Bombo Ndir es activista y feminista decolonial. Migró de Senegal en busca de una vida mejor. Es presidenta de la Asociación de Mujeres Inmigrantes Subsaharianas (ADIS), y forma parte de la Red de Migración y Género, un colectivo integrado por mujeres de diversas latitudes, cuyo fin es darle una vuelta al poder, al saber, al hacer y al cuidar.
Bombo Ndir migró al Estado español a finales de los 90, para emprender un viaje a Europa en busca de una mejor vida de la que dejó en Senegal. Tuvo que renunciar, en su momento, al cuidado de sus cinco hijos, afrontar un embarazo en pleno divorcio con la soledad de aterrizar en una España que podría entender su “difícil situación, porque ya había pasado por una guerra civil, donde cientos de miles de personas habían emigrado”.
A pesar de llevar años residiendo en Cataluña, se encuentra con una situación “esquizofrénica”, pues la Ley de Extranjería le dicta que “es ilegal” por no tener la documentación en regla, invitándole a marcharse, aunque, al mismo tiempo, le exige que debe permanecer en el territorio español durante 3 años para regularizar su situación administrativa. Al igual que Bombo, más de 600.000 personas se encuentran en esta encrucijada.
El activismo y entender la situación de las mujeres migrantes llegadas a otro territorio fue lo que hizo a Bombo Ndir formar parte de la Red de Migración y Género, colectivo integrado por mujeres y organizaciones feministas de diversas latitudes que, desde sus saberes situados, genealogías diversas y acción activista en sus territorios de origen, deciden impulsar una apuesta colectiva y transformadora desde el feminismo decolonial para darle una vuelta al poder, al saber, al hacer y al cuidar.
En la Asociación de Mujeres Inmigrantes Subsaharianas (ADIS), de la que es presidenta, trabaja como mediadora intercultural e investiga sobre mutilación genital femenina. Para ella, las mujeres son quienes sufren más, debido a la situación de vulnerabilidad a la que las conduce el ser despojadas de sus libertades y desplazadas a ser invisibles, más aún en los procesos migratorios.
Bombo recalca durante la entrevista que las sostenedoras de la vida siempre han sido las mujeres, pero, al mismo tiempo, son quienes atraviesan dificultades para que sus vidas sean dignificadas. En este rato nos habla de los retos que le tocan a un país que ve cada día llegar a sus costas a cientos de senegaleses, de las resistencias políticas y las formas de accionar desde una visión decolonial, siendo esta su manera de concebir el activismo para hacer de esta sociedad más justa e igualitaria.
¿Cuáles son las razones de que tantas personas senegalesas tengan que salir del país y sortear las costas atlánticas hasta llegar a Canarias?
El empobrecimiento de la población de Senegal tiene que ver con el proceso civilizatorio impuesto por Occidente, y esto se manifiesta en una fuerte dependencia europea, de ahí que no puedan alcanzar su libertad y su autonomía. Hay un legado colonial muy presente en Senegal. De ahí que la juventud vea como única alternativa salir del país como pueda, y sin temor a arriesgar sus vidas.
Las mujeres que se quedan siguen soportando el empobrecimiento y la falta de reconocimiento como actores clave para el sostenimiento de la vida, y las madres que pierden a sus hijos por el camino padecen las consecuencias debido a la injusticia social que hay en Senegal, fruto de la corrupción de sus gobernantes, que prefieren seguir entregando su país y sus recursos a los colonizadores.
Aunque no estén en el territorio físicamente, sí lo están en las políticas internacionales que condicionan la economía de Senegal. Ejemplos de ello son las grandes empresas de pesca, la imposición de la moneda, la falta de autonomía económica del país para decidir sobre su propio futuro.
El modelo de desarrollo universal impuesto por Europa y la ONU, a través de la Agenda 2030, en realidad no tiene en cuenta la realidad específica de cada territorio, es un desarrollo homogeneizante, que no reconoce la diversidad. El modelo actual mundial global de desarrollo es colonial y creen que no pueden hacer otra forma diferente de desarrollo.
Hablas de que las mujeres son las sostenedoras de la vida y realizan un trabajo fundamental en Senegal, pero con la salida de jóvenes del país, la situación está cambiando.
Las mujeres somos el motor de desarrollo en Senegal. Desde las actividades informales comerciales que realizamos, las compras, las ventas, viviendo día a día. Lo que se comerá mañana se buscará mañana. Las mujeres eran quienes vendían el pescado, cuando había, y quienes hacíamos la transformación de los alimentos, pero ya nos quedamos sin trabajo. Nos quedamos sin poder y sin capacidad de gestión, cuando antes teníamos nuestra autonomía económica.
Esta situación cambió radicalmente con el acuerdo firmado con la Unión Europea, pues avala a Francia y a España para que firmen un contrato con mi país. Estas son las claves que hacen que las mujeres sigan sufriendo, y más aún con la situación del COVID. Las ha afectado especialmente a ellas, a nivel psicológico y físico.
Parece que las políticas migratorias dan la espalda a las personas migrantes africanas. ¿Qué puede hacer la sociedad civil frente a esto?
Primero, partir de un reconocimiento, darle un valor a las personas que migran a España. Aquí también salieron muchas personas durante la dictadura huyendo del hambre en busca de una vida mejor. Las africanas tenemos muy presente nuestra memoria histórica, esto nos ayuda a conocer y reconocer quién está aquí delante de mí. De ahí el pensar en la vida, en la libertad de movimientos y la libre elección de dónde acudir para dignificarse. Creo que España debe hacer una reflexión profunda, no puede pensar en obtener el pescado de Senegal. obviando la situación de las personas que se dedicaban a esta labor y luego, cuando lleguen aquí, rechazarlas”.
La cooperación surgió para lavar conciencias con el fin de hacer que los países que vivieron la esclavitud y la colonización mejoren sus condiciones de vida, pero, cuando llegan a los territorios de los colonizados, lo que hacen es rechazarlos. Estoy segura de que, si mi país viviera sin los colonizadores, estaríamos en otro nivel, porque tenemos recursos naturales valiosos como oro, diamantes, gas y pesca para poder ser autosuficientes.
Precisamente, los países que se quejan de las gentes que llegan a sus costas son los que fueron en barcos a África a colonizar, con una idea clara de aprovecharse de los recursos, y no se encontraron fronteras. Creo que Europa debe dejar de lado la situación esquizofrénica que tienen de que “nos aprovechamos de los recursos pero a ti no te quiero”.
Por ello, la sociedad civil deberá reivindicar y reclamar el perdón de lo que hizo Europa a África, y lo que sigue haciendo. Y con el reconocimiento de los Derechos Humanos intentar que tengamos dignidad. La ruta mezcla refugiados, demandantes de asilo, personas que abandonan sus países porque quieren salvar sus vidas…
Todxs cogen la misma ruta porque no hay un respeto de Europa hacia estas personas que tienen derecho a la movilidad. La sociedad civil tiene que escuchar a estas gentes y entender que el dinero que se invierte en deportaciones, en Frontex, en Centros de Internamiento de Extranjeros, en políticas migratorias excluyentes, pueden ir destinadas a ayudar a las personas migrantes que llegan aquí.
Aludes a una Ley de Extranjería poco solidaria con quienes deciden rehacer sus vidas una vez llegados aquí. ¿Las discriminaciones sociales e institucionales son tan evidentes? ¿Cómo las vivís las mujeres?
Yo entendí que en España nos recibirían con los brazos abiertos por su propia historia. Nos encontramos con un racismo institucional y estructural terrible. Primero, por la Ley de Extranjería, que no respeta los Derechos Humanos; segundo, por las propias instituciones, que no se adaptan ni se amoldan a cánones interseccionales, ni interculturales, ya sea en empresas, en escuelas o en otros espacios fundamentales para la socialización y la mejora de la convivencia.
Yo, como mujer, negra, africana, tengo que demostrar cuatro veces más mis capacidades para optar a un puesto de trabajo. ¿Cómo es posible que España, que tiene una diversidad increíble, niegue su negritud? España niega a las personas afrodescendientes que están aquí.
Lo que está haciendo un país supuestamente democrático, y la instrumentalización que realizan los partidos de extrema derecha con las personas migradas, es apuntarnos y ponernos en jaque como enemigos de la sociedad cuando estamos atravesando vulnerabilidades y desconocen la situación que estamos viviendo. Sobre todo, cuando sabemos que España necesita mano de obra migrante, que cuentan con nosotrxs para crecer demográfica y económicamente. Esto lo tenemos que poner sobre la mesa, hablarlo claramente, y buscar una solución.
Lo que pido a España cuando vaya a firmar un convenio con Senegal es que respete los derechos humanos y no se deje arrastrar por las corrupciones que hay en mi país. Entiendo que haya acuerdos entre territorios, pero hay más que hacer, como formar y entender que las familias senegalesas tienen como oficio la pesca y quienes tienen que decidir sobre cómo afrontar sus recursos son ellos. Y que sean también ellos quienes vendan a donde quieran, porque eso evitará el desplazamiento de miles de personas y, sobre todo, acabará con el sufrimiento y aumentará la autonomía de las mujeres, quienes se ven más expuestas al abandono.
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