20.000 especies de abejas, la crianza que queremos
20.000 especies de abejas, la crianza que queremos

La Poderío

27 octubre 2023

Iris César del Amo / @irisenchapas

En esta última semana, he visto 20.000 especies de abejas y Barbie. Así, como combo. Y 20.000 especies de abejas es definitivamente la película feminista del año.

Barbie ha dado mucho de qué hablar y ha conquistado la taquilla al ser la película de la productora Warner con más recaudación en toda su historia. Pero la verdad es que de revolucionaria tiene poco. Ya tenía mis dudas al ver avalanchas de niñas vestidas de rosa frente al cine, con una propaganda éticamente dudosa del mismo objeto de crítica, y eso no ha cambiado, pero le voy a dar el mérito que se merece al ser la introducción feminista a un montón de niñas que no saben muy bien lo que van a ver; el llamado woke, tan criticado ahora por padres, quienes tampoco sabían lo que iban a ver.

A mí personalmente que me diga que a las mujeres se nos exige mucho y que debemos ser guapas, además de trabajar, ser buenas madres y cuidar de los demás, pues bueno, qué me vas a contar. Nada nuevo, pero OK para el woke teen. 20.000 especies de abejas, sin embargo, representa un feminismo más maduro, sobre todo, un feminismo más de actualidad.

La infancia trans

Por supuesto, el tema principal de 20.000 especies de abejas es la infancia trans, pero yo me enfoco más en el modelo de crianza que viene sujeto porque creo que no hay colofón final, no hay ninguna resolución al debate, simplemente hay lo que debe haber: aceptación.

“Feminismo vs. trans es un tema tan escamoso y controvertido que me sorprende cómo se ha tratado con tanto tacto”.

La peli me parece brutal porque plantea lo que yo, como madre imaginada, no conseguiría resolver: el choque entre el feminismo radical y lo trans, y creo que lo resume perfectamente con esta frase: “Yo le estoy enseñando que no hay cosas de chicos y de chicas, y ahora me viene con esto [querer ser niña, vestirse como una niña]”. Lo difícil es casar con un mundo en el que queremos romper con los roles de género y los sentimientos indiscutibles que, lamentablemente, se basan y refuerzan en estos mismos roles. Para mí es un debate no resuelto. Lo expresa también la directora, Estibaliz Urresola Solaguren, en una entrevista para Pikara: “¿Es una experiencia íntima personal o una construcción de la que no podemos escapar porque somos seres sociales […]?”.

Me parece impresionante la delicadeza, lo sutil y, a la vez, lo central que aparece este tema en la película, que es totalmente vigente y que nos supone a las feministas varios quebraderos de cabeza. Queremos ser reivindicativas, pero comprensivas; queremos ser rebeldes, pero respetuosas. Feminismo vs. trans es un tema tan escamoso y controvertido que me sorprende cómo se ha tratado con tanto tacto.

A tientas con crianza

En el centro de esta contradicción surge algo tan quebradizo como es la crianza, porque ni nosotras sabemos a veces qué es lo mejor para nuestras criaturas. Nos encontramos en un limbo en el que vamos a tientas, como muchas, como todas. Sin embargo, es una película con tanta inteligencia emocional que me abruma –para las que la hayáis visto, la tía apicultora, por favor–. Esa es la crianza que queremos o, al menos, la que yo quiero.

Ya desde el comienzo de la película, la familia llega al pueblo rural de la abuela y se piden besos y abrazos para recibir una negativa y una respuesta de “no hay que forzar”. El cambio de paradigma me parece esperanzador. La claridad que tiene una criatura, a veces, nos falla y, a veces, fallamos al verla y me parece admirable que una niña alce la voz sobre sus necesidades y le diga a su madre “déjame sola” en una de las escenas. 

Siguiendo este modelo de crianza, la madre se va porque respeta el espacio y la decisión de su hija y yo solo podía pensar que cualquier madre de los 80 se iba a ir, sí. Más bien te daba una hostia por hablarle mal y entonces sí que se iba, y entonces sí que estabas sola. Son estos pequeños guiños con los que yo me siento mejor, pues ponen en valor sus sentimientos y emociones, sus opiniones y su independencia, sin obligarles a hacer algo que no quieren (que no sea lavarse los dientes ni saltarse los límites que también son necesarios).

La infancia como sujeto, la crianza respetuosa

La triste verdad es que la infancia como sujeto nunca se ha contemplado. Se ha valorado como mano de obra, como la segunda oportunidad de unos sueños rotos, como propiedad y como subordinados de unos padres y unas madres con abuso de poder, pero no como personas con opiniones y decisiones. Criar es difícil, no quiero caer en la crítica fácil, pero son generaciones la que les han desvalijado del propio conocimiento que tenían, de su propio deseo y de sus propias necesidades. Me ha pasado a mí, te ha pasado a ti. Porque todas hemos sido niñas.

“Una crianza sana es la mejor armadura para la vida”.

Una crianza respetuosa dejando que la criatura sienta y elija. Tener el pelo corto o largo, que se pinte las uñas o que no se las pinte, que averigüe quién es. Todo lo que significa dar libertad. Y es que darla, a veces, da miedo porque nos priva de los privilegios de decirles a los demás lo que tienen que hacer y así todo será como imagino para que nada me sorprenda ni me ataque ni me dañe. Pero retener la libertad de otro no está justificado por nada. Nunca se da libertad a quien no se juzga como sujeto.

Es difícil la crianza y el equilibrio entre la libertad y los límites. Una crianza sana no solo dará criaturas sanas, sino también individuos adultos capaces, con conocimiento de sus emociones y de su valor, lo que los hará personas seguras y resolutivas para hacer valer sus cualidades laborales y emocionales sin que las pisotee nadie. Una crianza sana es la mejor armadura para la vida.

Antes no se pensaba mucho sobre la forma en la que educar a las criaturas, antes se tenían hijos y ya, y quizás ahora empiece a tomar la importancia que realmente tiene. Porque lo que no se nombra no existe y sin spoilers digo: Lucía.

La Poderío

La Poderío

Una revista parida en el sur, con los aires frescos, reivindicativos, inclusivos, diversos, plurales y feministas de Andalucía, pero sobre todo, con las ganas de visibilizar las historias de personas reales olvidadas en los medios de comunicación y de desgranar el sistema heteropatriarcal que las victimiza y/o criminaliza en la mayoría de los casos.

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