Paco vive en uno de los barrios de más postín de toda la ciudad, que para eso es alcalde y de derechas. Aunque siempre ha sido ambicioso, cuando empezó en el 72 como presidente de la Diputación (“eran otros tiempos de menos libertades”, concede en una entrevista) no pensó nunca que llegaría tan lejos ni que acabaría haciendo honor a su apellido, de la Torre. Málaga es una ciudad plagada de torres gigantes, casi rascacielos, y últimamente parece más Dubai que Andalucía. Al visitante cuando llega y ve esto no le importa, todo lo contrario, le encanta. Paco lo hace por ellos, Paco se debe a sus guiris.
Miles de personas de tez muy blanca llegan cada día en chanclas y calcetines a la capital de la Costa del Sol dispuestas a invadir la playa de la Malagueta y a tostarse en sus toallas hasta acabar pantone gamba roja de Garrucha; o a orinar todas las calles del centro después de beberse toda la sangría, ¡qué fresquita! Hace unas semanas, uno de ellos se vio empujado dentro de un contenedor soterrado de plaza Uncibay como resultado “de una pequeña broma de sus amigos”, que acabó con la aparición de los bomberos. Gracias a Paco, los malagueños no tenemos balconing, pero tenemos contenedoring. No nos quedamos atrás en cuestión de diversión mediática.
Aunque todo el mundo quiere venirse a vivir a Málaga, las vecinas de la ciudad se están teniendo que ir a los pueblos porque no ganan para pagar un alquiler, y mucho menos una hipoteca. Soñaron con un bosque urbano y les tocaron torres de apartamentos de lujo de ocho millones de euros, de esas que no podrían pagar ni en ocho vidas. “Cuando yo era pequeñito soñé con vivir en Reding, y ahora que soy mayorcito, no puedo vivir ni en Huelin. Solo están contentos los de los apartamentos”, cantan Luz y Alberto en una coplilla en la que animan a la participación masiva en la manifestación de 29 de junio. ‘Málaga para vivir, no para sobrevivir’.
“España todavía es más África que Europa”, piensa Paco, y da titulares sin que le tiemble el pulso, “si los jóvenes no pueden acceder a una vivienda es por el fracaso escolar, que hubiesen estudiado más”. “Si solo fueran los jóvenes los que no pueden, Paco”, pienso yo cada año por estas fechas cuando mi casero me escribe para subirme el IPC. Federico Jiménez Losantos lo bautizó como el Mbappé de los alcaldes en una entrevista, pero para mí Paco es el responsable de que cada verano desde hace ya tres años me dé un ataque de ansiedad. “Es ilegal”, me han dicho hasta tres abogados, “pero tal y cómo está la vivienda en Málaga, es mejor que lo pagues”.
Lo cierto es que, desde que Paco gobierna, hace ya más de 20 años, Málaga parece más Noruega que España y el centro está infestado de candaditos de airb&b. “Hay que modernizarse”, dice él a sus 81 años y apuesta por sus cruceros transatlánticos y por sus dársenas para yates de lujo. Málaga, la mejor ciudad del mundo para vivir, según la revista Forbes. Málaga, paraíso para nómadas digitales. Málaga, destino vacacional FAV.
En verano, Paco se enfunda su guayabera y su sombrero borsalino y se va a bailar pasodobles a la caseta de los mayores de la feria. Cuando hay que inaugurar un skate park, Paco se sube a una bici BMX y aunque se caiga, se hace viral. Paco es tan entrañable y dinámico que todo el mundo tiene una colección de stickers de WhatsApp con su cara en distintas situaciones para usarlo en sus conversaciones y ser guay. “Dicen que se despierta a las 6 de la mañana para ir a nadar, ¡cuánta vitalidad!”. “Si hasta Manuela Carmena es amiga de Paco de la Torre”.
*Este texto empezó a gestarse en el tallercito de escritura creativa de Jorge de Cascante ‘No tener ni idea de nada’ y ha terminado de parirse para el boletín estival de La Poderío, después de que mi casero me escribiera para subirme el alquiler y justo antes de la convocatoria del sábado, 29 de junio, por una vivienda digna. ¡Nos vemos a las 11:30h en la plaza de la Merced!
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