El 4 de diciembre de 1977 forma parte sin duda de la Historia, pero esa Historia no se construye sin multitud de historias relegadas al olvido. Rescatamos la de Ángeles Moreno Aguilar y la bandera verdiblanca que cosió para el Ayuntamiento de Tomares.
El 4 de diciembre de 1977 casi dos millones de andaluzas y andaluces salieron a la calle, con la alegría resiliente de un pueblo históricamente maltratado y superviviente, a reclamar la autonomía en la frágil democracia que se esbozaba en España. 41 años después del asesinato de Blas Infante, su himno y su bandera llenaban cada rincón de nuestra tierra demostrando al fascismo que pueden matar a los hombres y mujeres, pero las ideas permanecen.
Ese día está marcado con letras grandes en la Historia, pero no hubiera sido posible sin mucho trabajo previo y sin los cuidados, invisibilizados una y otra vez, de tantas y tantas mujeres.
Aquel 4 de diciembre de 1977 fue un día “lleno de emociones” para Ángeles Moreno Aguilar. Tenía 29 años y llevaba 2 trabajando en el Ayuntamiento de Tomares (Sevilla). Tomares es hoy el pueblo más rico de una de las regiones más pobres de Andalucía, y mucho más rico que la media española. Sin embargo, la realidad en 1977 era bien distinta: con apenas 5500 habitantes, era un pueblo olivarero que había sufrido la represión franquista.
Una bandera verdiblanca
En aquellos días de otoño de 1977, Ángeles se había visto envuelta, sin quererlo, en esa política que tanto miedo le daba, ese miedo heredado que llevamos tantas andaluzas cosiíto en las costuras invisibles: “yo, particularmente, yo siempre he tenido miedo, mucho miedo y sigo teniendo miedo; seguramente eso me lo han metido mi gente, la parte de mi madre”. Pero el alcalde de Tomares la había llamado a su despacho para hacerle una encomienda muy especial. “El alcalde no era todavía democrático”, nos cuenta. “Él mismo se declaraba franquista, pero era simpático” y apostilla, como solemos hacer las mujeres de los pueblos andaluces cuando hablamos de alguien, “ya se ha muerto. Y se llamaba Miguel Cansino Hermoso. Y era gracioso”.
“El alcalde de Tomares se imaginó que aquí pasaría lo mismo que en todos los pueblos y que no tendría más remedio que poner seguramente la bandera en algún momento. Intentó comprarla, pero no había entonces banderas de Andalucía”, recuerda. Así que la llamó a su despacho y le dijo: “mira, la gente está pidiendo la bandera, seguramente habrá que ponerla el día 4 de diciembre pues tengo que estar preparado porque no quiero llegar a que sea el día 4 y no tener la bandera. Banderas no hay, no las venden hechas. Entonces he pensado que si no te importa que la hagas tú”. “Y yo no me atrevía a decirle que no”, rememora Ángeles.
Así que se fue con su compañero de trabajo a Sevilla y compró la tela. Pidió que le dejaran una bandera de las que había en el Ayuntamiento para ver dónde y cómo iban los enganches, venció al miedo y cosió la bandera andaluza para que se pudiera izar el 4 de diciembre en el Ayuntamiento de Tomares antes de la gran manifestación en Sevilla.
Durante algún tiempo, la bandera de Andalucía del Ayuntamiento de Tomares era la que ella había cosido. “La bandera era de tela mala, seguramente se rompió y la tiraron, eso ya no lo sé. Yo no volví a preguntar más por la bandera”, nos dice cuando le preguntamos qué fue de ella.
“Correr la misma suerte”
Pero aquellos días de otoño de 1977, no fueron para ella solo los de la bandera de Andalucía encargada por el alcalde franquista que hizo la vista gorda con lo que sucedió en su Ayuntamiento aquel día: “era como dejo el puesto, abandono y que hagan lo que quieran”; también fueron unos días muy intensos.
Su hermano era militante del Partido del Trabajo (PT), un partido con fuerte implantación en los pueblos por aquel entonces y muy activo en la preparación del 4D. A ella le aterraba todo aquello, pero razonaba de la siguiente manera: “Como era tan peligroso y a mí me daba tanto miedo. En esos momentos ya era menos peligroso, pero había sido muy peligroso y yo quería estar siempre al lado de mi hermano para correr la misma suerte que él y tenía mucho miedo y yo decía: “protegerlo no lo puedo proteger; pero correr la misma suerte, sí, pues con él”. Por eso iba con él siempre».
En aquel otoño frenético “había muchas reuniones, mucho jaleo”, recuerda. “Todos los partidos políticos estaban interesados en conseguir la autonomía y así se fue corriendo la voz y el sentimiento de que querían tener los mismos derechos que las regiones históricas”. Y así fue como su casa acabó convertida en sala de reuniones a favor de la autonomía. Otras reuniones eran en casa de Sebastiana, “muy activa políticamente y futbolísticamente”, del Sevilla, nos aclara Ángeles, que vivía con su hermana y su cuñado “en las cuatro esquinas”.
Banderas de papel
“Había una fábrica aquí de muebles muy buena; entonces un amigo, uno de mi calle, le pidió a los muchachos que trabajaban en la fábrica que de las maderitas que sobraban que le dieran los palitos y yo no sé a dónde fue y sacó banderas de papel, banderas de Andalucía de papel”, rememora. “Y nosotros, entre mi casa y casa de Sebastiana, con una grapadora íbamos grapando las banderitas de papel en los palitos e hicimos no sé cuántas banderas, montones de banderas”.
Cargadas de banderas de papel, salieron a la calle el día 3 de diciembre. “Mi hermano con un megáfono de esos y con su amigo iban dando discursitos y enardeciendo a la gente; estuvimos toda la tarde y llenamos Tomares de banderitas, de gente con banderitas y nos dieron dinero, curiosamente, la gente nos daba dinero, y yo lo iba echando en el cubo donde llevábamos las banderas.” Cuando terminaron la manifestación y contaron el dinero decidieron alquilar un autobús que los llevara a la manifestación de Sevilla.
Mucha alegría y un mártir
“Cuando nosotros llegamos a Sevilla, la verdad es que no nos esperábamos la cantidad de gente tan inmensa porque bueno tú ves la fotografía y es supergrande”, relata. “Y era de ambiente festivo y de mucha ilusión. Y todo el mundo estaba por lo mismo”, añade. “Lo único que en medio de la manifestación nos enteramos que habían matado en Málaga a José Manuel García Caparrós y eso pues ensombreció un poco la alegría que llevábamos y la ilusión”, nos recuerda.
Ese día, “que lo recordaré siempre”, “había mucha gente joven y muchos viejos”. “Y una cosa que sí hubo que sí me llamó la atención que no se pusieron emblemas políticos ninguno de ningún partido porque se iba por Andalucía y solamente a título de andaluces”, apostilla.
Aquel 4 de diciembre, “la gente tenía alegría y felicidad y mucha ilusión”, pero Ángeles seguía con el miedo cosiíto en las costuras: “A mí me gustaba que hubiera eso, aunque yo no lo sentía. Y después yo me sentía que no quería ni que se enteraran de que había hecho yo la bandera”. Y nos confiesa: “yo creo que a la primera persona que le he dicho que yo hice la bandera es a ti”; así que gracias por tu generosidad y por poner rostro a todas las andaluzas que también hicieron Historia aquel día. Y, como cantaba Martínez Ares: “libres, libres para siempre, qué bonita Navidad, de aquel 4 de diciembre”.
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