Con motivo del Día Internacional de las Mujeres Rurales hablamos del Feminario de la Universidad Rural Paulo Freire en el corazón de Andalucía
“Tenemos la visión y la convicción de que la vida campesina tiene mucho que aportar a los cambios necesarios para una vida de mejor calidad y mayor sostenibilidad”, así lo recoge las personas que integran la Universidad Rural Paulo Freire cuando contemplan el momento de poner en marcha un Feminario en Andalucía como espacio de encuentro y debate desde que se trabaja para conseguir la visibilización de las mujeres en el mundo rural, a través de sus propias realidades e historias latentes.
Y en un abrir y cerrar de ojos, este Feminario suma ya 10 años, donde en cada encuentro anual la posición feminista está presente como “una necesidad de justicia, reconocimiento y valorización de los trabajos y los saberes de las mujeres que conforman el mundo rural”, señala Ana González Domínguez, integrante de la Asociación Montaña y Desarrollo de la Serranía de Ronda que conforma la unidad educativa dentro de esta bienvenida universidad. Ani, para quienes la conocen, también es fundadora de La Fanega. Dinamización Social, un proyecto personal y profesional que “pretende que se le conozca igualmente como una actual unidad de capacidad, en su caso, capacidad para mejorar la vida de las personas. Para medir su calidad de vida y sus situaciones personales, para mejorar sus historias, para medir cantidades de afectos y sueños y por tanto, para hacer crecer sus proyectos; en definitiva, para medir momentos y pasiones que dejen huella en esas personas”.
Ani, 15 de octubre, Día de las Muejeres Rurales. ¿Quiénes son estas mujeres?
No hay una única mujer rural, por eso no podemos hablar en singular de las mujeres rurales y creer que solo hay un perfil cuando somos muchas. Está la que se ocupa de la transformación de la materia prima, pero también la que se conecta a internet y está haciendo una página web. Esas mismas mujeres que pueden tener entre 60 y 70 años están conviviendo con mujeres rurales muy jóvenes viviendo en los pueblos y haciendo todo lo posible por quedarse en el pueblo. Están haciendo también para que el tema tan manío de la despoblación no sea solo una palabra, sino que haya una apuesta de las mujeres por quedarse a vivir en los pueblos: “yo quiero elegir dónde vivo y quiero vivir en el pueblo, porque queremos quedarnos, de verdad que queremos quedarnos”.
Eso sí, necesitamos más políticas públicas que fomente nuestro espacio y visibilización. Las mujeres hacemos un gran trabajo para que la vida en los pueblos esté presente.
Pero, ¿qué tipo de políticas?
Una de las cosas donde está puesto el foco de la reivindicación es en la titularidad compartida. Una ley que se ha hecho en un despacho y obvia en una unidad familiar donde él es el autónomo y se le obliga a las mujeres a hacerse autónomas para estar en las estadísticas de trabajo o en la titularidad compartida, por lo que son muy pocas mujeres la que se registran porque los recursos también son escasos y esto tiene un precio alto. Tenemos que tener una fiscalizad distinta, con servicios que necesitamos. No es posible que en la misma mesa estemos hablando de despoblación, pero en ese momento nos están recortando servicios. A las mujeres y hombres nos afecta de igual manera, pero si la mujer estamos haciendo una apuesta por quedarnos a vivir en el mundo rural y salir adelante con toda nuestra formación, porque que no se nos olvide, quien tiene formación en el mundo rural es la mujer. Aportamos nuestro esfuerzo y conocimiento, por eso hay que tenerlo en cuenta.
Claro, por eso el objetivo de este Feminario de visibilizar a las mujeres rurales.
Por supueto, hay muchos aspectos de desigualdad y brecha entre mujeres y hombres. En el caso del olivar por ejemplo, cuando se trata de preparar las aceitunas para el consumo siempre lo han hecho y lo siguen haciendo las mujeres, pero se le ha dado importancia a la parte de la recogida de la aceituna, al bareo que lo solían hacer los hombres, pero cada vez son más las mujeres que también cogen el palo. Sin embargo, tampoco se le ha dado importancia a la recogida del suelo de las aceitunas por parte de las mujeres. Y eso qué quiere decir, pues que los papeles de las mujeres en el mundo rural no se han valorado por parte de la sociedad. Siempre se han desempeñado las tareas de forma diferenciada más por ideología que por cultura y no se le ha dado el valor que tiene.
Entonces, hay que posicionarse ideológicamente y eso lleva al feminismo, ¿no?
Este Feminario realiza debates desde hace 10 años. Nos juntamos mujeres de la Serranía de Ronda. Venimos debatiendo desde el feminismo cada una de las situaciones que viven las mujeres y lo hombres en el mundo rural y en el último fuimos más de 150 personas, en el municipio de Arriate, en Málaga. Eso quiere decir que es un debate que interesa en el mundo rural y que ahora mismo está viviendo en el mundo rural para posicionarse. Por supuesto que hay que posicionarse, porque también tenemos responsabilidad de provocar ese tipo de debates y desde el Feminario creo que este tipo de trabajos es un debate más que necesario en la Serranía de Ronda, donde todavía queda muchísimo por conocer, debatir, porque no hay ni un tema que se haya cerrado, todo lo contrario, las situaciones van cambiando y hay que ponerla sobre la mesa siempre desde la mirada feminista.
¿Y cómo se pone el feminismo encima de la mesa en las zonas rurales?
El feminismo tiene muchas perspectivas y en el medio rural también. Pero a pesar de las particularidades nos une de forma distinta a las mujeres rurales de las mujeres de las ciudades. Está claro que tenemos que reivindicar que nuestro feminismo es rural y todo lo rural ha tenido una desvalorización y esa mirada también se ve respecto a las mujeres rurales y las mujeres urbanas. Es necesario plantear que desde el medio rural existe un feminismo con unas características especiales y una situación especial que hay que poner sobre la mesa y hay que poner nuestra mirada feminista del mundo rural.
Nuestro feminismo es rural, pero también es un feminismo andaluz que nos diferencia de otros feminismos que atraviesan cada territorio. Tenemos una manera de entender las relaciones, la cultura en las que nos vemos, nos defendemos y llevamos arraigadas a nosotras con muchísimo orgullo.
¿Los estereotipos marcan mucho a las mujeres rurales?
Claro que sí, no se contempla la idea de que una mujer joven con carrera universitaria haya optado por vivir en un pueblo y esté cuidando ovejas, por ejemplo. Es muy llamativo que las mujeres prefieran quedarse en el pueblo a irse a la ciudad. Eso es porque todavía tenemos una mentalidad de que una mujer formada no puede elegir quedarse a vivir en el medio rural, pero esto sí ha cambiado y tenemos ahora mismo a mujeres muy preparadas, muy formadas viviendo en el medio rural. Pero no creo que podamos avanzar socialmente hasta que no veamos como algo normal que una arquitecta decida vivir en un pueblo y no en una ciudad, porque todavía no llama la atención como alto extraordindo, inusual.
Estos también son perfiles de mujeres rurales que viven en el pueblo libremente, pero cómo, pues exigiendo lo que merecemos porque estamos habitando el territorio y las mujeres rurales tenemos un papel fundamental en el cuidado del territorio y el mantenimiento de los pueblos. El problema de la despoblación no es solo problema de los pueblos, eso es un error pensar esto. Es un problema de las ciudadades y megaciudades, y las mujeres en el mundo rural han adoptado un papel muy importante. Seguimos marcando en el calendario el Día Internacional de las Mujeres Rurales porque todavía se ve como algo inusual y tenemos que aceptar que los perfiles de las mujeres rurales han cambiado.
Se puede decir que somos lo que comemos y nosotras jalamos de las manos de las mujeres, ¿estamos ante soberanía alimentaria?
La mujer no solo siembra, recoge, cuida, sino que tiene un papel fundamental por que inculca el modelo de consumo, pero hoy son las multinacionales las que hacen sombran y nos dicen que tenemos que tener en nuestra tierra. Por eso, somos las hacedoras de las posibilidad de tener ese poder sobre lo que sembramos, lo que comemos, pero a pesar de haberlo tenido el valor y reconocimiento ha sido para el hombre en el mundo rural. No hay mundo rural en el que no se tenga que trabajar la historia de las mujeres y en cuestiones de soberanía alimentaria parece que nunca hemos estado, pero sí lo hacemos de forma muy rotunda.
No podemos terminar sin hablar de la crisis climática. ¿Por qué ahora si las mujeres siempre han estado presentes y reivindicando esta transición ecofemisnita?
Aquí tenemos que hacer memoria y recordar a todas esa mujeres que están siendo perseguidas y asesinadas por reivindicar y luchar contra un cambio climático. Las mujeres desde hace tiempo defienden que este es el camino, pero como siempre todo lo que parte desde una visión feminista y de las mujeres no se le da el valor que tiene. El propio sistema patriarcal ha hecho que se ponga la mirada sobre otros aspectos como es el dinero, el desarrollo que no ha dado pie a facilidad de escuchar a la naturaleza y las mujeres tienen mucho que ver porque son las que conservan el territorio.
Es importante también hacer referencia al valor de los cuidados en el mundo rural, porque ahora mismo son el 90% de las mujeres en nuestros pueblos que se encargan de los cuidados. Si hoy hablamos de crisis y emergencia climática, también hay una emergencia de cuidados a los que tenemos que prestar más atención y valorar los cuidados de la mujer rural que siempre están al cuidado de otros y es un sector de vida.
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