Dicen que no hubo violencia. Eso dicen. Dicen que no hubo violación. Eso dicen. Pero para que no la liemos demasiado dicen que sí hubo “abuso sexual continuado”. Y a una, claro, primero se le queda cara de gilipollas y, después, la rabia y la indignación le van subiendo. 9 años de cárcel y 50.000 euros, eso vale para el sistema nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestra dignidad.
Dicen que no hubo violencia, como si abusar sexualmente de alguien no fuera en sí un acto violento. Quizás de tanto infantilizarnos han llegado a creerse de verdad que somos tontas. Dicen que no hubo violencia y esa afirmación es la demostración más palmaria de que la violencia, por desgracia, es algo cotidiano para nosotras, aunque la tengamos tan interiorizada que no nos demos ni cuenta. Por eso toca, una vez más, y aunque acabemos extenuadas de tanto clamarlo en el desierto, gritar bien fuerte que sí es violencia y que sí es violación.
Sí es violencia cuando el sistema te revictimiza constantemente y te obliga a dejar de vivir para creer que has sufrido una agresión. Sí es violencia cuando vas a poner una denuncia y el policía de turno te pregunta que qué hacías sola en la calle a esas horas. Sí es violencia cuando tienes que hacer un camino más largo a casa porque está mejor iluminado y es más seguro. Sí es violencia cuando llevas las llaves en la mano y el móvil con el 112 marcado por si acaso. Sí es violencia cuando se usa el alcohol como justificación de cualquier abuso. Sí es violencia cuando te piropean por la calle (y no, no somos unas amargadas por no querer piropos, es que estamos hasta el moño de aguantarlos desde que somos aún niñas). Y, por supuesto, es violencia cuando entre 5 te obligan a tener sexo.
Sí es violación si tú no quieres. Sí es violación si en el último momento te arrepientes y no quieres. Sí es violación si mantienes sexo con tu pareja para que no se disguste, para que no os peleéis o porque te dice que si no lo hacéis es porque no lo quieres.
Sí es violación si tú no quieres. Sí es violación si en el último momento te arrepientes y no quieres. Sí es violación si mantienes sexo con tu pareja para que no se disguste, para que no os peleéis o porque te dice que si no lo hacéis es porque no lo quieres. Sí es violación cuando no te apetece y lo haces. Sí es violación cuando se aprovechan de que estás borracha. Y, por supuesto, es violación cuando entre 5 te obligan a tener sexo.
Y esto es solo la punta del iceberg de las violencias machistas que sufrimos. También es violencia cuando estás en una reunión de trabajo en la que la mayoría de gente son hombres y tus opiniones se ningunean, o viene un compañero y dice “lo que ha querido decir es…”, o ni siquiera hablas porque aprendiste hace tiempo que es mejor quedar callada. También es violencia cuando llega la cena de Navidad y los hombres no mueven un solo dedo, ni mucho menos se dedican a planificar y organizar. También es violencia cuando tu marido organiza una comilona en casa con sus amigotes, todos muy hombres y muy heteros -dicen-, y a ti te toca hacerlo todo y limpiarlo todo. También es violencia cuando aprendes a odiar tu cuerpo porque lo que ves en los anuncios no tiene nada que ver con lo que tú tienes. También es violencia cuando en la escuela ni siquiera te explican sin tapujos qué es la menstruación o cómo diantres funciona tu útero. También es violencia cuando de pequeña te obligan a darle un beso a tu tía Mari Carmen cuando tú no quieres. Y, por supuesto, es violencia cuando enciendes la televisión y a tus cinco agresores le tapan la cara mientras que a ti te han puesto un detective privado para que certifique que si no te han hundido en la depresión más absoluta no eres una víctima legítima.
Estamos hartas de todas las violencias. De las violencias bestiales como la de esta violación grupal, y nos da igual cómo digan los jueces que se llaman esos actos, y de las pequeñas violencias cotidianas que legitiman y perpetúan las otras. Por eso, no vamos a consentir que esto quede así, vamos a protestar, a pelear y a gritar hasta que nos quedemos sin fuerzas, una vez más, hasta que estos cinco hijos sanos del patriarcado, que no animales ni hijos de puta, y todos los que son como ellos sepan que si nos tocan a una, nos tocan a todas. Si la justicia patriarcal nos desampara, tenemos sororidad para rato.
Manda narices que en pleno siglo XXI todavía tengamos que estar vigilando nuestras copas cuando salimos de fiesta, ir mirando en todas direcciones cuando volvemos solas por la noche, oír comentarios de preocupación de amigos como «oyes, ¿No va a venir tu chico a buscarte para ir a casa?»cuando salimos tarde del trabajo… Así es. Mucha tecnología, muchas redes sociales y medios de comunicación pero todavía les cuesta a los jueces dictaminar que CUANDO UNA DICE NO, DICE NO, y es una violación, independientemente de el alcohol que hayas ingerido, de lo corta que sea tu mini falda, de lo largo que sea tu escote y lo tarde que sea en la noche. NO ES NO.