Pamela Palenciano Jódar | COMUNICADORA Y ACTIVISTA FEMINISTA “Nadie puede discutir tu verdad cuando hablas desde las tripas”
Llama la atención la energía que arroja Pamela Palenciano Jódar (Andújar, 1982) cuando habla de violencia patriarcal, relaciones amorosas y maltrato. Le “nace de las tripas” contar lo que cuenta y cómo lo cuenta: afirma que podemos cuestionar teorías pero no lo que ha vivido, lo que lleva dentro. Ha sabido hacer de lo personal algo político y lleva trasladando su relato y experiencia a las aulas desde que fue consciente de estar inmersa en una relación machista donde sufrió violencia durante años. De las aulas al teatro, y de Jaén a Málaga, Madrid, El Salvador y vuelta a la Península Histérica, como le gusta decir.
Como un cante de ida y vuelta, Pamela ha sabido transformar su feminismo a medida que su experiencia vital ha ido creciendo y evolucionando. En el Teatro de Barrio viene representando No solo duelen los golpes con notable éxito y ahora también con Me sobra la mochila, una obra donde, en clave infantil, explica la igualdad. De los inicios y la evolución de No Solo Duelen Los Golpes hablamos con Pamela
Recuerdo la primera exposición fotográfica de No solo duelen los golpes en Málaga en 2004. ¿Por qué elegiste ese formato?
Empecé terapia a mediados de 2003. Estaba estudiando y recuerdo perfectamente que por mis miedos no fui demasiado social los primeros años de carrera. Dos amigas, Iría y Mar, no me veían bien cada vez que veía el novio de una amiga a casa: me recordaba a mi ex. Me recomendaron que fuera el Centro de la Mujer y en la terapia que allí recibo es cuando me doy cuenta que había sufrido violencia machista. Me costó mucho asumirlo, me cabreé con la psicóloga e incluso con Mar, Iría y Pablo, mi entorno más cercano, porque no entendía muy bien qué me estaba pasando. En las terapias las mujeres tenían más edad que yo, tenían familia e hijos, las situaciones eran distintas a la mía.
El día que realmente me di cuenta que estaba muy jodida fue cuando me vi reflejada en la historia que contó una chica de veintitantos sobre la violencia y los silencios. Si esto nos pasaba a las 16 que estábamos allí quería decir que fuera había más y que nadie lo estaba contando. La psicóloga pensó que yo podía contarlo de forma creativa para canalizar mi rabia porque en ese momento yo estaba estudiando comunicación, de forma que opté por la fotografía porque significaba menos presencia de mi cuerpo. Estaba muy quebrada como para exponerme como me expongo ahora. La idea inicial de la exposición la tuvo un profesor de la facultad, de ahí pasé a conocer a la Plataforma Violencia Cero y más tarde hice yo mi propia exposición.
NSDLG comenzó con la fotografía y ha mutado poco a poco: talleres, charlas y teatro… ¿cómo explicas esta evolución?
La evolución de NSDLP ha ido de forma paralela a mi evolución personal y a la evolución de la sociedad con el feminismo. Empecé con una exposición de fotos en la facultad de Ciencias de la Comunicación de Málaga y por el camino me encontré a ángeles como Rosa, una profesora de Torrox que me invitó a su instituto para contar mi historia.
En mi primera charla duré muy poco hablando porque me quebré al contarlo en público. Cuando fui al instituto de Rosa con las fotos, duré media hora y me di cuenta que contarlo era terapéutico para mí y, además, conseguía captar la atención. Más tarde digitalizamos las fotos para no llevarlas físicamente en cada charla. Y eso mutó poco a poco a un taller con un formato más potente sobre la prevención de violencia de género con apoyo de las fotos en digital. Desde hace cinco años es un monólogo,
¿Cómo usas el teatro para concienciar sobre la violencia machista?
En El Salvador conocí el teatro y ahí empiezo a transmutar mi experiencia: ya no hablo de mi, hablo desde mi: me pongo el personaje de aquella adolescente, el personaje de Antonio como maltratador y cuento toda la historia. Comenzó siendo “Taller de prevención violencia de género”, después “Monólogo contra las violencias machistas” y ahora yo le llamo “Monólogo que denuncia las violencias patriarcales” porque para mi, ahora, el concepto patriarcal engloba todas las violencias.
En este momento bebo mucho más desde un feminismo intersecciones y de un feminismo anarquista que abarca todo tipo de desigualdades y asimetrías en la sociedad, no solo la asimetría heterosexual entre hombre y mujer. He evolucionado porque una va leyendo y va conociendo. Vas mutando, te transformas, la rabia se coloca en otro lugar. En mi monólogo ahora hablar de mi experiencia es una excusa para hablar del resto de la sociedad. Es un “pretexto” tal y como se dice en el teatro, para después denunciar el resto de cosas.
He evolucionado porque una va leyendo y va conociendo. Vas mutando, te transformas, la rabia se coloca en otro lugar. En mi monólogo ahora hablar de mi experiencia es una excusa para hablar del resto de la sociedad.
¿Existe un mejor formato para hacer llegar y explicar de forma clara y contundente la violencia machista?
No sé qué decirte sobre si existe un mejor formato para llegar y explicar todo esto. Lo que sí sé es que cualquier cosa que parte de una (aunque sea para hablar de matemáticas) , cuando te abres al mundo y hablas desde ti no hay más verdad que esa. Nadie te puede discutir tu verdad porque estás hablando desde tus tripas. No sé si es el mejor formato pero a mí me ha funcionado.
¿Y cómo logras combinar el teatro y el humor para hablar de violencias machistas y patriarcado?
He encontrado en el teatro y en el humor una herramienta potentísima. Estaba hasta el chocho de que se rieran de mí y de que me juzgaran. Observé que la clave era la risa, reírse y comencé a hacer un humor. Luego vi que, sin saberlo,yo hacía humor feminista y aprendí de Alicia Murillo que el humor feminista va desde dentro hacia fuera, me río desde mí y hacia arriba, hacia el poder. El humor de clichés, de estereotipos que es el más común y el más fácil se ríe siempre de lo inferior. Si haces humor en un chiste te acabas riendo de las mujeres, de los niños, de los negros, de los maricones, de lo que está por debajo.
El humor feminista va hacia el poder. Es un humor que le da la vuelta a las cosas. Por otro lado está el teatro, que para mi ha sido terapéutico. Me coloco en un personaje desde el que cojo distancia para que personalmente no me revuelva tanto, si no no podría hacerlo porque el cuerpo tiene memoria. Al final el cuerpo revive lo que has pasado, es algo que me han explicado muchas veces Celia que es la compañera que está conmigo en el proyecto. Cuando pones al cuerpo en juego, por mucho que lo hayas superado, estás reviviendo cosas. El teatro parte de un cliché humano, con lo que al final la gente se ve reflejada aunque no quiera.
Lo combino sin hacer de lo dramático un chiste (que a veces también porque he aprendido mucho del humor salvadoreño aplicándolo a mis privilegios como mujer blanca y española) Y no estoy riéndome de algo dramático: lo que estoy haciendo es exponer con humor el sometimiento tan jodido al que nos subyuga este sistema a las que no somos del arquetipo macho alfa. Y con macho alfa no solo me refiero a los hombres: hay una masculinidad hegemónica que no solo pasa por un cuerpo con pene.
El modelo masculino es el del éxito y el femenino representa la debilidad, la feminidad, el cuidado, el gestionar las emociones del mundo. El masculino representa la fuerza, la rapidez, la competitividad, tirar palante sin importante nada en la vida. Por eso encuentro en el teatro y en el humor esta manera de poner un espejo y plantearnos hasta qué punto en estos países primermundistas somos libres. ¿De qué estamos libres?
¿Cuándo comienzas a tener conciencia feminista?
Creo que siempre he sido feminista pero nunca saqué esa conciencia a la luz. De pequeña notaba que había cosas en el mundo que no me molaban y me parecían injustas.. De hecho, rechacé la feminidad hegemónica, tuve una infancia donde yo quería ser un niño, sobre todo para que mi padre me reconociera.
Buscaba todo lo masculino, todo lo que tenía que ver con el éxito: las motos, el fútbol, hablar fuerte, pegar como un niño. Quería ser todo lo contrario a una niña y pensé que de adolescente me iban a gustar las chicas, porque como era tan marimacho pensé que en ese marimachismo mío me iban a acabar gustando las tías. Con el tiempo he entendido que lo que quería era que mi padre me viera porque él siempre quiso un niño. Jugaba a muñecas pero hacia fuera había en mi masculinidad.
Pero cuando me enamoré me calló una Barbie encima. Me tinté el pelo de rubio, me puse botas altas, minifalda corta. Había vivido una masculinidad en mi infancia, pero existía una influencia y un camino que seguir, que era el de ser niña. En la adolescencia me cayó la feminidad hegemónica.
Por eso te digo que la conciencia feminista estaba ahí desde siempre, haciendo ruido, pero no podía nombrarlo porque no lo conocía. De hecho, también existía el estereotipo, más fuerte en un pueblo, de que la feminista era la lesbiana camionera que odiaba a los hombres. Yo no era lesbiana, si lo hubiera sido me hubiera hecho feminista antes. Todo esto pegó un zambombazo estando en Málaga, aunque ahí aún lo que tenía era mucha rabia, comencé con un feminismo más institucional.
¿Y cuándo llega ese “click”?
Cuando llego a Madrid y conozco el Área de la Mujer de Radio Vallekas y el proyecto – red “Nosotras en el Mundo” que sigue activo como red de radios feministas. Ahí es cuando lo entiendo todo y veo que no es un problema mío si no que hay toda una una estructura.
Me enorgullece pensar en un feminismo andaluz: en la lucha de la violencia machista hemos sido y somos pioneras
Naces en Andújar (Jaén) y comienzas tu periplo en Málaga, donde le siguen Madrid o El Salvador y otros países de Latinoamérica. Muchos viajes de ida y vuelta, muchas experiencias y muchas relaciones. ¿Cómo influyen tantos kilómetros en tu forma de entender los feminismos?
Me encanta cómo me planteas esa pregunta porque la interseccionalidad desde donde yo veo el mundo parte de mi experiencia y de haberme cuestionado a mi misma muchas veces y bajarme de mis privilegios como mujer cishetero y blanca. En los feminismos he encontrado diferencias, desigualdades y similitudes. Diferencias porque el mismo contexto nos influye para beber más de unos feminismos que de otros, similitudes porque en todos los feminismos el objetivo común es acabar con el sistema patriarcal y capitalista.
Pero también es cierto que en todos los casos la forma de acabar con el sistema no es igual. Hay algo que me está gustando mucho de los feminismos y es que no son dogmas, aunque a veces se nos olvida el objetivo común y acabamos pegándonos duro entre nosotras. Hay tanta diversidad que a veces nos cuesta llegar a puntos en común . Están los feminismos hegemónicos, que son los más cercanos a la blanquitud, al poder o a la academia y,por supuesto, a la localización en las grandes urbes , creyéndose que de ahí parte la lucha feminista. Es muy desagradable encontrar a gente que no quiere bajarse del poder.
¿Has visto similitudes y diferencias en la situación de desigualdad de las mujeres andaluzas y el resto del estado y países del sur?
Qué dificil. Dentro de la discriminación histórica que ya tenemos como comunidad autónoma, dentro del empobrecimiento que hemos sufrido las mujeres y de tantas situaciones de desigualdad, tengo una mirada sobre Andalucía de mucho poderío. Cuando viví en El Salvador me sentí muy cómoda por la similitud. Nunca se lo he escuchado a ningún filólogo pero hay en el acento salvadoreño existe el “joteo”, como cuando decimos “jí” en Andalucía. Vivía allí y me recordaba a Andalucía:un país jodido pero siempre con ganas de bailar y sonreir.Tenía allí un vínculo como el que tengo con Andalucía, algo muy ancestral. Sería injusto decir que son lo mismo porque obviamente hay muchas más ventajas en Andalucía pero es cierto que en esencia me recuerda.
¿ Crees que puede existir un feminismo andaluz? ¿Lo necesitamos?
Para mi es necesario, no por poner fronteras, si no por reivindicar lo personal, hacerlo político y poner en valor la identidad. Veo mucha andaluzofobia y vivo cómo por ser andaluza la gente te mira desde otro lugar. Tenemos que reivindicar la lucha de las mujeres en el sur porque no solo pelean las que están en las grandes capitales. Me enorgullece pensar en un feminismo andaluz: en la lucha de la violencia machista hemos sido y somos pioneras. Lo veo desde fuera.
Me ha encantado , como relatais tanta verdad… Ojalá todas las mujeres hablasen desde las tripas 😉