María García Torrecillas, la enfermera que salvó a cientos de bebés y madres refugiadas
María García Torrecillas, la enfermera que salvó a cientos de bebés y madres refugiadas

Mujeres Andaluzas que hacen la Revolución

13 junio 2023

María nació un 16 de mayo de 1916 en un pequeño pueblo del Valle de Almanzora, llamado Albánchez, en Almería, en una familia acomodada del ámbito rural.

María García Torrecillas tenía los privilegios que otras niñas de su época ni siquiera se imaginaban fantasear. Ente ellos, viajó a países de América Latina siendo muy joven. Su familia profesaba cierto aire liberal, apoyando la libre elección y la educación secular. Esto hizo que, escondida en la serranía almeriense, fuese una lectora voraz, imaginando cientos de vidas posibles y viviendo, más adelante, muchas de ellas.

Con tan solo veinteaños, su familia le dio la venia para emigrar a Barcelona, ciudad muy diferente a supueblecito de Albánchez. Entre lágrimas, y sin ni siquiera suponer que esa sería la última vez que vería a su madre y a su padre, María desembarca en la Ciudad Condal. La acompañaba su hermana y allí, en la gran ciudad, las estaba esperando un hermano mayor. Al poco de llegar, consigue un trabajo dentro de la industria textil, además de colaborar con el Socorro Rojo, atendiendo a enfermos y aprendiendo cosas muy valiosas, que después utilizaría durante su exilio. 

El estallido de la Guerra

Con el estallido de la Guerra Civil, la fábrica textil en la que trabajaba María, pasa a ser una de munición, donde se prepara la metralla del Frente Popular. En el 39, Barcelona cae. La ciudad se sume en un profundo caos y miles de personas comienzan a abandonar la zona. María se encuentra entre ellas, siendo una de las más de medio millón de personas exiliadas que cruzaron la frontera con Francia a consecuencia de la dictadura franquista. Esta mujer fue, también, de las 50.000 andaluzas que huyeron al estado francés. María llega a Francia en 1939. Además de lo tortuoso del propio viaje a pie, que la joven realizó en pleno invierno, tuvo que litigar con los hostigamientos de los fascistas, merodeando alrededor, siempre dispuestos a crear otra Desbandá. 

A pesar de ello, cruzar una frontera no aseguraba nada, pues después quedaba la violencia de quien acogía. María llegó a Argelés-sur-Mer, donde sufrió en carne propia la estancia de los campos de refugiados franceses, soportando situaciones de miseria y podredumbre extrema: hileras de chozas, encharcadas de barro y lodo, rodeadas por alambradas de púas y custodiadas por soldados, que impedían cualquier salida.

Las mujeres enterraban a sus hijos en las arenas para hacerlos entrar en calor.

La zona estaba cerca de la playa, donde la humedad congelaba hasta los huesos. Las mujeres enterraban a sus hijos en las arenas para hacerlos entrar en calor, pero nada era suficiente y los bebés morían ante sudesesperación. La comida consistió, durante mucho tiempo, en una ración de pan y bacalao. Imágenes que hoy nos parecen lejanas, a cientos de fronteras de nosotras, de niñas desarropadas y personas desesperadas, aún, a día de hoy, nos siguen corriendo por las venas.

El hospital como espacio seguro

María vivió allí junto con su compañero Teófilo Sáenz. Al poco tiempo, queda embarazada, y habiendo vivido de cerca el porvenir de muchos recién nacidos en Argelés, decide casarse con Teófilo, y pedir el traslado al campo de refugiados de Santo Cebrián de Rosellón para matrimonios. El traslado es concedido, y María y Teófilo se mudan, aunque las condiciones siguen siendo pésimas. 

Un día, la suerte quiere que María se cruce con Elizabeth Eidenbenz. Esta mujer, nacida en Suiza, formaba parte de un grupo de enfermeras que, ante la deshumanización de los campos de refugiados, prestaba asistencia médica, dirigiendo, además, un hospital maternal ubicado en Elne. María, que en el encuentro con Elizabeth pesaba poco más de 45 kilos, pasa a formar parte de las pacientes del hospital durante su embarazo. 

La joven almeriense, fascinada con el trabajo que las enfermeras realizan en el hospital de Elne, y conmovida por la pasión y la solidaridad de Elizabeth, comienza a acudir, tras dar a luz a su hijo Felipe, de forma voluntaria al hospital para realizar labores de apoyo y cuidado, ayudando a cientos de mujeres refugiadas a dar a luz. Además de la labor que realizaban como sanitarias, el Hospital de Maternidad de Elne también se convirtió en un espacio seguro para cientos de mujeres víctimas de la guerra y su violencia. 

Habían ayudado a traer al mundo a más de 600 bebés, salvando sus vidas y las de sus madres, ante la muerte segura que se cernía sobre los campos de refugiados.

Aquí daba igual la procedencia, lo importante era la vida. Las enfermeras del Elne ocultaron a mujeres judías, que huían del exterminio nazi, dándoles nombres españoles para que no pudieran identificarlas y arrastrarlas a una muerte segura. La propia María falsificó pasaportes y ayudó a decenas de mujeres a cruzar la frontera en los Pirineos, al mismo tiempo que la propia Gestapo le pisaba los talones. El Hospital de Maternidad de Elne estuvo abierto hasta 1944, cuando el ejército de ocupación nazi obligó a las enfermeras a paralizar su actividad. Hasta ese momento, habían ayudado a traer al mundo a más de 600 bebés, salvando sus vidas y las de sus madres, ante la muerte segura que se cernía sobre los campos de refugiados.

En el exilio

El momento en el que los nazis clausuraron el Maternal de Elne, María y su hijo Felipe estaban fuera de Francia. Teófilo, compañero de María, había partido años antes hacia México, donde el Gobierno estaba siendo mucho más receptivo con los refugiados que el francés. En 1943, y tras más de dos años trabajando en el Elne, María decide seguirlo, y, tras un viaje tortuoso y difícil en un barco portugués atestado de exiliados españoles, la joven y su hijo llegan a tierra mexicana. Pero los dolores aún no habían acabado: Nadie los espera en el puerto. Teófilo no da señales de vida y la joven tiene que dar con su paradero gracias a la red de solidaridad que los exiliados han formado en México. Así descubre que Teófilo convive con otra mujer, con la que, además, está esperando un hijo. 

Sola, en un país extraño y lejano, con un hijo y sin ingresos, María saca fuerzas de flaqueza. Gracias a la solidaridad y el apoyo mutuo que los exiliados republicanos habían construido en el país. María encuentra trabajo en el hospital maternal de Ciudad de México. Sus conocimientos, adquiridos en Elne, son muy valiosos aportando nuevas ideas y prácticas aún novedosas en muchas partes del mundo. También, en esta época, conoce a José Fernández, exiliado republicano, junto al cual ha vivido más de 50 años.

En 2007, María regresó a Andalucía, para recibir el homenaje del Día de Andalucía. Tanto su pueblo, Albánchez, como Almería provincia, han realizado varios homenajes a esta gran mujer.

Nuestra resistencia es la de la vida

Nuestra querida María fallecía en 2014, en Monterrey, con 97 años, dejándonos una historia de dolor, de pesar y malvivir, pero mostrándonos con su vivo ejemplo que, hasta en los peores momentos de la historia de la humanidad, cuando el horror se apodera de los cuerpos y los espacios, la resistencia, la vida y el futuro siguen abriéndose paso a bocaos. Y esta resistencia no tiene porqué venir en forma de grandes discursos, ni luchas armadas. La nuestra, nuestra resistencia es la de la vida, la que crece y se expande detrás de unas manos solidarias, unas manos que cuidan, que rechazan el porvenir y apuestan por una esperanza, tal y como hicieron las enfermeras del Elne, que dieron vida aun cuando ésta estaba prohibida. 

Con este artículo, también quiero recordar que este pasado 12 de mayo ha fallecido Remei Olivia Berenguer, última mujer con vida, exiliada republicana que pasó por el Hospital de Maternidad de Elne.

La memoria se va apagando poco a poco. Desde aquí, todo nuestro reconocimiento y cariño hacia quienes imaginaron otro mundo posible, construyéndolo con todo el sudor y todas las lágrimas que aún podían quedar en aquellos cuerpos hambrientos.


Mujeres Andaluzas que hacen la Revolución

Mujeres Andaluzas que hacen la Revolución

Mujeres Andaluzas que hacen la Revolución es un proyecto online que busca situar las experiencias y los saberes de las mujeres andaluzas. Además de mujeres, somos andaluzas, lo cual significa que nuestro papel en la historia no solo ha sido ignorado, sino también manipulado a base de discursos andaluzofóbicos. Necesitamos crear genealogías y referentes que nos hablen de las manos que han construido nuestra tierra. Soy Virginia Piña y estoy aquí para hablar de historia, feminismo y Andalucía.

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