Josefina es una de esas mujeres silenciosas que han pasado por la historia de puntillas, cuidadosa, casi imperceptible. Pero la realidad es otra, y todas aquellas que amamos la poesía, tenemos una deuda histórica con ella. Y es que, si no llega a ser por Josefina, la poesía universal contaría con un poeta menos: Miguel Hernández.
Josefina nació con el frío de la sierra de Cazorla. Cerca de donde nace el río Guadalquivir, en el pueblo jienense de Quesada, el 2 de enero de 1916, su madre, Josefa Marhuenda y su padre, Manuel Manresa, tuvieron a su primogénita.
Al poco tiempo, su padre, que era Guardia Civil, fue destinado a varios pueblos de la zona de Alicante, hasta que, finalmente, llegan a Orihuela. Siendo muy joven Josefina empieza a prepararse en el oficio de costurera, pues con el sueldo de su padre no llega para poder mantener a sus cuatro hijas y a su hijo. Esto marcará su vida, dedicada al trabajo y al cuidado.
Fue el 15 de agosto de 1933, durante la feria del pueblo, que un joven Miguel Hernández, de profesión pastor, aunque de vez en cuando escribía algunos versos, se interesó por conocerla. Cosa que a ella no le causó la mínima impresión. Al poco tiempo, el poeta lo intentaría por segunda vez, teniendo como respuesta una leve sonrisa.
El carácter tímido de Josefina, junto con una educación conservadora y católica, basada en el trabajo y en la familia, hacía que la joven de diecisiete años pensara en cualquier cosa menos en el romance. Ni corto ni perezoso, Miguel no cesaba en su empeño: iba a buscarla al trabajo, se hacía el encontradizo, le mandaba dulces y flores. Pero nada tenía resultado. Hasta que un día, a la salida del trabajo, el joven le entregó una carta, en la que decía lo siguiente:
Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo
nacida ya para el marero oficio;
ser graciosa y morena tu ejercicio
y tu virtud más ejemplar ser cielo.
¡Niña!, cuando tu pelo va de vuelo,
dando del viento claro un negro indicio,
enmienda de marfil y de artificio
ser de tu capilar borrasca anhelo.
No tienes más quehacer que ser hermosa,
ni tengo más festejo que mirarte,
alrededor girando de tu esfera.
Satélite de ti, no hago otra cosa,
si no es una labor de recordarte.
–¡Date presa de amor, mi carcelera!
Y Josefina, que hasta entonces había estado huyendo del poeta, decidió arriesgarse. Así pues, el 27 de septiembre de 1934, Miguel y Josefina, anunciaron su noviazgo, el cual no estuvo exento de problemáticas. Miguel empezó a triunfar como poeta, trasladándose a Madrid en dos ocasiones, teniendo éxito durante su segunda estancia y consiguiendo un trabajo que le permitía mantenerse en la capital. Durante este tiempo, el poeta empezó a tener grandes amistades, a salir por los cafés y participar en las tertulias. Su relación con la artista gallega Maruja Mallo era sonada. Pero mientras, en Orihuela, Josefina aguardaba su regreso. Las cartas cada vez eran más espaciadas en el tiempo, más escuetas. Ella no terminaba de entender esa vida en la capital, él cada día estaba más confuso con su lugar en el mundo.
Y en eso, Miguel regresa. Vuelve a su monte, a su oficio. Vuelve con Josefina. Deciden pasar el verano en Cox, donde Josefina tiene unos familiares. El 6 de julio, la joven se despide de su padre, que sigue siendo Guardia Civil en Orihuela.
Y estalla la Guerra Civil. Orihuela se mantiene en el bando republicano. La Guardia Civil es fiel a la República. Pero las noticias vienen y van, y con ellas las acusaciones. El padre de Josefina es denunciado por conspiración. Siendo detenido él y cuatro compañeros más, en el momento del desarme, uno de ellos comienza a disparar contra los milicianos, abriendo una oleada de disparos que acabarán con la vida de Manuel Manresa.
Sin el sueldo de su padre, ahora Josefina es la única que mantiene a su familia. Trabaja día y noche para poder alimentar a sus hermanas y a su hermano. Miguel decide quedarse entonces en Orihuela, ayudando también a la familia en esta dura batalla.
La pareja se casará el 9 de marzo de 1937, pasando su luna de miel en Jaén, a donde Miguel ha sido trasladado para ocupar el cargo de comisario cultural y director de la revista “Altavoz del Frente Sur”. A los pocos días, Josefina regresa a Cox, donde su madre fallece al poco tiempo, quedándose de nuevo ella al cargo de sus hermanas. Miguel va y viene cada cierto tiempo, recorriendo la península en una actividad militante frenética.
El 19 de diciembre de 1937, nace el primer hijo del matrimonio, que fallece a los pocos meses. El 4 de enero de 1939, nace su segundo hijo, Manuel Miguel, el cual sobrevivirá al hambre de la posguerra.
Una vez acabada la guerra, Miguel decide huir a Portugal, siendo interceptado en la frontera y conducido a un pueblo onubense, siendo después trasladado a Madrid. Cuatro meses después, consigue salir en libertad, regresando a Cox, donde Josefina y su hijo lo esperan. Al poco tiempo, es nuevamente detenido, pasando por varias cárceles, hasta que en junio de 1941, consiguen traerlo a la cárcel de Alicante.
Josefina se traslada a vivir a Alicante, donde encuentra un trabajo. Va a verlo a menudo, llevándole cada día la comida a prisión. Miguel por aquel entonces ya estaba enfermo, aunque no lo parece de aspecto físico. Después de enterarse de que su marido tenía el tifus, la mujer mueve cielo y tierra para médicos especializados fueran a la cárcel a verlo. Parecía mejorar. Consigue que la alimentación de su marido sea saludable, que el lugar de reposo sea una zona tranquila y no la fría celda. También que le hagan todas las pruebas necesarias, que reciba los medicamentos y los cuidados adecuados.
Pero aquella mañana del 28 de marzo 1942, cuando Josefa fue a llevarle la comida a la cárcel, como cada día, los carceleros no quisieron cogérsela. Nadie le dijo qué ocurría, y regresó a su casa, con la cesta llena. El castigo de la mujer del preso. La pesadilla que ninguna quería vivir: regresar con la cesta llena.
El legado de Miguel Hernández
Con la llegada del franquismo, la imagen y la poesía de Miguel Hernández fue prohibida y destruida. En 1939, “El Hombre Acecha” estaba próximo a publicarse, pero la imprenta fue atacada y todos los libros quemados. Miguel fue repudiado y su poesía destruida, declarada propaganda comunista.
Pero Josefina luchó contra eso. En silencio, desde su habitación, recopiló todos los escritos de Miguel: poemas inéditos, manuscritos, las cartas que se escribían de jóvenes, las que más tarde se mandaban desde la cárcel. Un total de 5.000 documentos terminaron escondidos en un baúl viejo de su madre. Sin miedo, siendo consciente de que si alguien descubría ese baúl, ella terminaría en la cárcel, se negaba a dejarse vencer por aquellos que mataron a Miguel, siendo ese baúl, la pequeña victoria de Josefina frente al repudio, y la gran victoria de la literatura universal.
A día de hoy, todo ese legado de Miguel se encuentra en el pueblo de Quesada. El baúl fue abierto una vez terminada la dictadura, y de él emanaron todas las palabras escritas con el alma del poeta. Que jamás habrían llegado a nuestros días sin esas manos que cuidaron el papel y la tinta. Sin esos llantos de dolor que seguramente acompañaron cada lectura recordando aquellos tiempos donde la poesía y su poeta eran un rayo que no cesa.
Buenos días.
Me pongo en contacto con vosotras para agradeceros desde la asociación de Mujeres Josefina Manresa en Quesada (Jaén) el espacio que le habéis dedicado a nuestra paisana.
Una mujer que gracias a su lucha mantenemos vivo el legado de uno de los mejores poetas que ha dado este país pero que la historia no le ha dado el lugar que se merece como a tantas mujeres en otras disciplinas. En nuestro pueblo tanto al poeta como a la mujer, Josefina Manresa, se le reconoce su protagonismo en nuestro museo Miguel Hernández-Josefina Manresa al que por supuesto podéis visitar cuando guste.
Una vez más, gracias.
Saludos.
Muchas gracias. Y sigue sin cesar el rayo de amor que habita en su sangre por las personas todas y por la poesía. Por eso vive todavía para las futuras generaciones y por eso fue consciente de esa misión solidaria hacia los demás que caracteriza sus poemas comprometidos a partir de cuándo toma una decisión de colaborar en los tiempos de la guerra con sus mejores recursos, consciente también de que su lucha social fue por un sistema de libertades, con el que eliminar injusticias y desarrollar los derechos fundamentales humanos de todos.
Por Miguel leo y comparto y llora el alma, que también los ojos de vez en cuando, por todo lo que le faltó de poder haber sido de bueno y poeta, para la mejor de las satisfacciones de todos los humanos, españoles y de otras naciones, intelectuales, artistas y escritores.
Muy interesante la historia
Infelizmente, desde la prehistoria se ignora a las mujeres. Se niegan las invenciones femeninas: la agricultura, alfarería, los textiles… ¿Hasta cuándo esta injusticia?
Un abrazo fraternal a LA PODERÍO.
Emotiva y a la vez, doliente historia. Honra Josefina Manresa, que con su quehacer ha honrado tanto a su marido, el gran poeta Miguel Hernández, del que alguna vez también hemos escrito nosotros. Este articulo, lleno de referencias, es admirable. Mi felicitación a quien lo haya escrito. Felicitación y aplauso, al mismo tiempo que hace que crezca más mi admiración por el poeta de Orihuela –poeta español de veras. – As