“C’est ouf” (“es uf”, en el sentido de que el resultado de las elecciones ha sido el “uf”) rezaba la portada de Libération del lunes 8 de julio . El titular en letras muy grandes sobre una foto a vista de pájaro de la Plaza de la República repleta de gente celebrando la victoria del Nuevo Frente Popular (NFP).
“Por toda la Francia que respira ” titulaba Mediapart una serie de reportajes sobre cómo han vivido los franceses y las francesas esta victoria histórica. “Voy a poder salir de mi casa sin que me dé vergüenza mi país. El alivio de la Francia anti RN”; “En la calle, el domingo, voy a poder respirar, aunque solo sean 24 horas”; Eran algunos de los titulares de esta serie.
Es precisamente esa bocanada de aire que liberaba el pecho oprimido desde el domingo anterior, la misma que sentí yo al leer la noticia. “Qué alivio”, le escribí inmediatamente a mi amigo Jordan que había estado haciendo campaña activa por el NFP; “Y tanto”, me respondió él.
Y entonces, comenzó a ver las imágenes de mi querido París, de mi querida Francia, de la que podía sentirme orgulloso de nuevo, llena de gente celebrando. De gente joven, de gente racializada, de gente trabajadora. Y esa bandera gigantesca de Francia cubriendo el monumento que canta las loas de la Revolución francesa: “La France est tissu de migraciones”; “Francia está tejida con migraciones”. Y justo debajo: “Alto al genocidio”.
Estos días he leído muchos análisis de lo que ha ocurrido en nuestro país vecino, unos más acertados que otros. Y os juro que la izquierda caínita española no deja de sorprenderme. Lecturas en clave nacional que poco o nada tienen que ver con lo que estaba pasando al otro lado de los Pirineos. Porque la victoria del NFP no se explica sin esas plazas. Es la movilización de toda esa gente la que la ha hecho posible.
El NFP ha conseguido varias cosas que, para nuestra desgracia, nos quedan lejos. La primera y más importante es la altura de las miras. Altura de miras para identificar al verdadero enemigo y para integrar de verdad a todo el mundo. El Partido Socialista Francés forma parte de la coalición. El Partido Socialista Francés es igual de traicionero que el español, ojo; pero unos y otros han sabido leer el momento histórico. Altura de miras para renunciar en aquellas circunscripciones en las que habían quedado terceros: ¿cuántos de los que publican análisis rimbombantes y hueros en redes sociales estarían, llegado el momento, dispuestos a renunciar a su sillón?
La segunda ha sido hacer una campaña que ha sabido conectar con la gente de a pie, con la que sufre en sus carnes las consecuencias de las políticas neoliberales. Y, sobre todo, una campaña que ha sabido qué decirle a la gente joven que vincula crisis tras crisis. Mi amigo Jordan, que acaba de cumplir 30, publicaba una historia en Instagram con un mensaje que le había escrito un amigo: “¡Lloraba como un gran MARICÓN HIJO DE INMIGRANTE!” Y ahí, en mi opinión, está condensada gran parte de la explicación.
Y, por si todo esto fuera poco, han sabido conectar todo eso con la herencia del primer Frente Popular de Blum. Eso no desconectar de la historia, sino mostrar orgullo de pertenecer a la línea de los y las que lucharon antes que nosotros, no es “nostalgia del pasado”, es deseo de futuro.
El 31 de julio se cumplen 110 años desde que a Jean Jaurès, un militante de extrema derecha, le disparó dos tiros en la cabeza mientras comía con sus amigos en el Café du Croissant . Lo mataban por haber defendido la paz hasta el último aliento. Jaurès en sus textos periodísticos nos legó muchísimas ideas que nos siguen siendo útiles para defender un mundo más justo y democrático; pero de entre todos yo me quedé siempre con una que también en este caso explica la victoria del Nuevo Frente Popular: “Ni optimismo ciego, ni pesimismo paralizante” . ¡Viva Francia!
Y como dijo Alexandre Courban en sus redes el domingo 7 de julio: “ Es importante -por no decir esencial- ser humilde. A trabajar”.
0 comentarios