«Aunque seas una artista joven, no hay que tener miedo a denunciar ciertas cosas»
«Aunque seas una artista joven, no hay que tener miedo a denunciar ciertas cosas»

LolaFPalenzuela

24 mayo 2022

Entrevista a María Rosa Aránega Navarro, una joven artista plástica que trabaja la posmemoria, centrando su trabajo en la Guerra Civil y el Franquismo.

En nuestra charla con María Rosa hablamos de la generación de jóvenes artistas plásticos andaluces que se ven poco apoyados, con pocas salidas y partidas presupuestarias cada vez más menguadas, lo que les obliga a salir fuera de su tierra o abandonar aquello en lo que llevan años formándose y trabajando.  

María Rosa nace en Almería, pero es vecina de Cúllar Baza (Granada) desde los ocho años. Ella es un ejemplo de la actual generación de jóvenes artistas de Andalucía, altamente cualificadas y formadas y con un panorama muy negro.

Graduada de Bellas Artes (Granada) y Máster de Cultura de Paz, Educación, Conflictos y Derechos Humanos de la Cátedra UNESCO (Córdoba) y becada por distintas instituciones dentro y fuera de Andalucía, trabaja, investiga y explora en la historia, la política, la posmemoria y la transmisión transgeneracional del pasado traumático de nuestro país, especialmente en los periodos de la Guerra Civil y la dictadura franquista.

A través de la recuperación y reactualización de los vestigios del pasado, esta artista andaluza desarrolla espacios para asumir su influencia de un modo más vivo, plantear una dicotomía entre territorios que difumine los límites entre lo personal y lo social, lo individual y lo colectivo, lo familiar y lo histórico. Mi trabajo es importante,  además de dar voz a ideologías periféricas, muchas veces acabo entrevistando a mujeres, ahí hay otro valor, y muchas veces son mujeres de pueblo y encima de una región de las más pobres de Europa, Andalucía», nos dice Aránega.

¿Cuándo y por qué empiezas a trabajar sobre la Guerra Civil y la dictadura franquista?

En el momento que tengo que salir de las calles, porque por la ley Mordaza ya empiezo a temer que me caiga una multa y que la tengan que pagar mis padres. Entonces ahí fue cuando, a mitad de la carrera de Bellas Artes, dije: Bueno, hay que sacarle un uso a este lenguaje. Y empecé a tratar otros temas, el de los refugiados de Siria y tal. Pero yo veía que no estaba muy cómoda, pues hay gente que puede hablar de eso mucho mejor. Y entonces me dije, vale, ¿qué tenemos en España que pueda extrapolarse a otros lugares? Y me paré en la Guerra Civil y en el Franquismo. Claro, al principio empecé a preguntarle a mi familia, pero nunca me decían nada y evitaban el tema. Entonces me dije: si mi familia no me va a decir nada, voy a buscar los documentos del pueblo y ahí encontré nombres de mi familia.

 «Quienes me transmiten todo esto son mi madre y mi abuela. Son ellas las que guardan también los álbumes familiares, las que guardan la memoria familiar».

María Rosa Aránega

¿En tu pueblo?

Sí, en Cúllar Baza (Granada)

¿Y empiezas a encontrar nombres de tu familia?

Claro. Franco cuando acaba la guerra, hace una causa general enorme que abarca a cada pueblo de España con los supuestos crímenes que habían cometido los rojos. Ahí es donde me encuentro el nombre de un bisabuelo mío.  Y ahí es donde mi familia no me puede negar que teníamos relación alguna. Entonces ya, hasta hace nada, sigo descubriendo cosas nuevas de mi bisabuelo.

A pesar de ese silencio que ha marcado a tantas familias en nuestro país, a pesar de esa no transmisión de lo que sucedió en la Guerra por miedo y por todos los traumas acumulados en el tiempo… ¿Consigues hablar de ello con tu familia?

Sí, claro. Al final quienes me transmiten todo esto son mi madre y mi abuela. Son ellas las que guardan también los álbumes familiares, las que guardan la memoria familiar. Yo sé que ellas guardaban silencio y no querían que me metiera en esto, como modo de protección de las nuevas generaciones que es un poco en lo que se basa la Transición. Pero llega un punto en el que no me pueden decir que no y hay varios momentos de confesión. Es el momento, por ejemplo, en el que me sacan la foto de un familiar, que está fuera del álbum. A raíz de rescatar toda la historia de ese familiar, su foto se ha integrado en el álbum. Esa foto se ha reproducido varias veces. Mi madre, por fin, ha reconocido a su abuelo.

«Me queda el que mis abuelas se han muerto con un poco menos de culpa y de vergüenza al hablar de estos temas y de que mi madre y mis tíos conocen a su abuelo mejor que antes«.

María Rosa Aránega

Que importante, ¿no?

Sí. Yo creo que es lo mejor que ha pasado estos años. Aunque empecé con mi familia, luego fui ampliando a algunos episodios de mi pueblo, luego a episodios de Granada y luego tuve una beca en el Valle de Lecrín (Granada), la Beca Al Raso en Melegís , donde he ido ampliando. Voy tocando en cada sitio donde voy porque me siento cada vez más capaz. Pero todo empezó con mi familia y ese fue el momento en el que me di cuenta de que mi trabajo vale para algo. Aunque luego he tenido muchos momentos de pensar que esto está siendo inútil porque ya van quedando menos abuelas…

Y como no nos acompaña el contexto político, ni social, ni nada, pues es una labor complicada. Pero bueno, me queda el que mis abuelas se han muerto con un poco menos de culpa y de vergüenza al hablar de estos temas y que mi madre y mis tíos conocen a su abuelo mejor que antes, porque han crecido 50 años sin preguntarse quién era ese hombre o porqué no tenían abuelos. 

¿Cuál es el primer dibujo que haces cuando te pones a investigar en la historia de tu familia y descubres a tu bisabuelo?

Yo en ese momento iba entrevistando a mis abuelas, mirando álbumes familiares y, en paralelo, iba mirando documentos del archivo militar. Iba pensando en todo eso y lo iba asimilando. A la vez, iba dibujando fotografías de Gerda Taro, de Kati Horna. Era una manera de sacar algunas imágenes que trataron la Guerra Civil, como las más básicas y fáciles de encontrar. Mientras las dibujada era como ir entendiéndolo todo. Entonces, yo iba trabajando como a muchas bandas: familiar, archivos, imágenes mediáticas. Iba a muchas bandas porque no sabía por dónde tirar. Entonces sí, mis primeros dibujos fueron de fotografías de Gerda Taro y Kati Horna. 

Medi Terraneum. Un mar de entre tierras. María Rosa Aránega
Medi Terraneum. Un mar de entre tierras.

Es un trabajo ingente el que hiciste, recabando información por tantos sitios. Y tu abuela y tu madre ¿qué te decían?

Mi abuela me decía que no me metiese en esos temas. A mi madre con el tiempo, ya le daba igual, de hecho, me ayudaba a recabar información.

El miedo de tu abuela de que todo eso te pudiera perjudicar. Ese miedo que se lleva en los huesos y que ha provocado tanto silencio. 

Claro. Y de hecho todo eso quedó muy retratado una vez que entrevisté a una vecina y a su hija. La hija tenía unos cincuenta años y su madre, de unos 90, se comunicaba conmigo al final con canciones muy políticas porque, si no, su hija entraba y me decía que no subiera eso a redes sociales que no quería cuentas con la gente de antes porque esa gente, al final, sigue viva y ellas siguen teniendo miedo, claro. 

Porque en tus trabajos hablas de zonas rurales, de pueblos donde todo el mundo se conoce y donde los miedos, en algunos casos, se perpetúan.

Claro, y eso es más complicado todavía.

«Valle de Los Caídos: Es como el lugar más evidente de que está pasando el tiempo, que esa gente tiene familiares y que va a llegar un momento, y quizá sea eso sea lo que busquen, que nadie los reclame» 

María Rosa Aránega.

Has comentado antes que el tiempo no te acompaña y que tienes dudas. ¿Qué dibujo o qué foto realizarías para describir el momento actual?

Hay uno y lo tengo ya hecho. Suele pasar que hago un dibujo y a lo mejor a los tres años me parece una birria, pero hay un dibujo que no pasa de moda para mí y lo hice al principio. Es una imagen del Valle de Los Caídos con huesos debajo. Es como el lugar más evidente de que está pasando el tiempo, que esa gente tiene familiares y que va a llegar un momento, y quizá sea eso sea lo que busquen, que nadie los reclame. 

No me acompaña el tiempo ni a mí ni a muchísimos artistas jóvenes que estamos trabajando en esto a nivel de literatura, cine, artes plásticas. En investigación también está saliendo una metodología nueva que también se está fijando en los testimonios, pero cada vez más tarde porque no le acompaña ni la política ni el contexto social. No hay un ambiente como, por ejemplo, el que hubo en Alemania, en el que se ha ido a una, a recuperar todo esto.

Y, sin embargo, somos islas de creadores culturales que, al final, es de los pocos campos desde donde se puede abordar, sin un rigor y unos patrones super definidos como es, por ejemplo, la historia, desde no se pueden fijar tanto los testimonios pues son subjetivos. Al final, es la cultura desde donde nos podemos fijar en esas subjetividades. Pero eso no nos acompaña, somos islas. Y te cierran muchas puertas. 

Ad Perpetuam Memoriam. María Rosa Aránega
Ad Perpetuam Memoriam.

Como artista joven, ¿cuáles son tus reivindicaciones?

Diría que dignificar, amplificar las voces de esta gente antes de que se muera. Y visibilizar, porque parece que ya no tiene relación con nosotros, pero si yo me metí en esto de la Guerra Civil y el Franquismo, es porque cuando yo salí de las calles, de estar en Granada en manifestaciones, sindicato de estudiantes, cuando me fui metiendo en estos temas, poco a poco fui encontrando explicación a todos los problemas que tenemos hoy.

Si ves lo que pasó hace cuarenta y tantos años se pueden entender muchas de las cosas que nos está pasando hoy. Por eso veo importante asociar lo que pasó antes con lo de ahora. Que no hay un muro en el 75 que nos divide de ese momento. 

Abordas el tema de la Memoria desde la perspectiva de los derechos humanos. Tienes 26 años, ¿consideras preparada a tu generación?

Sí, pero muy inútil. Yo muchas veces pienso que estoy en un sector muy poco rentable. Me refiero a rentabilidad económica, pues tal vez rentabilidad social sí que tienes, porque remueves conciencias, sentimientos. Yo creo que sí, pero también es verdad que he estado muchas veces a punto de dejarlo y eso que afortunadamente, desde que terminé la carrera, he ido encadenando becas y proyectos. Desde 2018 no he estado quieta, pero no es lo común.

Hay muchos compañeros de mi promoción que se han quedado en el camino, sobre todo, muchas compañeras. Por eso digo que, a nivel social, sí creo que soy rentable, pero a nivel económico he estado muchas veces a punto de dejarlo. He pensado: hago este proyecto y ya. Porque si una no gana dinero tampoco lo pasa bien, es algo básico. 

¿Cuáles son tus valores?

Creo que tengo las cosas muy claras y que no romantizo nada esto. Y creo que esto es importante a la hora de hacerse respetar y de ir a los sitios. Hay que tener mucha visión de futuro. Hay que saber a dónde quieres ir, dónde quieres estar, qué lugar no te va aportar nada bueno y qué público no te va a interesar. Hay mucha gente que no es crítica porque no quiere meterse en movidas, pero a la larga es casi peor. Entonces, igual no hay que tener miedo ahora mismo, aunque seas una artista joven, a denunciar ciertas cosas. Porque en este sector también hay mucha jerarquía, mucha corrupción, mucho nepotismo y esta muy politizado, aunque no debería.

A mi ya me ha pasado el que me digan: “es que eres muy política”. Pero política ¿de qué? En un país normal esto no sería una cuestión de derechas o izquierdas, que es una cuestión básica, democrática. Durante cuarenta años un bando sí ha tenido una política de Memoria tremenda, pero el otro bando no. 

Hablemos del público. Tú cuando creas ¿lo haces  para alguien?

Al principio creaba, sobre todo, con la idea de que me vieran mis abuelas, ver el efecto que se creaba cuando ellas veían lo que me habían contado una tarde cualquiera. Por ejemplo, una obra que expuse en el Palacio de los Condes de Gabia (Granada). Era una radio antigua y había un casco al lado donde se oía a mi abuela contando como escuchaba la Pirenaica por la noche teniendo a mi madre de espía vigilando que no viniera la Guardia Civil. Mi abuela me lo contó una tarde y de pronto, al llevarla a los Condes de Gabia se sintió protagonista, sintió como: “esto vale”. Ahí se rompió un poco el miedo que tenía de contarme cosas. 

Al principio, sí creaba para mis abuelas, pero con el tiempo y sobre todo ahora que ya no me queda ninguna, sí es verdad que me llega más gente veinteañera, treintañera, y se siente un poco, no sé… Hay gente que me ha dicho que ve a sus abuelas ahí. Son imágenes muy extrapolables. Al final es también para gente que es víctima de esa posmemoria, que no se dan cuenta y que han reconocido a sus abuelas cuando le decían ciertas cosas, como lo de «no te metas en política», y que eso se lo decían por miedo al franquismo que vivieron.  

Dicen. María Rosa Aránega
Dicen.

¿Qué feedback tienes de la gente que ha ido a ver tus exposiciones o que te ha visto a través de redes sociales o de tu web?

Pues un feedback muy bueno. Gente que ha visto reflejado en mis dibujos lo que le contaban sus abuelas. Por ejemplo, en un momento en el que yo todavía no había pensado en que el público que me iba a venir era joven, puse una urna para que la gente pusiera testimonios y los testimonios que me echaron eran todos del estilo de: “mi abuelo me contaba que”, “mi abuela decía que”, todos indirectos. Paso eso de que, cuando cuentas algo a alguien lo vuelves a recordar, lo vuelves a tener fresco en tu memoria. Esta gente ya no se olvidará de esos testimonios y eso está muy bien.  Y de la misma forma que esos jóvenes que me dieron testimonios hace años, son testimonios que he puesto en la exposición que he tenido ahora en la Facultad de Bellas Artes de Granada, para que vean que son importante, que es importante poner en circulación todo esto. 

Tuviste en Granada, a primeros de año, la exposición “Aquello que no(s) fue dado” ¿A que se refiere este título?

Se refiere a que, en verdad, nuestros mayores algo nos han dado. Desde el silencio, hasta cuando no nos han querido hablar, también era algo que decían mucho: qué miedo tendrán cuando… Y por otro lado, lo que sí nos han dado también es fragmentario, y esos vacíos son también importantes. 

«Mis exposiciones se basan en hacer mapeados visuales donde poder una misma hilar los testimonios e imaginarlos a su manera».

María Rosa Aránega

Porque tú decías que, «toda memoria es una reconstrucción más que un recuerdo y este proyecto trata de incorporar el pasado al presente, de manera que lo individual y lo colectivo lo encuentren«.

Sí, al final se trata de esto. Cuando escucho a la gente soy muy consciente de que no me están contando la realidad, me están contando una interpretación, una elaboración de la realidad. Me están contando algo súper subjetivo pero verídico. Al final mis exposiciones se basan en hacer mapeados visuales donde cada uno pueda hilar los testimonios e imaginarlos a su manera. No quiero dar las cosas mascadas. 

Exposición “Aquello que no(s) fue dado.
Exposición “Aquello que no(s) fue dado».

Háblame de la anterior exposición que tuviste “Tierra que la multitud invade”, una exposición también interesante por la obra que presentas relacionada con el tema de la gentrificación.

De esa exposición estoy muy orgullosa porque creo que es la mayor pieza reflejo de la posmemoria que hay. Cuando yo me presenté al Festival FAGBA21, tenía ya pensamientos de hablar de lo que suponían espacios como los de la Chana, Almanajayar o el Zaidín (barrios de Granada) para la gente. No es casualidad que esos «edificios ratoneras» sean ahora uno de los lugares con más paro de Granada. Me interesa mucho llegar a los orígenes, saber cómo se hicieron esos barrios. Por eso tomé muchos testimonios.

Pero era el momento de la pandemia, donde no podía quedar y mucha gente de la Chana me hablaba por Whatsapp o por Facebook, de forma escrita. No tenía audios. Entonces lo que hice fue coger a dos amigos míos y darles esos testimonios escritos para que los interpretasen. Les trastoqué un poquito la voz y, al final, ese vídeo es una locuficción, basado en los testimonios escritos de la gente.

En ese video hablo de la gentrificación y, sobre todo, de la higienización que se hizo en el centro de Granada, sobre todo en la Manigua y en el Albaicín, cuando se aprovecharon de las inundaciones que hubo para echar a la gente de allí y llevarlos a la periferia, como ha pasado en casi todas las ciudades. Al final, los barrios de periferia han sido los que más han sufrido.  

En estos momentos estás en Madrid con una beca de la Residencia de Estudiantes del CSIC. Anteriormente fuiste becada en la de jóvenes creadores de la Fundación Antonio Gala. Esto son logros importantes ¿no?

Sí, es un puntazo, pero también te digo que yo hago proyectos y los maquillo mucho. 

¿Cómo que los maquillas?

Yo a lo mejor, en vez de decir que quiero trabajar archivos fotográficos del Franquismo y de la Guerra Civil, digo que quiero trabajar archivos fotográficos del siglo XX. 

«Estoy con la represión a las mujeres, sobre todo con el tema de los rapamientos que hacían las autoridades a las mujeres. Pero no hay registro ni documental ni visual casi«.

María Rosa Aránega.

Porque si dices lo que vas a hacer ¿piensas que tienes menos oportunidad de que te den la beca?.

Me da miedo que no me la den, así que prefiero pedir antes perdón que permiso. Aquí, (en Madrid) de hecho estoy haciendo lo que me da la gana. Ahora también estoy con una beca de producción de VEGAP, una asociación que lleva derechos de autor, con un proyecto que tenía muchas ganas de hacer.

Hace cuatro años no hubiera sido capaz de trabajar ciertas cosas, pero ahora que voy ampliando temas es distinto. Ahora estoy con la represión a las mujeres, sobre todo con el tema de los rapamientos que hacían las autoridades a las mujeres. De esto no hay registro ni documental ni visual casi. Solo hay tres fotografías de toda España, solo eso queda como prueba, y algunos testimonios a los que parte de los historiadores no hacen caso. Es por eso por lo que quería hacer un proyecto sobre este tema.

¿Cómo se llama el proyecto?

El Silencio. Porque son cosas que quedan un poco en el limbo y creo que son importantes. Los historiadores, por su forma de trabajar, no pueden meterse en temas de testimonios, así que yo, como artista, lo hago.  

Cuando te encuentras fuera de tu tierra ¿te reivindicas como andaluza?

Sí. Y cuando me dicen “que acento más gracioso tienes”  mucho más. Porque no es normal que Andalucía, que ha dado la mitad, más de la mitad de la cultura española, no es normal que tenga tan poca presencia, por ejemplo en ARCO.

Tenemos tres facultades de Bellas Artes de las que salen un montón de artistas todos los años. Hay un panorama muy grande pero a la vez Andalucía esta muy cerrada a nivel económico, pues las galerías se concentran en Sevilla y Málaga y el mercado de arte es muy limitado.

A mi me da mucha pena que en estos dos últimos años, que he empezado a vender cosas, casi todo se ha ido de Despeñaperros para arriba. Entre que hay un mercado muy limitado y que no podemos vivir muchos de esto, muchos artistas se van quedando en el camino. Fíjate que este año en ARCO sólo han ido dos galerías de Andalucía y las dos de Sevilla. 

«Las becas son un arma de doble filo. Cuando se convocan becas la gran mayoría son para menores de 35 años. Cuando pasas de los 35 ¿qué haces?»

María Rosa Aránega

¿Qué hace falta para que los artistas de vuestra generación podáis contar con un mejor presente?

Creo que tiene que darse una combinación entre más espacios expositivos y una incentivación del mercado del arte. Porque el tema de las becas creo que es un arma de doble filo, llegado a cierta edad. Las becas suponen que puedes desarrollar tu proyecto y tal, pero muchas veces las becas te subvencionan material y de los materiales no se come, si luego no estás en un lugar donde haya cierto mercado del arte, donde te puedan comprar tus obras o puedas exponerlas.

Tiene que haber más espacios de arte y sobre todo descentralizados, porque no puede ser que yo desde Cúllar, tenga la sala más próxima a 150 kilómetros. Está todo muy centralizado.

Tiene que darse una mezcla entre incentivar el mercado del arte y hacer que las salas estén en más sitios y no sólo en capitales de provincia.

Si se crean salas hay que llenarlas y eso sin duda favorecerá una profesionalidad real, y no lo que hacen las becas. Las becas son un arma de doble filo. Cuando se convocan becas la gran mayoría son para menores de 35 años. Así que cuando pasas de los 35 ¿qué haces? Porque muy poca gente es autónoma. Muy poca gente cotiza. A partir de los 35 entonces, ¿qué pasa? 

Bueno, ahora te nombramos consejera de Cultura de la Junta de Andalucía. Es tu primer día. Coges papel y lápiz y empiezas a escribir las prioridades de tu Consejería para artistas plásticos andaluces. 

Pues pondría en marcha todas las salas posibles en Andalucía. Haría un programa de salas en pueblos y festivales de arte en pueblos periféricos. Por ejemplo, en Andalucía funciona muy bien, aunque tienen también sus problemas de financiación, Genalguacil, un pueblo de Málaga, donde cada dos años llevan a artistas en residencia a los que les pagan honorarios.

El que te paguen honorarios y materiales y tal es como ver pasar una estrella fugaz. Genaguacil hace un festival de arte con cinco o seis artistas colaborando con los vecinos. Es flipante ver cómo un pueblo de menos de mil habitantes se involucra tanto y entiende de arte. Mis padres no saben ni lo que hago, y eso es porque no han visto una exposición seria en su vida. Por eso se tienen que empezar hacer programaciones serias, hacer llegar el arte a la gente.

  • Foto de portada de Javier Lente, cedida por la artista.

LolaFPalenzuela

LolaFPalenzuela

Obrera de la palabra, que ama las causas justas aunque sean difíciles y a veces perdidas, y que sabe que el arma más poderosa de transformación social es la palabra pensada, escrita, hablada, compartida. Creo en el periodismo comprometido y riguroso y abomino de la manipulación en todas sus formas y contextos.

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