Tamara Avidad Jiménez dirige el festival La Voz de la Mujer que se celebra en La Palma del 6 al 25 de octubre
Pasión por la cultura, una capacidad de gestión encomiable y la dulzura de una voz que articula sin perder ni un momento el rigor y la autoexigencia en la dirección del festival La Voz de la mujer, el espacio feminista que está desarrollando del 6 al 25 de octubre en La Palma (Canarias). Estas son las cartas de presentación de Tamara Avidad Jiménez (Málaga, 1986), quien se trasladó a La Palma por amor y, cinco años después, coordina la quinta edición de uno de los espacios más transformadores del archipiélago, que sirve de encuentro para cineastas, activistas, poetisas, diseñadoras, periodistas y músicas.
“Vine para visitar a mi pareja y acabamos formando este proyecto cultural y teniendo dos hijos”, resume con humor en una conversación telefónica, mientras conduce el día antes del inicio del festival. “La idea era crear un espacio de diálogo libre entre mujeres europeas y africanas, evolucionando en cada edición a través de los temas que más nos resonaban”, continúa Avidad, antes de que se corte la llamada. Ha entrado en uno de esos túneles tan típicos de la Isla Bonita, que tienen la característica de transportar de un cielo despejado a la más profunda niebla sin salir de la isla más atlántica de Canarias.
Un festival necesario
¿Por qué un festival feminista en La Palma? «Porque es necesario», contesta la directora de La Voz de la Mujer sin dudar. Después, una pausa que dice aún más que la frase anterior y, tras ella, una explicación: “Es necesario que en un lugar como La Palma ocurran este tipo de iniciativas, teniendo en cuenta que es una de las islas no capitalinas del archipiélago y que eventos como este la sitúan como un referente. Creemos que es beneficioso para la Isla, para los palmeros y para quien viene a conocerla”, afirma Tamara.
La gestora cultural reconoce que su mayor aprendizaje durante la vida del festival ha sido, precisamente, “conocer a bellísimas personas” y estrechar lazos y vínculos. “Canarias está estrechamente vinculada con África, que es el continente vecino, aunque muchas veces no lo queramos ver”, lamenta la malagueña que, ahora, atraviesa un puente pensando en todas las personas que han participado de la organización de esta edición.
Serpenteando hacia los arraigos
La última vez que nos vimos, el sol de febrero ilumina su casa familiar en Alhaurín de la Torre (Málaga). Para llegar desde la capital de la Costa del Sol al municipio, el autobús prepandémico serpentea por la carretera hacia el interior y el Este de la provincia andaluza. Minutos después de llegar a la última parada del transporte público, Tamara aparecía acompañada de su hermano. Había venido a reencontrarse con su arraigo y con sus apegos.
No estaba sola, su compañero, Keba Danso, también gestor cultural y responsable de la programación del Festival La Voz de la Mujer, y sus dos hijos la acompañan en esta reunión familiar, en la cual las anécdotas de su adolescencia se entrelazan con las ilusiones de esta malagueña que vive entre la isla canaria y Senegal.
Meses después, en septiembre, volvió al mismo espacio, pero con un ánimo diferente y el firme compromiso de sacar adelante la edición más distópica del evento feminista canario, siendo consciente de que la cultura es un motor fundamental para la sanación de la incertidumbre, el miedo y la zozobra experimentadas durante y después del inédito confinamiento de algo más de dos meses y medio que se vivió en todo el Estado.
Cuidando la cultura
La pandemia ha obligado al Festival La Voz de la Mujer a reinventarse. La salvaguarda de la salud de asistentes y participantes de la iniciativa cultural hizo, en un primer momento, retrasar la edición de este año de abril a octubre y, en un segundo, plantear contingencias específicas para mantener la distancia social y la prevención frente al virus en siete municipios de la isla.
La edición del año anterior contó con infinidad de actividades, tanto al aire libre como en instalaciones cerradas, como la vieja tabacalera, acondicionada como sala de conciertos en Los Llanos. Karmala Cultura se fundó en 2015 en esta isla al noroeste del archipiélago y es la asociación que organiza la iniciativa feminista, promoviendo la cultura accesible desde una perspectiva intercultural.
Esta edición contará con la escritora, feminista y activista LGTBI+, Patricia Figuero; la directora de cine y delegada de CIMA en Canarias, Alba González; la escritora y coautora del podcast literario «Cierra el libro al salir», Ana Vidal o la defensora de derechos humanos almeriense Helena Maleno.
Defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres.
Tengo la sensación de que Tamara, como la Mafalda de Quino, artista argentino tristemente fallecido el 30 de septiembre, cuya abuela era de Fuengirola – municipio malagueño cercano al del cual es oriunda – o la cuarta estrofa de La Defensa de la Alegría del montevideano Mario Benedetti es resistencia posicionada en una sonrisa.
Consciente de todas las dificultades que traería el coronavirus no solo en el sector del espectáculo y los eventos, que aglutina a profesionales y empresas con impacto directo estimado en el tejido económico del 3,8% del PIB; sino del fuerte proceso de precarización de la cultura en el Estado español y del impacto específico en las mujeres que desean transitar sus maternidades y crianzas de una forma responsable, Tamara tejió redes de cuidados sororos con otras compañeras que, como ella, tienen el firme compromiso de sostener espacios de resiliencia desde las periferias.
Referentes
“Uy, mis referentes son las mujeres que me inspiran”, define sin dudar antes de dar el nombre y los apellidos de cuatro de ellas. No los ha dudado ni un momento.
Asha Ismail es la primera: “Asha es una defensora de los derechos humanos a la que admiro por su fuerza, su seguridad, su trabajo y lo independiente y autónoma que es”, describe la malagueña. Hace cuarenta años, Asha sufrió una de las perpetraciones heteropatriarcales más aberrantes: la Mutilación Genital Femenina (MGF) y le cambió la vida.
Durante sus talleres, Ismaid explica la complejidad para caracterizar una de las vulneraciones más extendida contra las niñas y adolescentes de su país, con la única finalidad de que esta práctica desaparezca. Vive en Madrid, donde articula Save the Girl, Save a Generation, una organización de sensibilización para prevenir y erradicar la MGF, evitar los matrimonios prematuros de las niñas, denunciar la explotación infantil en todas sus modalidades y promover la educación de las niñas.
“Otro referente que falleció este año es Dalila Ennadre, una cineasta de minorías de Marruecos que se preocupaba por lo que pasaba en la medina”, comenta con una voz que cambia su color. La directora de cine marroquí, conocida por realizar documentales sobre la vida cotidiana de las mujeres en su país por lo que recibió varios premios, como el de mejor documental en el Festival de Cine Africano de Tarifa en 2009, donde Tamara también trabajó. Dalila ha sido una persona tan importante en la vida de la directora de La Voz de la Mujer que su hija lleva su nombre.
“Elsa López es una escritora palmera que, con sus más de setenta años, tiene una fuerza en sus libros de poesía que, ojalá, podamos tener a su edad”, augura la directora del festival, quien apunta a la escritora senegalesa Ken Bugul como su cuarto y último referente. Tras este pseudónomo, que significa “la que nadie quiere”, se encuentra Mariètou Mbaye Biléoma, quien explora los dilemas de las mujeres en la diáspora senegalesa y la herencia colonial mediante obras autobiográficas con las que, como concluye Tamara, “rompe moldes donde los haya y es una feminista increíble”.
La ilustradora hispano-venezolana Sara Fratini, cuya abuela tinerfeña emigró a Venezuela cuando tenía 16 años, elaboró un perfil certero de esta malagueña en un dibujo que la propia Tamara utiliza en muchas de sus redes sociales. Sentada frente a un ordenador, la andaluza sonríe a una pantalla llena de tareas por hacer, con un café a la derecha del portátil y el móvil en la mano izquierda, manteniendo la enésima conversación telefónica para llevar a cabo esta y otras actividades culturales en una isla desde la que articula el territorio durante los últimos cinco años.
La Tamara Avidad dibujada, como la de carne y hueso, sonríe, rodeada de un gato y un perro que observan sus grandes pendientes africanos mientras trabaja incansable, junto con el resto del equipo, para que todo salga perfecto en la quinta edición del festival La Voz de la Mujer.
Canarias no es que esté vinculada a África sino que geográficamente es África. Y por nuestras venas corre sangre norteafricana (bereber) por vía de nuestros antepasados aborígenes. Me parece que hablar de diálogo entre mujeres europeas y africanas, metiendo a las canarias como europeas es desconocer nuestra realidad histórica, étnica y geográfica así como marginar a una corriente cada vez más importante como es el feminismo decolonial canario.