30 de julio: María estalló a gritos. Luego se relajó, era su último día de trabajo. Por fin. ¡Benditas vacaciones!
Esas semanas, quincenas o mes entero en el que vienes pensando durante todo el año, ya ha llegado. ¡Por fin! Llevas mucho tiempo planificando lo que harás en tus vacaciones, todo lo que no has podido hacer durante el año. Tus vacaciones son un tiempo mágico donde todo va a ser descanso y poder organizar tu vida como quieras, sin imposiciones de horario ni tareas. Un tiempo en el que poder disfrutar de familia y amigos y relajarte y al que no siempre llegas en las mejores condiciones anímicas. Pero venga vamos con ellas, que para eso costó mucho lograr este derecho, te dices.
Y es que las vacaciones retribuidas sin duda han sido una de las conquistas laborales más importantes que supuso que nuestro país fuera uno de los pioneros cuando en la Segunda República, en noviembre de 1931, las Cortes españolas aprobaron la Ley del Contrato del Trabajo. Esta ley contemplaba un permiso anual retribuido de siete días para las y los trabajadores por cuenta ajena. Por supuesto no fue algo gratuito, como siempre, fue la lucha obrera la que consiguió esta conquista de derechos que por otro lado dejaría prácticamente fuera a toda la gran España rural.
Más tarde, en 1938, el dictador golpista Franco reconoció, en el llamado Fuero del Trabajo, el derecho a vacaciones remuneradas, pero en ella no recogía duración del permiso y además las gentes de este país roto y hambriento lo que necesitaba era trabajar. Fue en décadas posteriores cuando se dieron desarrollos legislativos que marcarían este derecho hasta llegar a 1978, con la aprobación de la Constitución española (artículo 40.2) y al Estatuto de los Trabajadores que tal y como lo conocemos hoy otorga 30 días naturales al año de descanso retribuido para todas aquellas personas que trabajan por cuenta ajena.
Tiempo de encuentros y desencuentros
Pero este tiempo de ocio y relax, de encuentros con familia y amigos, no deja de tener ciertos factores de riesgo. La falta de rutinas y el mayor tiempo con los nuestros en un mismo espacio, genera sin duda sus más y sus menos y si bien hay más tiempo para todo, las tareas básicas como son hacer la comida, la compra, la limpieza, tenerlo todo genial para el disfrute del personal, siguen recayendo, en la gran mayoría de los casos, sobre los hombros de las mujeres.
También esa convivencia más prolongada genera roces, desencuentros y también reconciliaciones importantes y necesarias o, en ocasiones, explosiones y cierres de puertas que dan por terminadas relaciones de años. De hecho, el mayor número de divorcios y separaciones se dan en los meses de verano de junio a septiembre, con mayor número de casos en este último mes.
Y es que en el verano se nos presentan oportunidades interesantes, como las de poder contar con tiempo para pensar, para reflexionar sobre nosotras y los nuestros. La espiral del día a día se apacigua en las vacaciones y te permite hacer algo poco habitual, pensar en ti, mirarte por dentro y, a veces, incluso hacer balance de lo que tienes y de lo que deseas.
Sin duda es un momento óptimo para la reflexión pues creo que nos escuchamos poco por lo general. La velocidad que el mundo imprime a nuestras vidas nos deja sordas y ciegas para nosotras mismas. La vorágine de la producción en el trabajo, en la casa, en los ocios que nos cogemos para llenar nuestras vidas con algo que nos gratifique y que, en ocasiones, nos supone mayor estrés, es realmente agotadora.
Aquí, entonces, se puede abrir ese compartimento de tu cabeza en el que piensas que, al igual que en verano te das una mano de trabajar limpiando y ordenando la casa de cara a la nueva temporada, tal vez con tu vida podrías hacer algo así: un zafarrancho de limpieza eliminando lo que no te gusta y ordenando tus deseos y sentimientos para ese nuevo septiembre que te espera.
Después de un primer subidón, le das vueltas a la cabeza y ves que eso es mucho más complicado de lo que parece. Te asaltan entonces las dudas de si realmente serías capaz de abordar esos cambios que sabes que pasan por tirar por la ventana muchas cosas. ¿Realmente seré capaz? Te preguntas. Pero, es que solo tengo una vida, te dices. ¿Y si no me sale bien? Te entra el miedo. Al fin y al cabo llevas muchos años así. Al momento tu pensamiento se completa con la eterna frase que verbalizas en voz alta: tampoco es que esté tan mal.
Y así, un año más, llega septiembre y todo de nuevo se pone en su sitio. La rutina del día a día vuelve a invadirnos y el reloj se apropia de nuestras vidas. Y para los ratos libres que nos quedan ya tenemos las series de la tele, los podcasts, los Instagram y los TikTok, que permitirán que todas esas fantasías que te han aflorado de sopetón en tus vacaciones queden en silencio hasta el próximo verano.
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