La huelga feminista del 8 de marzo es de consumo, enseñanza y cuidados
La huelga feminista del 8 de marzo es de consumo, enseñanza y cuidados

Antonia Ceballos Cuadrado

5 marzo 2019

Hablamos con la Asamblea Feminista Unitaria de Sevilla para profundizar más en estos ejes de la huelga.

Ponen sus cuerpos para construir una huelga que es de todas y para todas. Ponen sus cuerpos en cada acción, en cada hora robada al sueño o al ocio para estar en las asambleas, en los actos previos al próximo 8 de marzo o en esa huelga que es mucho más que una huelga laboral. Son solo uno más de los miles de grupos de mujeres que en estos días se encuentran aquí y allá con fuerzas y alegrías renovadas, pese a que vivimos tiempos difíciles en los que el machismo más rancio y violento se va extendiendo como una mancha de aceite.

Nuestra tierra es tierra de lucha, de resistencia y de resiliencia y nuestras mujeres son el más claro ejemplo de ello. Frente al fascismo, la receta solo puede ser más feminismo. Y eso hacen las mujeres de la Asamblea Feminista Unitaria de Sevilla la mañana en la que nos las encontramos en una mesa informativa en el mercado de abastos de la calle Feria, para que ni una sola mujer en la ciudad se quede sin saber en qué consiste la huelga del próximo viernes.

La huelga este año vuelve a tener cuatro ejes, como el año pasado: el laboral, el de consumo, el de cuidados y el de enseñanza. En lo laboral “el movimiento apuesta por 24 horas porque no nos precarizan dos horas por turno”, explica Ana García que no pertenece a la Asamblea, pero está echando una mano en la mesa porque le gusta estar “con las que luchan”.

Manifestación feminista en Andalucía.

Huelga de consumo

En cuanto al consumo advierte que “después de las manis nos vamos a tomar la cerveza y eso no tiene sentido ninguno” y explica que “lo que se intenta es que el consumo sea más local y que no sea agresivo”. Tania Martínez, que sí pertenece a la Asamblea, hace especial hincapié en este eje de la huelga feminista: “se trata más bien de repensar la forma de consumo que tenemos a nivel global”, nos indica. Es decir, “no podemos sustentar nuestro bienestar y nuestra forma de vida sobre la explotación de otros territorios de los sures globales”; por eso, la lucha feminista debe ser por definición anticapitalista. El objetivo es, como indican en uno de los panfletos que están repartiendo esa mañana, “construir un consumo alternativo que respete nuestros derechos y nuestras vidas”.

Huelga de enseñanza

Cualquier mujer que haya pasado por las aulas sabe que son espacios no seguros. Cambiar eso es fundamental, pero también lo es apostar por otro modelo educativo que pase por una escuela “pública, laica, feminista y de calidad”.

Estamos reivindicando que haya una asignatura afectivo-sexual ya desde la infancia porque no se trata solamente de hablar de la sexualidad desde un punto de vista reproductiva y biológico sino también de que podamos analizar todas las emociones”, explica Tania para la que generar otro tipo de sociedad con otro tipo de relaciones pasa por trabajar desde la infancia.

Huelga de cuidados

La huelga de cuidados es la más difícil de articular y, sin embargo, es clave para demostrar que “si nosotras paramos se para el mundo”. Sería inviable pagar económicamente con un salario medianamente decente todo ese trabajo que las mujeres hacemos gratis a costa de nuestros cuerpos, de nuestras vidas y de nuestra autonomía personal.

Aprovechando que estoy en la mesa informativa y que, a través de la aplicación Todo no incluido las compañeras te ayudan a calcularlo, decido saber cuál sería mi salario semanal si se me remunerara mi trabajo reproductivo: 5.235 euros, ¡casi ná! “Que las mujeres asumamos estas tareas gratuita o precariamente, casi en solitario y sin que se reconozca su importancia, es lo que queremos cambiar”, explica la Asamblea en otro de sus panfletos, “queremos mostrar la importancia del trabajo de cuidados” y “queremos compartir el trabajo de cuidados”.

Si no es posible parar, siempre se puede colgar un delantal con un mensaje de apoyo en el balcón o en una ventana.

¿Cómo se articula esto en la práctica? A través de la organización colectiva de los cuidados y para eso la experiencia es un grado. “Ya lo hicimos el año pasado y este año hemos intentado hacerlo un poco más organizado y mejorando un poco las cosas que nos pasaron”, nos dice Marcela Rodríguez, también de la Asamblea Feminista Unitaria de Sevilla”.

“Se creó un mapa de cuidados en el que hay unos puntos de encuentro donde las madres pueden dejar allí a los niños para estar esas horas liberadas en la huelga”, nos cuenta. Y especifica, “eso es a nivel de organización para el día de la huelga, pero se hace un llamamiento para que se reflexione sobre todos los cuidados que ejercemos diariamente en nuestras vidas y que ese día los hombres sean los que asuman los cuidados”. O lo que es lo mismo, para todos los hombres que aún no saben cuál es su papel el próximo 8 de marzo, Marcela lo resume a la perfección: “el papel de los hombres está muy claro, es el de los cuidados”.

Aún así, son conscientes de que no todas las mujeres pueden parar de cuidar; por eso, proponen otras formas de colaborar y mostrar el apoyo con este eje tan fundamental de la huelga feminista. La información es poder, por ello la primera acción es hablar de la huelga con las vecinas, las amigas o las mujeres de la familia. Y la batalla simbólica no es una cuestión menor tampoco: si no es posible parar, siempre se puede colgar un delantal con un mensaje de apoyo en el balcón o en una ventana.  

Contra la justicia patriarcal

En esa mañana esplendorosa del final del invierno sevillano que ya huele a primavera, Marcela nos encomienda una labor que esperamos cumplir con éxito. De entre todas las acciones previstas para el viernes, que no son pocas, para la Asamblea es muy importante la que comenzará a las 9 en los juzgados del Prado de San Sebastián (sí, el mismo sitio en el que se desarrolla el espectáculo mediático que sigue dando voz a los miembros de La Manada y revictimizando constantemente a la superviviente).

A partir de esa hora quieren cuestionar la justicia patriarcal usando sus propias armas. En concreto, con una herramienta que recoge el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para que los ciudadanos puedan presentar sus quejas y reclamaciones en caso de “un servicio deficiente o mejorable de la Administración de Justicia”.

La idea es inundar los juzgados con esas reclamaciones, que deben ser contestadas en el plazo de un mes obligatoriamente, para “decirles que, desde el feminismo, otra justicia es posible”. La opción fácil es imprimir una de las reclamaciones que ya están redactadas y que se pueden descargar de Google drive. Hay que llevarlas por duplicado para quedarse con una copia sellada.

En el punto de encuentro también habrá algunas reclamaciones ya impresas para firmarlas y presentarlas. La opción un poco más engorrosa, pero no imposible, es preparar tu propia solicitud a través de un formulario online. Qué bonito sería un cola inmensa de mujeres “exigiendo a la justicia medidas más eficaces y justas para proteger a las mujeres víctimas de violencia de género y a sus hijos e hijas” con una herramienta 100% legal y marcar en la historia del CGPJ el 8 de marzo de 2019 como el día en que “cientos de mujeres presentaron su reclamación en Sevilla”.

Razones no nos faltan.

¡Nos vemos en las calles el viernes! ¡A la huelga, compañeras!

Antonia Ceballos Cuadrado

Antonia Ceballos Cuadrado

Confieso: odio dormir siesta. La vida es tan corta que me la quiero beber a versos y comer a besos. Así que de pequeña me enfundaba la sábana como si fuera una bata de cola y dedicaba mis siestas a cantar la Encrucijá de la gran Marifé de Triana porque, digan lo que digan, la copla empodera. Estudié periodismo para cambiar el mundo, pero la experiencia profesional me enseñó que antes hay que darle la vuelta como un calcetín al oficio, y en eso andamos. Soy coplera, muy de aquí, pero culo inquieto. Nací en un pueblo de Córdoba que se llama Adamuz y mi historia está unida a los sitios que me han acogido: Sevilla, Londres, Padova, Stará Lubovna, Lebrija, París o Madrid; y a las mujeres poderosas que me he ido encontrando en cada uno de ellos. Ahora veo el mundo desde la esquinita de Cádiz enredada en la comunicación corporativa. Casi ná.

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