María Rodríguez Rodulfo / Cafés Feministas Almería.
Cafés Feministas Almería nos trae esta vez un buen potaje que saben a gloria: una puesta en común con las amigas y compañeras para hablar del amor sano libre de violencias machistas. ¿Quién tiene la receta de la relación perfecta? Aquí te dan alguno de los condimentos.
El 25 de noviembre siempre es un día remarcable en nuestras agendas feministas. Recordamos, desde el corazón y la rabia, a aquellas mujeres que no nos pueden acompañar porque son víctimas de un sistema que enseña a querer hiriendo y asfixiando.
Hoy queremos reflexionar en colectivo sobre cómo podemos parar los feminicidios, actuando preventivamente y cuidándonos desde los inicios. Hablamos de banderas rojas o red flags, de ciclos repetitivos y escaleras de violencia, de puntos de icebergs y de lo visible y lo invisible. Intentamos desmontar las ideas del amor romántico, porque, en palabras de Pamela Palenciano, si es amor no duele.
Necesitamos forjar herramientas entre primas para convertir los “amiga, date cuenta” en escudos protectores contra la violencia machista. Trabajamos mucho en identificar el amor tóxico y las relaciones de poder cuya verticalidad mata, pero, ¿qué es la otra alternativa? ¿Cuál es la receta para el amor sano?
Nadie tiene la receta perfecta, pero…
Lo esencial para nuestras amigas y hermanas es un ingrediente que resuena con fuerza: reciprocidad. La reciprocidad se define como la correspondencia mutua de una persona o cosa con otra. Nuestras relaciones se desarrollan bajo un manto de poder que nos enseña a situarnos siempre en un lugar concreto, donde hay personas que dictan las normas y otras que acatan lo establecido, y lo que concebimos como amor no está exento de ese orden.
Algo que es recíproco o mutuo (otro de los ingredientes con los que hemos querido definir el amor sin patriarcado) rompe con lo sistemático y pone en el centro la horizontalidad y los cuidados.
A querer bien se aprende desde la experiencia con una misma. Practicar los autocuidados y el amor propio ha sido siempre una estrategia de defensa contra el patriarcado. Sanar la relación con nuestros cuerpos perfectamente imperfectos, atravesados por los cánones de belleza y el rechazo a la diversidad, constituye el aderezo perfecto para proyectarnos hacia relaciones libres de violencia.
Potaje de amor
El cariño se sitúa como otro de los ingredientes fundamentales para nuestra receta colectiva del buen amor. El cariño asienta las bases del respeto y la admiración, siempre desde una mirada horizontal, donde hay espacio para valorarnos y convertirnos en nuestras propias referentes sin necesidad de mirar hacia fuera.
Lo último para terminar de equilibrar los sabores es la comunicación. Hablar sobre lo que nos duele para sanar nuestras heridas y comunicar nuestros deseos y necesidades, desde la perspectiva de poder mejorar y disfrutar de la compañía de la(s) otra(s) persona(s).
Así, removiendo todo lo aprendido de vez en cuando a fuego lento y con el calorcito del movimiento feminista, tendremos un amor que nos haga crecer y nos devuelva todo el placer arrebatado durante años.
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