En mi caso, estas diez preguntas me han acompañado y me siguen acompañando en este proceso, al igual que mis amigas.
Terminar una relación, mudarse o sufrir en mayor o menor medida los efectos de una pandemia. Independientemente de la razón, la necesidad de parar para reflexionar sobre cómo construimos nuestras relaciones sexo-afectivas, deconstruyendo la idea de amor romántico que el sistema capitalista nos inyecta como un automatismo más y colocarnos en otra posición para aprender y seguir caminando no es fácil ni cómodo.
1. ¿Cuidas, te cuidan o es mutuo?
Dice mi abuela, Mercedes Gómez, que “si no nos cuidamos nosotras, no nos va a cuidar nadie”. Y tiene razón. Ambas vivimos: solas y en comunidad a la vez. Desde hace cuatro años, mi yaya reside en “su casa”, un centro de mayores con 30 personas más y yo decidí mudarme a un pueblo de Málaga hace unos meses, en un movimiento consciente de acercamiento a mis redes de cuidados elegidas.
Si bien cualquier generalidad conduce a errores, lo cierto es que, desde pequeñas, las niñas estamos educadas por automatismos de cuidado hacia los demás, empezando por las dichosas muñecas y las cocinas en miniatura. Sin embargo, debemos replantearnos el rol de niñas, adolescentes y mujeres más allá del papel de cuidadoras que, en muchas ocasiones, pone a parejas, familiares y/o personas cercanas por encima de nuestra propia integridad física y salud mental.
2. ¿Utilizas la rabia como forma de defensa?
¿Te has preguntado alguna vez por qué? En contextos de conflicto, algunas personas tienden a huir o responder con rabia. Si bien hay autoras que defienden la dignificación de la rabia como forma de resiliencia ante la opresión, a veces surge en situaciones cotidianas en las que la falta de comunicación continuada fomenta el estallido. Parar, escucharse y saber cuál es el momento de poner límites, verbalizándolo o buscando ayuda puede ser la mejor forma de responder ante una situación de conflicto.
3. ¿Huyes hacia delante?
Dedicar tiempo a pensar si nuestras decisiones sexo-afectivas nos satisfacen realmente no es cómodo y, algunas personas, ni siquiera tienen el privilegio de poder disponer de ese momento por cumplir con otras responsabilidades, ya sean personales o profesionales. No obstante, esta pregunta hace referencia a llenar vacíos de manera voluntaria, desconectando de los sentipensares para no detenerse a analizar si esa relación te sigue aportando lo que querías, si es un periodo pasajero y quieres seguir construyendo desde ese vínculo, o si es el momento de soltarlo.
4. ¿Eres la salvaora de la pareja?
Generar espacios de horizontalidad significa no ser la madre o la hermana mayor de tu pareja, sino construir vínculos basados en la comunicación, desde el respeto y la confianza mutua. Independientemente del tipo de pareja monógama o poliamorosa, como teorizaba en Brigitte Vasallo en Pensamiento monógamo, terror poliamoroso, estas son las claves para evitar estructuras desiguales que solo generan dolor.
5. Esa confianza… ¿es ciega?
En ocasiones, los aprendizajes vitales nos conducen a asumir riesgos sin pensar en las consecuencias. No obstante, el miedo, en su justa medida, puede ser un instrumento poderoso de confianza consciente, que dé voz a la parte más vulnerable de la persona, ya sea decidiendo disfrutar de la soltería o en vínculos de pareja. Judith Butler en Vida precaria defendía la idea de imaginar una comunidad basada en la “vulnerabilidad y la pérdida”, como elementos transformadores a gran escala, que también pueden ser interpretados a pequeña escala en nuestras relaciones sociales.
6. ¿Te has convertido en el monstruo de las galletas sentimental?
“Qué buena pareja hacéis”, “se os ve tan felices”, “me encanta que tengáis vuestros espacios”, “qué buena madre eres”, “eres una gran profesional”, “ojalá tuviese tu puesto de trabajo”. Cualquier tipo de identificación con una esfera de tu vida es incompleta, ya sea personal o profesional, y simplifica cuestiones de la personalidad compleja de cualquier persona, que trascienden los límites de una pareja o de un trabajo. Las ansias por satisfacer proyecciones irreales de ti misma en la sociedad pueden alimentar un monstruo de las galletas que cada vez demandará ser alimentado con mayor virulencia, con esa resbaladiza idea del éxito basada en la felicidad individual.
7. ¿Lo que pasa es que te cuelgas?
Que diría el grupo granadino El Puchero del Hortelano. ¿Proyectas tu vida a futuro con clichés que tienen que ver con el amor romántico? Una pareja, una casa, un perro, un coche… Deconstruida en el feminismo y proyectada en amor romántico. A eso hacía referencia la periodista Isabel Cadenas, creadora del Podcast De eso no se habla en su colaboración con Las Raras en su especial sobre amor y confinamiento.
8. ¿Qué tal tu Señora Loba interior?
“Hola, soy el señor Lobo, soluciono problemas”, decía Harvey Keitel en su papel de señor Lobo en Pull Fiction, pero ni todos los problemas dependen de una misma, ni la salvaora interior puede redirigir todas las conversaciones con cuñados sobre feminismos, ni solventar la falta de comunicación que se produce en muchas parejas con el paso del tiempo. Autocuidarse también significa no entrar en aquellas batallas que te pueden robar tiempo y energía si simplemente no te apetece.
9. ¿Te has reconciliado con tus defectos?
Sí, sí, somos personas y, en muchos casos, muy bien leídas, pero el afán por el perfeccionismo y el Entusiasmo del que hablaba la cordobesa Remedios Zafra en este mundo capitalista heteropatriarcal, también nos ha conducido a desarrollar una suerte de personalidad múltiple que pendula entre la piedra dura de Chipiona hiperactiva, aunque consciente de sus vulnerabilidades, y, la falta de espacios para errar y aprender, solo oyendo a la verduga interior.
10. ¿Te das, al menos, media horita al día?
Confundir el autocuidado con llenar de actividades nuestro poco tiempo libre derivado de la precarización laboral, puede generar más estrés y ansiedad. Darse tiempo simplemente para respirar, limitar el tiempo en redes sociales, socializar con tus comadres y aprender a parar puede ser el mejor ejercicio para deconstruir el amor romántico… ¡Ah! Y recuerda, una buena lecturita de La Poderío lo quita tó.
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