Entrevista a Pepi Sierra Porras, presidenta de la Federación de Mujeres Ágora, y coordinadora de los Encuentros que sobre ‘Comunicación’ está organizando de enero a abril, la Coordinadora Andaluza de Organizaciones de Mujeres Rurales – COAMUR en Carboneras (Almería), Córdoba, Salteras (Sevilla) y Antequera (Málaga).
En el primero de los encuentros que sobre ‘Comunicación y Mujeres Rurales’ se celebró en Carboneras, se destacó la importancia que tiene el tejido asociativo de mujeres, que se nutre de un gran número de asociaciones y federaciones que recorren todo el mapa andaluz, desde el pueblo más pequeño al último barrio de nuestras ciudades.
Pero el día a día de estas asociaciones no es fácil, y más en estos momentos en los que la pandemia ha paralizado muchos programas en los que se venía trabajando. A ello se suma la falta de apoyo de la administración a estas organizaciones que, de forma desinteresada, suplen las carencias de servicios a las que se enfrentan las mujeres en Andalucía.
Tienes un largo recorrido en lo que es el tejido asociativo de las mujeres ¿Cómo definirías el periodo que estamos viviendo ahora?
De alerta máxima. Y ahora que vamos a tener pronto elecciones, vamos a ver. Porque por un lado, estamos temblando, pues no sabemos cómo nos va a salir aquí. Y no olvidemos que Andalucía es un reflejo para el resto de las comunidades, porque así nos lo hacen saber el resto de las compañeras del Estado. Porque Ágora pertenece también a COMPI que es una coordinadora de mujeres por la igualdad a nivel estatal y todas están expectantes de nuestro Consejo Andaluz de Participación, de cómo van las elecciones, etc. Porque es verdad que en Andalucía hemos sido pioneras en leyes de igualdad, de violencia… Se viene trabajando mucho desde el tejido asociativo, se trabaja tanto que si nos tuvieran que pagar por horas nos cargamos el IPC y todos los barómetros.
¿Qué destacarías del primer Encuentro que se ha celebrado en Carboneras sobre ‘La comunicación de las mujeres rurales: dificultades, retos y alianzas”?
Destacaría las intervenciones de las periodistas Marta Soler y Anabel Rodríguez que fueron magníficas y también de las otras compañeras como Paqui Fuillerat de Granada, que hizo una síntesis de las herramientas que tenemos a nuestro alcance para comunicarnos. Tenemos que practicar y cuanto más practiquemos mejor nos saldrá. Conozco a una mujer con 80 y tantos años que no sabía nada de Internet, pero como su hijo se llevó a los nietos a Estados Unidos, aprendió a manejar el Skype sólo para verlos.
Pero también hay muchas mujeres mayores que no quieren y también están en su derecho a no aprender. Tenemos también que entenderlas y no imponerlas. Lo que sí tenemos que ver es que hoy en día por ley las administraciones te obligan a comunicarte por vía telemática y a utilizar las nuevas tecnologías para trámites de todo tipo, aunque existan muchas mujeres que ni tan siquiera tienen ordenador.
Este ha sido uno de los temas que también se han denunciado en el Encuentro de Carboneras, la brecha digital que sufren las mujeres rurales
Claro, es que este es el tema y lo que tú no puedes hacer es forzarlo. Es como si tú ahora dices: todo el mundo debéis tener teléfono. Vale. Pero ¿tengo yo medios para poderme pagar un teléfono, un ordenador?
Esto es como lo que yo llamo violencia bancaria. En los pueblos está haciendo estragos. Ya el otro día hubo una manifestación, pero nosotras llevamos ya tiempo dando la voz de alerta sobre este tema porque han quitado muchas sucursales bancarias de los pueblos. En algunas, en el mejor de los casos, han dejado un cajero, pero en otras, ni eso.
En las zonas rurales suele haber, en las que hay, que tampoco en todas, transporte público del pueblo a la capital, pero no al pueblo de al lado. ¿Y entonces qué pasa si las mujeres mayores no conducen o no tienen coche para ir a sacar dinero? Pues que tienen que dar su cartilla o su tarjeta a un familiar o a alguien que le saque el dinero de sus pensiones. Pensiones que muchas de ellas son ridículas, de 400 o 500 euros.
Y nosotras decimos que, si a ti la ley o el Gobierno te obliga a que para tener esa pensión debes tener una cuenta bancaria, ¿porque me tienes que poner comisiones? Y a esto le sumas que, si cobras el 25 o el 26 del mes y vas y sacas toda tu pensión de la cuenta, pues ahora, tal como funcionan los bancos, si te llega un recibo y no tienes dinero, el banco te cobra a tí el descubierto al no tener dinero en la cuenta.
Habéis tomado alguna medida ante este problema con los bancos
Desde Ágora hicimos un escrito al Defensor del Pueblo para que a esas pensiones pequeñas no le carguen comisiones bancarias.
¿Y qué os dijo?
Pues que eso, así en conjunto, que no se podía hacer, que lo suyo es que nosotras ayudáramos a cada persona que lo necesitara. ¡Pero por favor!, cómo vamos nosotras poder asistir a cada mujer rural. Eso no puede ser. Nosotras no pedimos esto para todas, sino para aquellas pensiones pequeñas, las de menos de 400 o 500 euros, pedimos que no tengan comisiones bancarias.
También hemos hablado con el representante en Andalucía del Banco Santander, José Antonio Lara, y nos dijo que sí, que el Santander ya había hecho un programa muy bueno y es que se le lleva el dinero a la persona por correo. Y dijimos, ¡ah! mira, pues eso está muy bien. Y le pregunté, pero ¿eso tiene coste? Y me dijo, sí. Y ¿quién lo paga? pregunté. El usuario, me dijo. Pues mira que bien, a poca pensión le cargas 3 o 4 euros por llevarlo a su casa, pues estamos en las mismas.
¿Qué otras reivindicaciones tienen las mujeres rurales andaluzas?
Pues ahora el problema más gordo que hay es que estamos intentando que las mujeres no se tengan que ir de sus pueblos, porque son ellas las que afianzan la población. Cuando se van ellas y sus hijos, al final acaban cerrando los colegios, las farmacias, o los centros de salud, y el pueblo se va quedando envejecido.
Hay que dar trabajo a esas mujeres, porque no todas son campesinas ni ganaderas. En las zonas rurales hay mujeres con muchísima formación, con muchísimos conocimientos, que no se dedican al campo. Y lo que se tendría que hacer es dar trabajo a esas mujeres. Por ejemplo, una abogada, que pueda ejercer en dos o tres pueblos, ofreciendo un servicio de atención jurídica, bien en una asociación o en un local del ayuntamiento. Y así de todas las profesiones, para que las que sean de un pueblo tengan la posibilidad de quedarse en él ofreciendo servicios que ahora mismo faltan.
¿Y el tema de la violencia machista en el ámbito rural?
Bueno, eso ya es punto y aparte. Nos hemos dado cuenta por estudios que se han hecho, que el 65% de mujeres rurales desconoce todos los servicios que hay de ayuda a la mujer víctima de violencia. Sólo un 2% sabe que tiene derecho a asistencia jurídica gratuita. Y eso son encuestas que se han hecho a mujeres rurales.
También ellas dicen que en las campañas que hace el Gobierno o la Junta sobre la violencia, ellas no se sienten identificadas. Que no se ven reflejadas ni en las imágenes que se proyectan, ni en las situaciones que ponen como ejemplo.
Y un problema que tienen gordísimo las mujeres rurales es el tema de las denuncias por violencia. Yo voy y denuncio porque he sido consciente que estoy sufriendo violencia de género, pero ¿ahora que pasa? Que voy a la Guardia Civil para denunciar a mi marido, pero resulta que el Guardia Civil es íntimo amigo de él, porque se van a cazar juntos o se ven en el bar todos los días. ¿Cómo voy yo a denunciarlo si cuando llegue a mi casa, mi marido ya sabrá que le he puesto una denuncia? ¿Cómo lo haces?
Muchas mujeres rurales te lo cuentan así, porque en los pueblos se conoce todo el mundo. Y eso es algo que tenemos que cambiar. Tenemos que articular otro modo para que las mujeres rurales puedan denunciar. Nosotras ya se lo estamos proponiendo a la Subdelegación del Gobierno porque ellos son los que pueden hacerlo.
En este tiempo de pandemia, ¿habéis tenido muchas demandas de mujeres rurales?
No te puedes ni imaginar la cantidad de llamadas que hemos tenido a nuestro servicio de asistencia psicológica. Un servicio que hemos ido manteniendo con nuestros propios recursos y ha sido increíble el número de llamadas que hemos recibido de mujeres de zonas rurales, porque los servicios oficiales estaban colapsados, nadie te cogía los teléfonos. Incluso muchas veces las concejalas de igualdad de algunas localidades pequeñas se ponían en contacto con nosotras para ver si podíamos atender a una mujer.
Tuvimos casos como el de una mujer de un pueblo con niños que nos decía que ella no podía más y que se iba de su casa. Tuvimos que llamar a la Subdelegación del Gobierno para que le enviaran a alguien porque como estábamos en pandemia no se podía circular. Y ella decía que prefería que la detuvieran antes que seguir en su casa. Hemos tenido una carga tremenda, con nuestras compañeras atendiendo a todas horas, de mañana, tarde y noche.
Otro de los problemas que se presentan en el ámbito rural es la situación laboral y la conciliación. Mujeres en el ámbito rural que trabajan en sus casas o en sus parcelas, pero no están reconocidas como trabajadoras.
Claro, si tu trabajas en tu campo no rezas como tal porque el que cotiza es él, el marido, y ella no cotiza ni tiene desempleo ni nada, porque ella no figura como que está trabajando. E igual lo de la conciliación. Queda muy bonita en el papel, pero dime de qué manera la llevas a la práctica con las jornadas laborales que tenemos, ¿cómo puedes tu conciliar con eso?
Esto requiere sentarse en una mesa con todas las patas que son necesarias para arreglarlo. Y mientras esto no se arregle, que no se pueda levantar nadie. Porque si falta una pata (una administración competente en cada uno de los temas a tratar) los acuerdos a los que se lleguen no valen para nada. Los discursos de, “vamos a apoyar a la España vaciada” no nos sirven, lo que hay que preguntar es, ¿y tú que estás haciendo?
¿Qué otros temas ves necesario que se tengan en cuenta cuando hablamos de la situación de las mujeres rurales?.
Son muchos los temas pendientes pero la educación y la formación son fundamentales. Tenemos que formar sí o sí y tenemos que habilitar las herramientas necesarias. Una de las reivindicaciones ahora mismo de las asociaciones de mujeres rurales y no rurales es que las doten de herramientas como pueden ser un ordenador. Ahora estamos utilizando nuestros propios ordenadores, teléfonos… y así vamos funcionando, porque en los proyectos no nos permiten meter partidas para comprar ordenadores.
En el Encuentro de Carboneras se ha destacado la falta de relevo de mujeres jóvenes en las asociaciones
Yo a la gente joven le digo que son ellas las que tienen que tirar del carro y que tienen que asumir que nadie mejor que ellas para defender sus derechos. Porque las que estamos ahora nos hacemos mayores y nos tendremos que ir. Son ellas las que tienen que coger el relevo. Y una cosa que recalco mucho, porque se lo oí en una ocasión a Cristina Almeida, que los derechos es lo único que no se hereda y tenemos que estar reivindicándonos constantemente. Eso es algo que no se nos puede olvidar nunca.
En estos momentos, ¿cómo ves el avance en cuanto a los derechos que reivindican las mujeres?
Ahora estamos dando medio paso para adelante y tres para atrás. Y así no avanzamos. Ahora, si lo que queremos es convertirnos en borregas o borregos porque hay cuatro pelaos por ahí que nos están asustando y nos están metiendo las cabras en el corral, pues nuestra es la decisión.
Ahora tenemos una oportunidad, vienen unas elecciones. Por favor, vamos a leernos los programas. Yo no le voy a decir a nadie a quien tiene que votar, pero leamos los programas. Y sobre lo de no votar yo también estoy muy desencantada, ya te lo digo, porque si no votamos, ¿para quién va ese voto? Porque también podemos hacer mucha pupa con eso.
Y también tenemos que apoyar a nuestras mujeres políticas, que lo tienen muy complicado. A mí se me han quejado del mismo problema de todas las tendencias políticas. Dicen, “nosotras estamos hartas de ir a reuniones para confeccionar las listas electorales”. Termina la reunión a las 10 de la noche y ellos continúan en el bar y hacen las listas. ¿Cómo se come esto? Entonces, vamos a echarles una mano, que ya no es solo que las listas sean paritarias, que a ver si alguna va encabezada por mujeres.
Y sobre el acoso y derribo que el movimiento feminista está sufriendo por parte de algunos grupos políticos, ¿qué opinas?
Pues que los de las tres letras están haciendo mella. Vamos a ver, la mujer que escucha que las feministas lo que quieren es quitarles el trabajo a los hombres y ella tiene hijos varones ¿qué va a opinar? Porque aquí no te explican que es feminismo, aquí lo que te venden es feminismo frente a machismo y no, eso es otra cosa. Lo contrario de machismo es hembrismo, no feminismo.
Pero a nosotras lo que nos está matando es el patriarcado que ha visto ahí una rendija por donde meterse. Porque nosotras (movimiento asociativo) no cobramos y ellos cobran por ser políticos. Y aparte, a nosotras los medios no nos hacen ni puñetero caso. Es decir, que tenemos ahora mismo un enemigo muy bien armado y nosotras estamos con flechas.
Y claro, cuando a ellos les dan espacios en medios y salen en una cadena y en otra y en otra, la ciudadanía ¿a nosotras nos ven? ¿a nosotras nos escuchan? Nos escuchan las del tejido asociativo, el resto no. ¿Cómo entonces le podemos demostrar, porque se lo podemos demostrar, que todo eso es mentira? No nos dan la oportunidad y todo eso va calando y calando.
Siempre digo que yo he hecho más feminismo en el autobús de línea que en foros. Muchas veces, cuando voy en el autobús, escucho al conductor o a los pasajeros decir verdaderos disparates, bien de los inmigrantes, de los refugiados, de las mujeres. Y entonces me digo, yo misma: Pepi, ¿entro o no entro? Voy a entrar, decido. Y les digo que eso no es así, que contraste la información y se vayan a las fuentes oficiales, porque los medios no siempre cuentan toda la verdad, porque si te excluyen una parte de la información, no es que te estén mintiendo, pero te están dando solo una parte, por lo que la valoración que yo haga es solo de esa parte, pero no del resto.
MUJERES RURALES
En el informe realizado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino de 2009 “Condiciones de vida y posición social de las mujeres en el medio rural” se manifiesta lo que todavía hoy, 13 años más tarde, es una realidad
“Las condiciones de vida de las mujeres rurales se caracterizan por la falta de oportunidades laborales y la precariedad de los empleos existentes, la falta de infraestructuras y servicios a la población, la falta de acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y la escasa afiliación a la Seguridad Social de las mujeres trabajadoras. Estas características, dice el informe, empeoran su calidad de vida y dificultan la mejora de su posición social, reforzando la desigualdad de género en el medio rural”.
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