Entre la histeria y la depresión: la mujer en la psicología clínica
Entre la histeria y la depresión: la mujer en la psicología clínica

La Poderío

30 septiembre 2021

María Rodríguez Rodulfo / Cafés Feministas Almería.

Histéricas, ansiosas, bipolares, depresivas, enajenadas, maniáticas, lunáticas, desequilibradas, dementes. A lo largo de toda la historia, la locura siempre ha tenido rostro de mujer.

Los considerados grandes autores dentro de la Psicología, como Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, o John B. Watson, padre del conductismo, justificaban la inferioridad psicológica de las mujeres y su predisposición a padecer trastornos mentales mediante enrevesadas pruebas y una mirada androcentrista de la psique.

En la actualidad, por suerte, encontramos voces disidentes en la academia y en la práctica psicológica que cuestionan las etiquetas y el estigma asociado a la locura en las mujeres. Este mes nos acompañan cuatro mujeres almerienses que apuestan por una disciplina crítica y una praxis feminista.

La Psicología será feminista o no será

¿Qué relación hay entre el feminismo y la psicología? En este caso, todas las psicólogas que nos acompañan lo tienen claro: no existe uno sin lo otro. “Es imprescindible para las psicólogas clínicas entender, conocer, saber e incluso practicar el feminismo porque la conducta humana está muy influenciada por los roles de género”, afirma Amanda Ortiz Gabaldón, doctoranda en Psicología por la Universidad de Almería y sexóloga. “Los roles de género modulan los esquemas mentales, la manera de actuar, cómo tomamos las decisiones”. En definitiva, “todo”, complementa Amanda. 

“Siempre que se haga una intervención psicológica debes entender la realidad y el contexto y, ahora mismo, vivimos en un contexto patriarcal. Por tanto, si no tienes esta perspectiva de género, corres el riesgo de caer en explicaciones simplistas como, por ejemplo, que a las mujeres se les dan mejor los cuidados y a los hombres la ingeniería”, responde Laura Marcilla. Laura ha recibido en este año el Premio Andalucía Joven a la promoción de la igualdad por su contribución a la educación en igualdad y sexualidad en Almería, y tiene claro que la psicología es un motor de cambio social. “En mi trabajo intento dar una perspectiva feminista para que los cambios que yo pueda ayudar a producir o promover en mis talleres vayan dirigidos a conseguir, si no la igualdad, por lo menos algo más cercano”, explica.

“Hasta hace muy poco no se ha asimilado que la ciencia puede construirse como un discurso de poder y se puede usar para hacer un control social”.

Zaida González

El modelo patriarcal que durante tantos años ha sostenido la idea de la locura asociada a la mente femenina no habría podido mantenerse sin todos esos aliados que perpetúan los sesgos sexistas en nombre de la academia. “La psicología ha sido una herramienta de control por parte del Estado y sigue el status quo”, explica la experta en violencia de género María del Carmen Plaza.

Zaida González, opositora para Psicóloga Interna Residente (PIR), coincide en los peligros de maquillar la objetividad de la ciencia: “Hasta hace muy poco no se ha asimilado que la ciencia puede construirse como un discurso de poder y se puede usar para hacer un control social. Esto se ejemplifica en el caso de la histeria y de cómo se ha usado para invalidar a las mujeres. Es importante analizar quién hace la ciencia”.

Fuera del laboratorio, la psicología también ha sido y es un campo vulnerable en manos del capitalismo. “La idea de que la salud es lo primero es cierta y se mueve muchísimo capital con eso. Dentro de ese negocio, la psicología, la fisioterapia o la óptica, disciplinas básicas para la salud, son privadas casi en su totalidad. Desde nuestra perspectiva, no entendemos la salud como la ausencia de enfermedad, sino como una situación que te permita vivir y desarrollarte en tu medio evitando el malestar. Va mucho más allá”, puntualiza Zaida. 

Locura colectiva

El sistema capitalista, en su afán por cumplir con su estrategia del divide y vencerás, nos responsabiliza individualmente del malestar que sufrimos a consecuencia de las exigencias patriarcales y nos hace directamente responsables de su solución en solitario. “Cuando los pacientes llegan a consulta los problemas que nos plantean, en general, son de relaciones, y estas interacciones se apoyan en una organización social desigual de base. Estos problemas deben solucionarse de forma colectiva, pero claro, en este neoliberalismo en el que vivimos, donde el individualismo es la bandera, al Estado no le interesa una ciudadanía sana, por lo que nos mantienen divididas y enfermas”,  afirma María del Carmen. 

Si analizamos los datos, según la Encuesta Nacional de Salud (2017) en lo relativo a salud mental, 8 de cada 10 personas que consumen antidepresivos y ansiolíticos, son mujeres.. “Vivir continuamente en un mundo en el que estructuralmente la desigualdad es un hecho desde que naces, a la larga acarrea problemas frontales. Es imposible pasar inmune a esta estructura”, cuenta María del Carmen. Existe un problema de base cuando la única respuesta que se les da a las patologías feminizadas parte desde un enfoque biologicista que pone la responsabilidad en la anatomía de la mujer. 

8 de cada 10 personas que consumen antidepresivos y ansiolíticos, son mujeres, según la Encuesta Nacional de Salud.

“El sistema sanitario nos infantiliza y nos trata con paternalismo. Muchos de los problemas que no encuentran explicación son tratados como depresión, cuando existen otras explicaciones posibles, pero parece que las mujeres están más predispuestas a la depresión y a la ansiedad, como si fuera culpa nuestra que no sepamos gestionar según qué situaciones”, señala Laura.

Por suerte, algo comienza a cambiar y es que, poquito a poco, surgen nuevos referentes que consiguen sacar el bienestar psicológico del cajón de sastre. Desde que en los últimos Juegos Olímpicos la gimnasta Simone Biles decidiera retirarse en pos de su salud mental, la importancia de cuidar la salud de manera integral entró en el imaginario colectivo. Laura Marcilla ve claramente un avance en la mentalidad de la juventud: “Las jóvenes tienen menos estigma a la hora de reconocer que van a la psicóloga y entienden que no hace falta estar loca para ir”. Por ello, aconseja Amanda que debemos seguir normalizando que se asista a la psicóloga de forma regular, a modo de revisión y prevención.

Atención pública y de calidad

Lo que tienen claro todas las profesionales almerienses que han participado en este artículo es que la solución a los problemas relacionados con la salud mental en las mujeres pasa por dos cuestiones. Por un lado, la formación en psicología debe incorporar a sus contenidos curriculares una perspectiva de género y ,con ello, añadir y dar más relevancia a asignaturas relacionadas con esta. “A mí me hubiera gustado estudiar más sobre análisis de conducta. Es necesario, no solo para producir una modificación de una conducta, sino también para entender de dónde vienen y cómo se mantienen. Esto en el trabajo con víctimas o con agresores es fundamental”, explica Laura. 

Amanda nos recuerda que son necesarias algunas nociones básicas de sexología. Es inevitable que la situación de toda persona que acuda a la psicóloga no esté afectando a la esfera de su sexualidad. Algo tan importante debe ser atendido de la manera adecuada o como se merece. Estos cambios podrán favorecer que aquellas que necesiten asistencia psicológica puedan tener una atención libre de prejuicios rancios sobre la situación mental de las mujeres.

La psicología necesita voces disidentes de mujeres que cuestionen las prácticas sesgadas por la visión patriarcal.

Por otro lado, la otra solución pasa por garantizar una atención pública de calidad invirtiendo en más recursos. “A la vista está que en las ambulancias no va una psicóloga, no hay psicólogas en los ambulatorios, no existe la figura de psicóloga de cabecera en atención primaria”, añade Amanda. “El sistema de salud público, basándonos solamente en la cantidad de especialistas que se forman, invierte mucho más en psiquiatras y en enfermeras de salud mental (especialidad del EIR) que en las propias psicólogas”, se lamenta Zaida.

La psicología necesita voces disidentes de mujeres que cuestionen las prácticas sesgadas por la visión patriarcal. Mujeres que, como las que nos han acompañado en este artículo, vean más allá de “los problemas de la mente femenina” y entiendan la estructura capitalista y neoliberal  que opera en el pensamiento colectivo, para así ofrecer un tratamiento adaptado, válido y feminista.

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Una revista parida en el sur, con los aires frescos, reivindicativos, inclusivos, diversos, plurales y feministas de Andalucía, pero sobre todo, con las ganas de visibilizar las historias de personas reales olvidadas en los medios de comunicación y de desgranar el sistema heteropatriarcal que las victimiza y/o criminaliza en la mayoría de los casos.

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