La historia de Angustias está asociada indudablemente a la de Blas Infante y todo su legado. Igual que otras mujeres de las que ya hemos hablado, como Josefina Manresa, su vida parece no escapar de esa visión que la reduce a la “esposa de”. Lo realmente significativo es conocerlas y darnos cuenta de que, sin ellas, los hombres que las acompañaron habrían muerto dos veces.
Angustias García Parias nació en Peñaflor, Sevilla, en 1889, rodeada por un ambiente nacional-católico y caciquil. Su madre pertenecía a los Parias, una familia con mucha influencia política y grandes latifundios de tierra. Así, la vida de Angustias se desarrolla en un entorno de lujo y cierta educación formal.
Las cosas cambiarán para ella cuando conoce a Blas Infante, un amigo de su padre, que viene ganando juicios a los terratenientes en defensa de los jornaleros y que habla de la reforma agraria. Angustias se enamora perdidamente de él, hasta el punto que se enfrenta a toda su familia para poder casarse.
Los Parias conocen bien a Infante, y no le perdonan su defensa de la tierra y del jornalero. Aun así, el padre de Angustias, Alejandro García Pinto, que aprecia sin duda a Blas, da el visto bueno y la pareja se casa en Peñaflor en 1919, en una ceremonia un tanto inusual, debido a un despiste del novio, que llegó con varias horas de retraso.
Espinas y rosas
Tras eso, y con solo dos meses de noviazgo, Angustias marcha a Sevilla con Blas, para establecer allí el hogar familiar. Pero las cosas no funcionan en el matrimonio. Angustias no termina de entender el ideal de su marido, la necesidad de defender al pobre cuando podría disfrutar de las propiedades de su familia, que siguiera trabajando para ellos, reuniéndose con anarquistas y comunistas. A Angustias le pesa esto, el enfrentarse a su madre y su familia por Blas, y a Blas por los Parias.
Es por ello, que la pareja decide poner fin a su matrimonio en 1922, y Blas se marcha a Isla Cristina (Huelva). Allí, él empezará una relación con María Castilla, mujer afín a su ideal, hasta que su padre fallece en 1923.
II República
De esta etapa, poco se sabe de Angustias, pero estamos seguras de que el sufrimiento la acompañaba. Cuando Blas regresa a Isla Cristina, después de enterrar a su padre en Madrid, Angustias va a su encuentro, y la pareja pone fin a todas sus diferencias.
Los próximos años son de estabilidad, en todos los sentidos. En 1928 viene al mundo la primera hija de la familia, Luisa Ginesa, llegando tras ella María Ángeles, Luis Blas y Alegría Mercedes (Luis y Alegría nacerían en Sevilla). La familia se traslada de Isla Cristina a Sevilla, y sabiendo de la enemistad con la familia Parias y sus influencias, Blas deja hecho su testamento donde todo lo que tiene pasaría a Angustias, y estableciendo la tutela de sus hijos.
Con la II República, la actividad política de Blas se vuelve frenética, participando activamente por un sistema federal donde Andalucía tuviera un lugar merecido. En Coria, comienza la construcción de Dar al-farah, la Casa de la Alegría, la vivienda que Blas y Angustias diseñaron y construyeron para establecer allí su hogar y pasar toda su vida.
Sea por Andalucía libre, los pueblos y la humanidad
En 1936 se produce el Golpe de Estado. Días antes del golpe, Blas Infante había sido declarado Presidente de Honor en la Diputación de Sevilla y encargado de redactar el Estatuto Andaluz. Pero es detenido el 2 de agosto y trasladado al cuartel de la Falange.
Inmediatamente, Angustias se traslada a Sevilla, donde se dirige al Gobernador Civil, Pedro Parias, su tío, el cual no la recibe y, cuando lo hace, se muestra absolutamente impasible ante los ruegos de su sobrina. Alejandro García, su padre, también intenta interceder por su yerno, pero solo recibe esta respuesta: “Usted lo que debe hacer es irse, porque sino lo vamos a matar a usted como a él”.
Angustias regresa a Coria, rezando para que su marido no sea fusilado, como está pasando en otros lugares de Andalucía. Todos los días le lleva la comida y algunas cosas necesarias para estar en prisión: un colchón, ropa limpia… Cada día, hasta que el 11 de agosto, a Angustias no le cogen la comida, pero sí le devuelven la colchoneta, un anillo, una pluma y su reloj. Blas ha sido fusilado esa madrugada, en el Km.4 de la carretera de Carmona.
Su cuerpo, Angustias quiere ver su cuerpo. Quiere llevárselo a su casa de la Alegría y tenerlo siempre con flores frescas. Pero no se lo dan, y solo sabe lo que ha sucedido cuando el sepultero le confiesa que él mismo enterró a Blas, junto con las 1.104 personas que serían allí sepultadas hasta finales de ese mismo mes.
La Casa de la Alegría
Le confiscan la casa, el último reducto de su matrimonio, y tiene que trasladarse junto con sus hijas e hijo a Sevilla. Allí empieza de cero. Rompe relación con su familia y poco a poco, consigue reunir las 2.000 pesetas que le pedían si quería volver a tener la Casa de la Alegría. Siete años ha tardado en poder juntarlas, pero vuelve a su hogar.
Angustias fallece en 1954, a los 65 años. Enrique Iniesta, en su libro “Blas Infante, toda su verdad”, dice que Angustias no cortaba las flores de su jardín, porque no tenía tumba a la que llevarlas por lo que esas serían las de Blas. Hoy en día, Dar al-farah, es el primer lugar reconocido como Lugar de Memoria Histórica, además de un Centro de Bien de Interés Cultural. En ella, podremos encontrar todo el legado de Blas Infante, un centro memorístico de su obra y vida.
Nada de eso existiría sin la lucha de Angustias, una lucha en solitario contra el olvido de su marido. Un olvido del que ella, ahora, es presa. Que nadie recoja esas flores, que también tienen que ser para ella.
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