Por una menstruación de puertas pa’fuera
Por una menstruación de puertas pa’fuera

La Poderío

17 octubre 2024

No tengo tiempo para escribir este artículo esta tarde de jueves, pero me duele tan exageradamente  el cuerpo que lo tengo que hacer.

Es un dolor en la barriga y en la cintura. Aparentemente estoy preciosa. Llevo el pelo limpio, un vestido bonito y camino derecha. Tecleo un ordenador como todos los días de mi vida y tomo descafeinado. Nadie diría que estoy enferma, que mi cuerpo no se sostiene, que necesito dormir más que nunca. Nadie diría que cada vez que voy al baño estoy una hora sentada o que he tenido que tirar mi ropa interior porque estaba calada de sangre toda.

Y como nadie lo diría y como nadie lo dice y como se nos ve preciosas, todos los meses arrastramos un cuerpo del que queremos salir corriendo mientras tenemos la menstruación, la regla, el periodo, esa que en los anuncios de compresas se ve azul y no roja, como si tuviésemos sangre de princesas. Esa que hace que tu olor corporal sea mucho más fuerte, pero lo que se muestra es que especialmente esos días podemos llevar un tanga y hacer el pino, porque estamos finas y seguras.

No, por aquí eso no pasa. No es que no pase, es que tenemos ropa interior y exterior especialmente para esos días. Las bragas de la regla y el vestido de la regla. Las bragas más altas y anchas del cajón y la ropa más suelta. Porque llegamos a retener casi tres kilos de líquido y esto provoca que se hinchen nuestros pies y nuestras manos, nuestro abdomen, nuestra cara. Por no hablar del submundo que transitamos los días anteriores por la revolución hormonal que desbarajusta planes y pensamientos.

Hasta que la regla aguante

Por algún motivo, el cuerpo resetea y olvida, y al mes siguiente, si no estás muy consciente, vas a surfear de nuevo por una marea de pensamientos intrusivos y negativos con tu persona hasta que comienzas a sangrar y entiendes todo. Esto le ocurre a la mitad de la población. Es una cuestión colectiva compartida. Sin embargo, no encontramos ni un solo espacio público que lo refleje. Por ejemplo, los baños públicos, de las universidades, de los centros de trabajo, de los colegios, e institutos, los baños en general no cuentan con una zona especial para estos días.

Una zona especial es un depósito con productos de higiene como toallitas, compresas, tampones, un baño reservado o algún espacio dedicado al descanso. Nada. Cero. No solo eso, sino que además estos productos son carísimos. Sin entrar en el uso de la copa o las bragas menstruales o la práctica del sangrado libre, que es algo que suena casi a ciencia ficción. 

Una de las preguntas que más me hago cuando trabajo junto a mujeres jornaleras o trabajadoras del manipulado es cómo lo hacen en esos días, en qué estado están los baños en el campo, qué productos o qué tipo de agua para el aseo tienen y he llegado a encontrar respuestas como esta:

“…Pues me llevo una compresa más en mi riñonera y en cualquier sitio donde no hay personas me pongo y la compresa sucia la guardo hasta llegar a mi casa. Imagínate, porque allí papeleras ni jabones nada.Y hay más mujeres que hombres en una empresa que cada palet vale más de dos mil euros y sacamos más de ciento veinte cajas, que son 4000 euros por palet, y cada cuadrilla saca 600 cajas o más mil y picos de kilos cada cuadrilla, imagina la cantidad que gana la empresa…” (jornalera trabajadora en el sector del fruto rojo, Huelva)

El otro gran sector económico en el que se polariza la economía andaluza es el turismo, sostenido por limpiadoras, camareras, Kellys, etc. En una publicación en redes sociales sobre este dolor, una compañera muy querida del sector de la limpieza comentó:

“Yo lo paso fatal y encima tengo que ir a trabajar vomitando y sangrando muchísimo y con unos dolores que muchas veces tengo que ir a pincharme. Pero claro, por la regla no te dan baja y luego ves los anuncios y es para flipar” (Limpiadora en el sector servicios de Granada)

Jornadas y jornaleras menstruales

Este comentario se hizo antes de que entrase en vigor la Ley Orgánica 1/2023, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, de la que ya hablaremos más adelante. Haciendo grupos de discusión con trabajadoras del envasado en Almería, describiendo jornadas de trabajo de 12 horas, analizamos cómo se vive una jornada menstruando.

Algunas habían pedido por favor ir al baño para cambiarse y habían tenido que hacer una cola hasta que se les dio el turno. No porque no había baños suficientes, sino porque no podían mezclarse y reunirse entre ellas. Por tanto, la dinámica es ir de una en una, con independencia de cómo te encuentres. Porque el pedido tiene que salir y la producción no entiende de cuerpos menstruantes.

Y es que, no podemos olvidar que hasta quejarse es una cuestión de clase. A mí me duele, pero no sudo, no me agacho ni hundo las manos en la tierra. Pero del más al menos privilegio, todos se quedan en el ámbito privado. No es un debate público. Las chicas se siguen escondiendo la compresa en la mano para ir al baño en la universidad y en el instituto y no se dedican tertulias a ello. Ni temas en disciplinas de ciencias sociales. Hablamos de asignaturas que incorporan temas de género o de salud, pero no vislumbran el impacto que la menstruación tiene en los cuerpos, las mentes y las relaciones sociales. Casi todo lo que sabemos lo hemos aprendido de otras. De madres, de amigas, de amigas de amigas, de madres de otras madres y así.

La menstruación y el tabú

En infinidad de culturas la menstruación es un tabú. También en la nuestra. Aunque el término cultura puede ser complejo, también el de sociedad ya que habitamos un mundo globalizado, pero la cuestión es que aunque ya sabemos que la mahonesa no se corta, que nos podemos lavar el pelo y que no agriamos el vino si tenemos la regla. O que los cultivos no se secan, que el acero no se desafila y que las colmenas de abejas no mueren, creencias establecidas en un pasado, sigue habiendo mucho de tabú en nuestros cuerpos.

¿Esto por qué? Porque repele, porque se omite, porque es contra higiénico, se entiende como responsabilidad individual y de puertas para adentro, se medicaliza, se patologiza y no se explica ni atiende de una forma contextual amplia.

La regla de siempre, siempre sin la regla

España es el primer país en la Unión Europea que contempla la posibilidad de emitir una baja laboral por dolores menstruales desde junio de 2023. Está incluida en la Ley Orgánica 1/2023, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, donde se incluyen una serie de derechos que hasta entonces no se contemplaban.

No obstante, para optar a una baja se han de dar una serie de condiciones. Primero, el tecnicismo que se usa para describir el malestar provocado por la menstruación es la dismenorrea. Se puede distinguir entre primaria o secundaria. La primaria suele afectar a mujeres entre 17 y 25 años y se considera cuando el dolor es puntual, puede producir cólico y tiene lugar entre las primeras 24/48 horas. Siempre que no se considere que existe un trastorno subyacente, hablaríamos de dismenorrea primaria.

Ya os dije que hablaríamos de esta Ley. Sigo. Se considera como una patología como la endometriosis, los miomas uterinos o inflamación de la pelvis y se reconoce que es más propensa en mujeres mayores de 30 años. En este caso, cuando se observa un dolor continuo que puede provocar vómitos, mareos o dolor de cabeza y es solo en este caso, cuando se tiene una dismenorrea secundaria, es cuando se podría solicitar la baja por menstruación. Antes de pedir la baja, se necesita un informe del médico de cabecera que lo acredite.

Por tanto, lo primero será pedir una cita médica. Y, por desgracia, esto cada vez se ha vuelto más una suerte que un derecho. En todo caso, si no consigues cita médica, podrías informar a la empresa y deben permitirte que entregues el informe médico más adelante. Los permisos no tienen límite de días ni límite de solicitud al año. Tampoco se exige un periodo de cotización concreto previo para poder hacer la solicitud. Eso sí, es indispensable estar dada de alta en la Seguridad Social. Y esto es un barrido tremendo para miles de mujeres que participan de una economía informal o sumergida y que tienen las mismas realidades biológicas.

La ley lleva en vigor un año y no sé a cuántas mujeres conocéis que hayan solicitado una baja de este tipo. En mi caso, ninguna. La burocracia, los ritmos, la gestión y el diálogo con la empresa y, sobre todo, la reciente implantación hace que aún sea una posibilidad desconocida.

La regla no entiende de leyes

Más allá de leyes y de la posibilidad de la baja, que sin duda es una gran propuesta, necesitamos un trabajo político, social y cultural más amplio para comprender qué  es lo que nos ocurre, por qué nos ocurre, qué factores contextuales influyen y cómo podemos hacer los espacios más seguros, higiénicos y cómodos para nosotras. Porque no todas las mujeres trabajan, no todas las mujeres están contratadas, no todas las mujeres tienen un médico de cabecera, no todas las mujeres hablan el idioma de su médico de cabecera y un sinfín de no todas que limita las posibilidades que ofrece la Ley. 

Tener la regla te puede invalidar. Te puede paralizar. Te puede limitar.. Tener la regla no siempre es fácil ni sencillo ni cómodo ni  limpio. En un mundo que de por sí cada vez es menos cómodo, menos fácil y con unos ritmos muy limitantes para el sostén de la vida.

No podemos dejar de hablar de nuestra menstruación ni dar por finalizado el problema porque se incluya en una legislación. Tenemos que enseñar y aprender. Escuchar y hablar. Pedir e implantar que salga fuera de nuestros cuerpos y nuestros hogares para que se normalice en el espacio público que transitamos. Esto ayudaría a la eliminación de prejuicios, a facilitar situaciones. Y tenemos que hacerlo en términos populares y cotidianos. Más allá de macro encuestas que no sepamos descifrar. No podemos ser las únicas responsables de una situación que se produce en los cuerpos que sostienen la vida. 

Por un horizonte donde sea común y comunal el cuidado del impacto de la menstruación en nuestras mentes y cuerpos. Por una corresponsabilidad social.

La Poderío

La Poderío

Una revista parida en el sur, con los aires frescos, reivindicativos, inclusivos, diversos, plurales y feministas de Andalucía, pero sobre todo, con las ganas de visibilizar las historias de personas reales olvidadas en los medios de comunicación y de desgranar el sistema heteropatriarcal que las victimiza y/o criminaliza en la mayoría de los casos.

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