Cine Fantástico de la UMA, una vez más, nos trae lo mejor de cada casa, de la magia y lo terrible, del buen gusto y el cuidado en la pulsión atávica del placer de contar y ser contados, apostando por el género desde hace 33 años ya. Nuestro tesoro, la proyección de películas de género que probablemente no tengan cabida en los grandes circuitos, no lo robará ningún grupo de tombarolis. Larga vida a la imaginación, larga vida al FANCINE.

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