Natividad Camacho, de la represión franquista a la lucha feminista y sindical por la democracia
Natividad Camacho, de la represión franquista a la lucha feminista y sindical por la democracia

La Poderío

24 marzo 2025

Natividad Camacho García-Moreno nació en la España de 1947, en una época de oscuridad y represión, cuando el régimen franquista mantenía su control absoluto sobre la vida de millones de personas.

Criada en una familia profundamente marcada por la represión, Natividad vivió en carne propia el peso de la dictadura que asoló a España durante casi cuatro décadas. Su familia fue víctima directa del aparato represivo franquista: a sus abuelos los fusilaron, a su madre y a sus abuelas las raparon en señal de humillación y a su tío mayor, condenado a prisión y sentenciado a 30 años, lo sacaron de la cárcel y lo ejecutaron. Estas experiencias de violencia marcaron su vida. Tanto es así, que se ha convertido en una de las voces más destacadas en la lucha por los derechos laborales y feministas en España, durante el franquismo como en los primeros años de la democracia.

Natividad, ¿cómo viviste ese proceso de transformación política, social y económica en los primeros años de la democracia?

La represión era tan grande. Nací en una familia muy represaliada. Yo tengo 28 años cuando muere Franco y ahí ya soy madre de un hijo de 2 años y medio, que por muy poco no nació en la cárcel de Carabanchel tras una de mis detenciones, y una bebé de seis meses. Recuerdo cómo esperábamos que la dictadura terminara. Se nos hizo muy largo y la llegada de la democracia no llegó caída del cielo.

Es en Puertollano, cuando mis padres, a pesar de todo lo que sufrieron todavía tenían energías para dirigir una huelga general en apoyo a los mineros en Asturias, donde me doy cuenta de que nazco en una familia donde naces donde te toca, y conforme crezco, me doy cuenta de que casi media España, de una manera u otra, tiene heridas, tiene ausencias, tiene fusilados y tiene represaliados. Así que todo fue muy lento, porque la dictadura tenía muchos cómplices.

Durante esta época, como sindicalista y activista, me procesaron en dos ocasiones. Fui a la cárcel de Ventas. Me pusieron dos multas administrativas de más de 200.000 pesetas que era mi salario de tres o cuatro años y las cumplí en Carabanchel. Te cuento esto para que se pueda entender el valor que le doy a la democracia. Nos costó tanto. Nos costó tanto sacrificio, y tanta cárcel, y tanto dolor que cuando la democracia llega tenemos unas expectativas de que por fin, contra la dictadura en nuestro país, en esa España negra, también hay una España alegre, una España luchadora y creemos que la democracia es la solución y que los valores europeos es lo que nos puede ayudar para que se instale una democracia estable.

“Hubo gente que la Constitución se la tomó como un punto de llegada, pero para mí y para gente como yo, era un

punto de partida”.

¿Qué sucede? Hubo gente que la Constitución se la tomó como un punto de llegada, pero para mí y para gente como yo, era un punto de partida. La Constitución del 78 no es plena en igualdad en sus inicios. Todavía mantiene la pena de muerte en casos especiales, incluso la dictadura del mercado se mantiene y yo trabajaba en un sector como el textil en una fábrica muy grande desde los 14. El machismo era indecente. El contrato de trabajo lo firmaba la sección femenina y al encargado o a los jefes les daba el derecho de reprimirte, de reprenderte, de castigarte. Así que, nos organizamos para mejor esas condiciones porque en la dictadura no todo el mundo nos acostumbrábamos a vivir en dictadura.

De la dictadura a la democracia

Durante la llegada de la democracia, aunque se comenzaron a crear leyes democráticas, muchos aspectos concretos seguían sin mejorar. Natividad Camacho, militante en el sindicalismo desde los años 60 y parte del nuevo sindicalismo tras la legalización de los sindicatos en 1977, luchó por la modernización de la industria. Sin embargo, los planes de reconversión no beneficiaron a las mujeres, quienes fueron despedidas y excluidas de oportunidades para integrarse en nuevos sectores laborales. En su lugar, la globalización y la geopolítica perpetuaron las malas condiciones laborales en sectores como el textil y la confección, donde las mujeres eran las principales trabajadoras, tanto en España como en otros países como Latinoamérica, el Magreb o Asia.

Como sindicalista, ¿cómo ves el impacto que tuvo esos primeros movimientos sindicalistas en la construcción del sistema democrático que vivimos hoy en España?

Yo estoy ahora mismo feliz. Por fin, hoy todos los sindicatos reclaman el feminismo.. Incluso en los estatutos de las Comisiones Obreras, CCOO, actuales se define como un sindicato feminista. Esos avances los valoro, los aprecio, he contribuido a ellos, pero sí que creo que podía haber tenido un ritmo mucho más acelerado. Me pasa un poco igual que con la Memoria.

“¿Por qué tardamos tanto? ¿Por qué? Tienen que pasar 50 años para que la verdad y la justicia y la reparación tomen cuerpo”. 

¿Por qué tardamos tanto? ¿Por qué? Tienen que pasar 50 años para que la verdad y la justicia y la reparación tomen cuerpo. ¿Por qué nos pasa esto en nuestro país? ¿Por qué cuesta tanto todo? No podemos esperar como sociedad tantos años para hacer las cosas y tenemos que hacerlas bien. 

Aún así, creo que los avances pueden ser frágiles, que no se van a sostener, en el sentido de que como sociedad tenemos que seguir peleando por la memoria y hacer todo lo que esté en nuestra mano para cuidar nuestros derechos, que son derechos fundamentales.

¿A qué fragilidad nos enfrentamos?

Yo creo que lo que pasa es que hay sectores en nuestra sociedad que son reactivos a esos derechos. Que no quieren que las mujeres tengamos derechos, que no quieren que haya igualdad y el sistema le permite defender esto.

A pesar del esfuerzo por alcanzar la igualdad y superar el patriarcado y el paternalismo, en la sociedad española persisten vestigios del franquismo. Esta reacción se manifiesta en la oposición a los derechos de las mujeres, que en definitiva lo que persiguen es no dejar de un lado sus privilegios. 

Natividad, este evento del 28 de marzo tiene como objetivo visibilizar las huellas de las luchas históricas, especialmente la de los movimientos de las mujeres en los años 70. Tú formas parte de esta generación de mujeres que lucharon en ese contexto de represión política. ¿Qué lecciones o aprendizajes podemos extraer de la lucha de las mujeres en esos años, y cómo crees que se pueden aplicar en la actualidad, especialmente en un contexto donde la democracia está retrocediendo en diversas partes del mundo, incluida España, con el ascenso de la extrema derecha?

Yo parto de una base, Lucía, de que hay cosas que por lo que sea es muy difícil transferir. Yo creo que cada generación tiene que hacer su propio análisis y que lo que podemos es contribuir en este presente que es donde todas las generaciones coincidimos. Del pasado, de las mujeres de los años 70, hay un elemento de compromiso, de discurrir, de participar. Yo creo que ahí sí que podemos apoyarnos todas y que es una cosa intergeneracional.

“Hay que tener mucho respeto por los colectivos y desde las administraciones apoyar todas esas reivindicaciones”.

Por supuesto, al igual que a nivel de ciudadanía, todas las administraciones también tienen que jugar un papel clave en el apoyo al movimiento feminista y no de división. Hay que tener mucho respeto por los colectivos y desde las administraciones apoyar todas esas reivindicaciones, pero respetando esos espacios. 

Otra pregunta que quería hacerte es sobre tu participación en la defensa de los derechos humanos y laborales en una época de gran represión y explotación. Aunque hemos avanzado en derechos laborales, todavía persisten situaciones de precariedad, especialmente en sectores feminizados. ¿Cómo crees que el feminismo y el sindicalismo pueden trabajar juntos para seguir mejorando las condiciones laborales y de vida de las mujeres, particularmente en sectores como los cuidados, la agricultura o la hostelería?

Yo creo que muchísimo y de hecho lo hace. Si recordamos el llamamiento del 8 de marzo del 2018, por primera vez, el movimiento feminista, estudiantil, sindical y político llaman a la huelga. Lo llaman utilizando herramientas desde el feminismo, pero herramientas del movimiento obrero: partiendo de una huelga desde el punto de vista laboral, pero a la vez reivindicando una huelga de cuidados, de consumo y yo creo que hay elementos muy esperanzadores.

Presente y futuro: 50 años

Natividad Camacho, al mirar hacia el futuro, enfatiza que el reto principal para avanzar en los derechos y libertades es que “las futuras generaciones asuman el compromiso con los ideales de los derechos humanos y el feminismo”. 

Aunque los años pesen y la energía se transforme, Camacho señala que su generación sigue comprometida con la lucha por una sociedad más igualitaria. Aunque los obstáculos como la precariedad laboral y la desigualdad persisten, no ha perdido la esperanza en que la lucha por los derechos de las mujeres debe seguir siendo una prioridad. Camacho concluye con la convicción de que el futuro está en manos de la sociedad, pero también en la educación y en la transmisión de valores fundamentales para seguir avanzando hacia una sociedad más inclusiva e igualitaria.

“Nos salvamos nosotras, nos organizamos, peleamos, fuimos a la cárcel, mantuvimos esperanza. No nos conformamos”.

Tras una vida de lucha en lo político, social, sindical y feminista, Camacho deja un mensaje para las nuevas generaciones de mujeres: “tener los ojos bien abiertos, tener capacidad de observación, no dar por bueno ni argumentos, ni teorías, ni prácticas que humillen a nadie ni que a nadie sometan.” Reconoce con orgullo el esfuerzo de la juventud actual, especialmente en fechas como el 8 de marzo, donde ve cómo las jóvenes defienden sus derechos con determinación. A pesar de no vivir las mismas circunstancias de su generación, Camacho cree firmemente que estas generaciones están preparadas para seguir luchando por la igualdad.

Al terminar subraya: “El franquismo fue una desgracia para este país… el país entero retrocedió.” Y remarca la importancia de recordar la verdad histórica: “Llegar a estos 50 años poniendo la verdad sobre la mesa, el éxito que tuvimos al conseguir que la democracia llegara… nos salvamos nosotras, nos organizamos, peleamos, fuimos a la cárcel, mantuvimos esperanza, no nos conformamos.”

*Este texto es una colaboración con «España en Libertad. 50 años», una iniciativa del Gobierno de España coordinada por un Comisionado especial y la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, asesorados por un Comité científico compuesto por académicos de reconocido prestigio, y está enmarcado en el evento «Porque fuiste, somos; porque somos, serán».










La Poderío

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Una revista parida en el sur, con los aires frescos, reivindicativos, inclusivos, diversos, plurales y feministas de Andalucía, pero sobre todo, con las ganas de visibilizar las historias de personas reales olvidadas en los medios de comunicación y de desgranar el sistema heteropatriarcal que las victimiza y/o criminaliza en la mayoría de los casos.

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