“Hay personas que te dan un pellizco y esta niña es de las que te lo dan”, decía Sonia, emocionada al salir del concierto de María del Tango (Caniles, 1992) en el Sitio Territorio de Paz, un centro cultural a las afueras de Coín (Málaga). A sus treinta y dos años, la artista granadina afincada en Cádiz se aleja temporalmente del proyecto Mundo Divino, con Carlos el Calimbero, e inicia su andadura en solitario en la que, además del flamenco al que nos tiene acostumbradas, mezclará la electrónica propia de las raves que tanto le gustan. Un nuevo comienzo en el que María del Tango fusionará tradición y vanguardia en «Entre dos mundos».
Aunque estabas acompañada del guitarrista malagueño Rubén Portillo en el escenario, has anticipado que en febrero saldrá una canción muy especial, que dará comienzo a tu carrera en solitario. ¿Cuándo podremos escuchar tu nuevo proyecto, del que hemos tenido un abreboca hoy?
Todavía no sé el día exacto que va a salir el primer tema como María del Tango en solitario pero estoy muy ilusionada. Tengo ya 32 años y creo que es el momento de emprender a mí manera. Se viene María del Tango. Ahí empieza la María [toca las palmas de alegría].
¿Qué nos puedes contar de esa bulería?
Quiero arrancar el proyecto con una bulería que he escrito yo. Me vino la letra en sueños. Ojalá me pasara eso todas las veces. Me vino esa bulería y la quise hacer. Quiero empezar a hablar del lenguaje de ahora, me gusta la electrónica y el ritmo urbano, los sonidos del autotune y me apetece mucho experimentar con ellos. Creo que la gente nueva, la gente joven entiende ese idioma y quiero aprender a hablarlo, porque además de hacer flamenco en la calle y algún que otro tablao, tenía otra especie de obsesión con las raves. Y la electrónica me flipa. Entonces va a ser una bulería con electrónica pura y dura, con su guitarra, pero electrónica. A ver cómo la reciben, porque vengo de hacer música muy orgánica y espero que les guste.
«Además de hacer flamenco en la calle y algún que otro tablao, tenía otra especie de obsesión con las raves. Y la electrónica me flipa»
La historia de la música en Granada está marcada por la electrónica, de las raves míticas del Dragón a La Plazuela, ¿cómo ha sido trabajar con los productores de Omar Montes?
Fue gracias a Posidonia Music y a su equipo, que he podido arrancar este proyecto y gracias a ellos he llegado hasta estos geniales productores, Chanela Clika, he aprendido con ellos y su efectividad con las producciones. Y aunque seamos de mundos distintos, musicalmente hablando, me ha encantado esta unión de sus maneras con las mías.
Y de la forma al contenido. Cantas mucho al amor, desde «Cántame una nana», de tu proyecto Mundo divino con el músico Carlos El Calimbero, a la sevillana dedicada a las madres, pasando por palos flamencos que se inspiran en el amor romántico. ¿Cómo crees que ha evolucionado a esa temática con el auge del movimiento feminista en Andalucía?
En el flamenco poco. Es verdad que noto que, en el flamenco en sí, las letras tardan más en regenerarse, lo que no se da en la música urbana o en la canción de autor. Ahí me puedo permitir más expandirme y hablar desde otro lado pero, ¿te puedes creer que todavía no he escrito una canción de amor como tal? He escrito canciones más filosóficas, sobre deseos míos para la sociedad o reivindicativas, pero no he escrito una canción de amor. Estoy en ello. En este disco, que quiero sacar en octubre si Dios quiere, quiero pasearme por todos los sentires. A ver de qué manera hablo yo del amor y de la mujer viniendo del flamenco.
«¿Te puedes creer que todavía no he escrito una canción de amor como tal? He escrito canciones más filosóficas, sobre deseos míos para la sociedad o reivindicativas, pero no he escrito una canción de amor»
Llevas siete años viviendo en Cádiz, donde te mudaste desde tu Granada y en el concierto se siente ese transitar por tierras andaluzas, de las alegrías gaditanas a las sevillanas, pasando por las malagueñas y los tangos granadinos. ¿Cómo notas que ha cambiado tu sonido en estos años de estudio del flamenco?
Sí, he dado un paseo por Andalucía, pero sobre todo por Málaga, Cádiz y Granada, que es donde yo más me hallo. Empecé cantando flamenco en Granada y con el concepto de flamenco que hay allí, que es más de montaña, donde la gente está más encerrada en sí misma, el compás es diferente… Y en Cádiz he sentido más lo que es la alegría, con el compás más rápido… Por eso me enamoré tanto de Cádiz y de su arte. Siento que me ha refrescado las ideas, pero también que tengo una misión en mi tierra. Este año lo terminaré en Cádiz y me volveré o a mí Granada o intentaré estar entre Madrid y Granada emprendiendo mis próximos temas, quiero presentarlos en mi tierra y acabar allí.
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Siempre dices que quieres volver a tu Graná, comprar una finca y morir cerca del Albaicín. Granada está sufriendo un grave proceso de gentrificación, como otras ciudadanas andaluzas y eso también permea en tus canciones, al interpretar temas con un claro compromiso reivindicativo.
Es que es muy complejo. Reivindicar para mí es más sencillo que hablar de amor o de algo más normal. En lo reivindicativo, no sé porqué, con el Mundo divino en sí, me salen mucho esas letras. Llevo ya mucho sin estar por mi Graná, pero sé que si me volviera a vivir allí, me saldrían un montón de letras en las que mostraría que quiero cambiar eso. Se están gentrificando demasiado todos los centros bonitos de España, se están convirtiendo en algo que no tiene alma, lleno de turistas y por eso me aislo y me voy al campo, para seguir manteniendo ese alma intacta. Pero siento que ya me va tocando irme a mi ciudad y hablar desde ahí.
¿Sientes que todavía es importante estar presente en Madrid para poder crear en Andalucía?
Realmente no queda otra porque en Madrid ocurre todo. Está en el centro, hay muchísimos músicos, más salidas… Si yo pudiera desarrollarme en mi Granada y crecer igual, yo estaría en mi tierra, pero es verdad que siento que todavía tengo que empaparme más de otras partes y luego volver a Granada.
«Si yo pudiera desarrollarme en mi Granada y crecer igual, yo estaría en mi tierra»
¿Y que se podría hacer desde aquí, desde Andalucía, para dar respuesta a las necesidades de las artistas y que no tengan que ir siempre al centro para poder crear desde la periferia?
Que nos pongan locales para ensayar, que nos faciliten dar clases a la gente más nueva o que nos den clase la gente más mayor… Por ejemplo, en mi tierra y hablo de mi pueblo, no hay nada culturalmente. Yo no podría desarrollarme allí y me da rabia, pero es que todavía sigue pasando eso: te tienes que ir a Madrid. Y si quieres ser más reconocido y más valorado te tienes que ir ya hasta fuera de España, porque, a nivel cultural, la gente se cierra mucho aquí y solo quieren un tipo de intención o de energía. Ahora les ha dado más por el reggaeton o por lo latino y, si hablas desde ese lado, te escucha todo el mundo, pero si no, te cuesta más. Siento que, al final, siempre se valora más fuera que aquí y eso va a tardar mucho en cambiar. También tienen que apostar por los músicos y los artistas de aquí, de la tierra: en Málaga, pues de malagueños; en Granada, de su granaínos y así, que sea faciliten poder expresarse.
Pese a todo, defiendes los caminos de ida y vuelta, “como hicieron los flamencos, que se fueron a América Latina y volvieron con nuevos ritmos”, según explicabas en el escenario. ¿Qué te inspiró a integrar una guajira en tu repertorio con Rubén Portillo?
Yo hablo de ida y vuelta pero nunca he viajado, aunque la música me permite hacer ese viaje. Me gusta mucho la energía de la guajira porque siento que es flamenco pero, a la vez, tiene otro concepto, más cubano, más latino… Me encanta lo que hago sentir a la gente cuando canto un cante de ida y vuelta. No solo los veo llorando, algo más cerradito, como un tiento. Con una guajira, con un cante de ida y vuelta, la gente se suelta la melena y sonríe y creo que es importante salir pero para volver y repartir en tu tierra lo bello que has recogido en la otra parte. Es importante que la gente joven y la mayor salgan y se empapen de otras culturas, para también traer frescura aquí, a la cultura de aquí, que es maravillosa, pero necesita recargarse de otras cosas.
«Es importante que la gente joven y la mayor salgan y se empapen de otras culturas, para también traer frescura aquí, a la cultura de aquí, que es maravillosa, pero necesita recargarse de otras cosas»
Frente a lo que nos tienen acostumbrados otros artistas, que parecen ensimismados en su relato, sigues mirando a los ojos en cada concierto. ¿Qué sientes con ese diálogo tan íntimo que creas con el público en el directo?
Cantar flamenco en sí es tan complejo y tienes que estar tan concentrada que cualquier cosita puede hacer que te despistes. Lo que me pasa con el flamenco es que necesito ver la reacción del público para seguir recargándome porque, si me cierro tanto en mí misma, pierdo hasta las letras y ya no sé ni lo que estaba contando. Necesito mirarlo y, cuando lo miro, vuelvo a mí. Me recarga la energía para terminar la soleá que esté cantando, la malagueña o la bulería. Creo que sí, que antiguamente eso no pasaba tanto y, poquito a poco, nos vamos abriendo más al público y al oyente. Evolucionar está muy bien también y la gente también quiere verte, ver tu cara y tu expresión, aunque a veces les asuste.
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¿Y cómo facilita ese diálogo cantar en espacios como este Sitio Territorio de Paz, donde has venido más de veinte veces en los últimos años?
Cuando una viene a espacios con tanta conciencia, con tanta calidad humana, todo va solo. Te inspira y te motiva a entregarte como ellos hacen con su ONG y con su asociación. No es lo mismo tocar en un sitio así que en un garito donde la gente quiere desfasar, bailar y ponerse. Ahí, por mucho que tú quieras, no te van a escuchar, pero vienes a un lugar donde la gente está sentada tranquilamente y donde hay conciencia de algo importante y aquí siempre todo funciona bien. Es la primera vez que he venido a hacer flamenco. Siempre he venido con mi Mundo divino y claro, así es muy bonito. Volvería mil veces más. Está en mi casa.
Termina el concierto y el potaje que Pepe y Mónica nos han servido antes del espectáculo está completamente digerido, como la importancia de construir espacios de encuentro como el que crearon esta pareja y sus dos perros antes de la pandemia en una finca de Coín con el fin de conjugar la cultura, los buenos pucheros y la mejor compañía. En este sábado de enero, María del Tango viaja sin salir del salón de esta pareja desde su Graná hasta Cádiz, de tangos a alegrías, tocando palmas por Camarón, Morente o, si todo va bien, mostrándonos el primer avance del disco en solitario que saldrá en octubre de este año. Estaremos atentas a tu mirada de ida y vuelta María del Tango y, mientras tanto, escucharemos la bulería “Los caminos del corazón”.
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