Yolanda Tovar ha estado presente en La Casa Invisible desde sus inicios, participando de su programación, y también usando sus salas para reunirse con sus compañeras del Club de Lectura Feminista. En esta charla que tuvimos en la víspera de la manifestación del 27 de noviembre nos confesó que la casa le ha dado mucho como ciudadana.
Primer recuerdo que tienes de La Casa Invisible
El primer recuerdo que tengo de La Invisible es de cuando se tomó la casa. Fue una emoción que yo compartía, aunque yo no participara. Al principio estaba yo trabajando, así que estaba apoyando, y luego me metí en un grupo que se llamaba ‘Feministas nómadas’. Pero llegué al final, cuando se estaba desintegrando, porque todos los grupos nacen, se desarrollan y mueren. Y de ahí surgió el Club de Lectura Feminista.
¿Qué actividad has desarrollado/desarrollas en la invisible?
La última es un Club de Lectura Feminista en el que llevamos casi 7 años. Nos reunimos aquí, fue el punto de encuentro. Algunas ya venían de otros centros sociales, La Ceiba. Surge cuando las compañeras de Feministas Nómadas deciden seguir reuniéndose y yo me incorporé. El club tiene un hilo conductor, nuestro interés por seguir formándonos en teoría feminista. En este espacio estudiamos y leemos libros, unos más teóricos y otros más de narrativa. No es rígido, es flexible. Nos mantenemos un grupo que siempre está. Incluso en la pandemia nos mantuvimos activas e hicimos videollamadas.
¿Qué te ha dado La Invisible como creadora/activista/persona…?
Yo siempre he estado, pero porque mi marido siempre ha estado. De vez en cuanto venía a algún acto como espectadora, hasta que me uno a este grupo que está a punto de desaparecer. Después de eso, muchos grupos feministas nos reunimos aquí, como La Medusa, que surgió aquí, y tenemos actividades en común, como la caminata del silencio. Considero que es un centro social importantísimo para la ciudad, autogestionado, que ha aportado mucho a la ciudad y lo sigue haciendo, aunque estamos nuevamente amenazados por el desalojo.
Haciendo balance de estos casi 15 años, ¿cómo crees que ha cambiado la actividad de la invisible el paisaje-la radiografía de la ciudad de Málaga?
Es importantísimo que esté en Málaga porque la Casa Invisible es un referente en la ciudad y fuera de la ciudad y hasta fuera del país, por todo el trabajo que han realizado durante estos años. Ha sido vanguardia en muchas cosas. Aquí se han hecho cosas de manera autogestionada que el Ayuntamiento no ha podido hacer. Gente importantísima ha pasado por aquí: premios nacionales de todas las disciplinas, pensadores, filósofos, escritoras, dramaturgas… brindando su apoyo. Quienes han pasado por aquí saben que es un sitio importantísimo de creación de cultura para la ciudad.
En una ciudad como Málaga, en la que la cultura y el arte están tan presentes, y que es referente en el resto de ciudades del estado español, ¿por qué es importante la existencia de un espacio como La Invisible?
Llevo viviendo en Málaga casi 40 años y entonces era un desierto cultural, no había casi nada. Pero una cosa es la cultura del espectáculo, capitalista, y otra cosa es la cultura participativa, que se hace desde aquí, desde la gente del pueblo, que hace sus cosas sin intermediarios del capital, de las instituciones. Yo eso lo considero muy importante para la ciudad y tener otra visión de las cosas, que no sea desde la mercancía o el dinero.
Si La Invisible fuera un órgano de la ciudad de Málaga, ¿cuál crees que sería?
Yo diría que el corazón porque es un sitio de intercambio y de reunión de los afectos y el cerebro porque de aquí salen muchas ideas y está mucha gente que piensa y que hace cosas y eso repercute en la ciudad. A mí me emocionó mucho la red que se hizo durante la pandemia de apoyo, para la gente de los barrios que no podía salir a comprar, los compañeros, sobre todo los jóvenes. Eso no lo hace nadie. Igual Cáritas, pero es algo totalmente distinto, la de la caridad que la de la solidaridad.
¿Qué aporta el feminismo a la Invisible?
Creo que ha aportado la cultura del igualitarismo entre compañeras y compañeros, la cultura de los cuidados mutuos y hasta la cultura de la sororidad, no sólo entre las mujeres, sino entre las compañeras de todos los géneros, entendiéndose la sororidad como un paso más allá de la solidaridad.
¿Qué tiene de feminista la Invisible?
Ha incorporado esta cultura en todo su quehacer, desde la gestión, hasta las asambleas, en todas y cada una de sus actividades, las campañas hacia el exterior, el trato entre todos, el lenguaje inclusivo. las campañas de divulgación, los posicionamientos ante determinadas situaciones y en el día a día. En un territorio libre de violencias machistas. También se nota en esas actitudes de cuidado hacia los propios y a todo el que se acerca por ahí. El feminismo es parte de la casa desde el primer momento y no sólo como una declaración de principios, sino como una forma de ser y estar en la ciudad.
¿El feminismo siempre ha estado en La Invisible?
El feminismo siempre ha estado, tanto el institucional, como el que existía antes de haber entrado en las instituciones. Ha habido algunos años que todo estaba más parado, pero no quiere decir que no hubiese gente formándose y preparándose. Ha habido una coyuntura histórica que ha permitido unas marchas en los últimos años, que se dé a conocer más.
Sobre todo lo considero muy importante para las chicas jóvenes, que ahora están en las manifestaciones. Y para eso La Casa Invisible ha sido un nodo porque se han reunido distintos grupos. Algunos se han formado aquí y otros se han reunido aquí. Y también veo que aquí siempre ha habido un trato de mayor igualdad entre hombres y mujeres, en el compañerismo y en los cuidados que tenemos que darnos los unos a los otros, y siempre lo he visto aquí.
Me ha parecido una pequeña isla de esa igualdad que buscamos las mujeres en todas partes, desde nuestras casas a nuestros lugares de trabajo. Y eso es algo casi espontáneo que está desde el principio, las relaciones con los compañeros son más fluidas y más accesibles. Yo lo digo desde mis vivencias como mujer.
¿Es La Casa Invisible un espacio seguro?
Sí, es un espacio seguro. Aquí la gente no está estática. Hay gente que está desde el principio. Pero hay gente que viene y va. Siempre está entrando gente nueva y saliendo. También es para mí un punto de educación porque el que pasa por aquí sale de otra manera. Yo lo percibo y la gente lo dice también. Sales con otra visión del mundo, de las relaciones, es enriquecedor. La ciudad está huérfana de estos sitios porque la cultura está mediada por la mercancía y aquí la cultura la tienes porque la creas, la recibes y la compartes con la gente que pasa por aquí.
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