Este texto está en la sección La Corrala, el patio de vecinas de La Poderío donde cada una charlotea, cascarrilla y pone colorá lo que sea mientras le da el fresquito o el sol en la cara. Más agustito que te quedas, oú. Eso sí, La Poderío no tiene nada que ver con lo que se pone aquí, solo apoya la participación de las lectoras. Puedes enviar tus artículos a ole@lapoderio.com. Otra cosa, antes de hacernos las propuestas pedimos que leas nuestro ideario.
Ya contaba Federico García Lorca que las mujeres son silenciadas como una estrategia para mantener el patriarcado. Este autor andaluz construye personajes poniendo en el centro la realidad que las mujeres de su entorno atravesaban en un mundo machista que quería callarlas. “Que te calles”, “Aquí se hace lo que yo diga” o “No quiero llantos, ¡Silencio!” son frases que se oyen en lo cotidiano de la vida de las mujeres cuyas imposiciones llegan hasta nuestros días impactando en nuestros cuerpos. El silencio como forma de control hacia las mujeres para mantener el heteropatriarcado. El silencio impuesto para mantener la norma, para que no nos revelemos, para que seamos sumisas y dóciles.
Las mujeres que Lorca retrataba podrían parecer que asumen su rol de feminidad tradicional, pero en realidad son mujeres que desafían la norma, que rompen el silencio y se narran a sí mismas. Solo hay que saber observar a esas mujeres desde una mirada que las localice, alejadas de paternalismos y reconociendo su capacidad de agencia.
La obra “Enlorquecidas” de la compañía Hartastamos y dirigida por Marta Ocaña, hacen exactamente esto. Crean un relato donde las mujeres se hacen dueñas de sí mismas, construyen un proceso de cuestionamiento de las normas impuestas para plantear nuevas realidades transformadoras. Quizá el feminismo sea eso, gritar, hablar por una misma, decir cómo te atraviesa la realidad en la que vivimos y cómo te afecta en tu cotidiano para poder así compartir estrategias de transformación.
Silencio
La imposición del silencio es una forma de violencia que nos hace distanciarnos de nuestra voz y hacernos lejanas de nosotras mismas. Además, si se rompe el silencio, la sociedad intenta que mantengas la boca callada para mantener el sistema heteropatriarcal en el que vivimos. Desde el “Calladita estás más guapa” y todas las diversas formas de control como violencia psicológica o física impactan en nuestros cuerpos como forma de docilizar nuestra vida.
Muchas mujeres se han rebelado y han tomado la palabra para cambiar este mundo. En Andalucía tenemos grandes referentas que han roto el silencio dentro de la vida que les tocó. Mujeres folclóricas andaluzas como Lola Flores o Rocío Jurado se escapaban del rol tradicional impuesto, se alejaban del “ángel del hogar” para hablar por ellas mismas desde sus volantes y sus batas de cola. Flamencas y mujeres gitanas como la Paquera de Jerez, Bernarda y Fernanda de Utrera construían su voz y su palabra, iban y venían por el mundo en una época donde las mujeres eran relegadas al papel de ama de casa.
Salían a lo público como ellas sabían y se revolvían rompiendo normas impuestas. Nuestras madres, abuelas y vecinas han creado resistencias cotidianas dignas de ser puestas en valor para revertir este sistema de dominación hacia mujeres y disidencias. Ana Orantes, con su relato puso palabras a sus experiencias propias para denunciar públicamente a su agresor y a la sociedad en general. Esta mujer gritó ante el mundo que estaba cansada de que nadie la escuchara.
Tomar la palabra
Por eso nosotras reivindicamos, no solo tomar la palabra con acto feminista, sino escuchar a las mujeres que se atreven a romper el silencio. Porque ¿Cómo podemos exigir que las mujeres rompan el silencio si luego se encuentran gritando solas ante el mundo?
El movimiento feminista aparece como una forma de crear palabra de denunciar situaciones machistas, patriarcales y heteronormativas. Para poder construir es necesario escuchar la palabra, considerar legítimas a todas las mujeres que narran sus experiencias desde sus zapatos para transformar realidades en colectivo.
El feminismo es una lucha por los derechos de las mujeres. Sin embargo, hay ciertos sectores que consideran legítima sólo una forma de hacer feminismo, creando una élite que dice que es válido y que no. Esto hace que se consideren ciertas formas de crear feminismo como innecesario y sin incidencia política. Por eso ciertos espacios feministas no considerarán a nuestras madres, abuelas y vecinas como sujetos políticos. Desde esa mirada, Lola Flores, Roció Jurado o La Paquera no son agentes de transformación sino que son vistas como folclore, mujeres florero y sin capacidad de agencia. Sandra Heredia reflexiona en este video sobre los silencios, el feminismo y la necesidad de crear espacios de escucha.
Feminismo desde Derecho a la Escucha
Nosotras creemos que el feminismo debe alejarse de estandartes que bareman la forma de estar en la lucha. Este movimiento tiene que ser transformador donde quepan las experiencias y necesidades de todas las mujeres, mujeres migrantes, andaluzas, pobres, gitanas, afrodescendientes o negras. Porque no todas las mujeres sufren las mismas opresiones y todas tienen que ser tenidas en cuenta. Si silenciar a las mujeres es una estrategia de dominación patriarcal, es inadmisible que dentro del feminismo se utilice el silenciamiento de ciertas mujeres para mantener relaciones de poder de unas mujeres sobre otras. Silenciar a mujeres pobres, migrantes y racializadas responde a lógicas patriarcales, misóginas, clasistas y racistas.
Por eso, nosotras reivindicamos que todas las mujeres tienen derecho a nombrar sus necesidades y reivindicaciones. Todas las mujeres tienen derecho a que se escuche su voz y son legítimas de crear su propio discurso. Como dice Sandra Heredia, “los feminismos reproducimos formas de colaborar muy masculinizadas, y perdemos el poder de estar todas y escucharnos de verdad”
El derecho a la escucha promueve fomentar alianzas y crear propuestas colectivas que hagan que se caiga este sistema capitalista machista colonial. Porque escuchar es un acto un acto feminista.
0 comentarios