A estas alturas del cuento ya sabemos todas que precisamente los cuentos disciplinan nuestros cuerpos. Crecimos temiendo a la oscuridad del bosque y al lobo que nos engaña para comernos. Y así, probablemente, nos hicimos más sumisas y reprimimos todos nuestros deseos. Hoy el bosque viaja en forma de ceros y unos y ya no hay lobos, pobrecitos ellos y su inmerecida fama, sino hombres de carne y hueso que se escudan en el anonimato de lo virtual para seguir violentándonos de todas las formas posibles. Hablamos de ello con la investigadora Macarena Hanash.
Era el 14 de febrero de 2020 aC (antes del Coronavirus). Aún éramos felices y libres al modo en que aprendimos a serlo y que no sabremos si recuperaremos. En Sevilla ya hacía ese calorcito que te anuncia que la primavera va a estallar en todo su esplendor dentro de muy poquito. Nos habíamos encontrado en el mes de noviembre en Priego de Córdoba. Entonces todo era frío y mucha lluvia de la que te cala hasta los huesos. Probablemente ella no se fijó en mí, pero yo en ella sí. Fue una especie de amor a primera vista.
Era un Congreso de los de antes del Coronavirus, con su picoteo, sus bolsas feas y el calor humano; cosas que antes no valorábamos y que ahora echamos tanto de menos. Ella presentaba su investigación; yo, la mía. Y me hubiera quedado hablando con ella después; pero compatibilizar los ritmos de la Academia con un bebé no es nada fácil. Voy siempre tarde y mal y haciendo un constante equilibrio de prioridades que no sé si siempre es acertado.
Así que decidí pedirle una entrevista para La Poderío. Y ella me la dio en aquella mañana cálida del día de los enamorados en el sitio más adecuado para ello: La SinMiedo, un “espacio social creado desde la necesidad de ofrecer a la ciudadanía un encuentro entre prácticas, formación y muestras artísticas y vivenciales relacionadas con la perspectiva de género e igualdad, relaciones saludables y de buen trato, que sirva de vehículo para la transformación y la mejora social”; como ellas mismas se definen.
Su nombre es Macarena Hanash, tiene 27 años, estudió sociología y ciencias políticas en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) y el Máster de Género e Igualdad de esa misma universidad, donde ha realizado una investigación sobre la violencia digital contra mujeres en el ciberespacio.
Forma parte de esa generación de mujeres para las que el feminismo está íntimamente ligado al online: “Yo no conocí el feminismo ni en las aulas, ni en la universidad, fue antes y fue en internet, fue en redes sociales, en blogs, buscando diferentes cosas, fue en ese momento boom 2009-2011”, nos cuenta, “estoy mucho en internet, aquí es donde he descubierto y donde exploro yo el feminismo y donde habito y me muevo en el feminismo”. Así que su objeto de estudio vino casi de manera natural y lo conoce a conciencia.
Manosfera
Puede que todas recordemos a ForoCoches por dos cosas: el envío masivo de pizzas a Pedro Sánchez durante el ya histórico Comité Federal de octubre de 2016 y las polémicas declaraciones de su fundador sobre las mujeres que, por lo visto, es un humor que no entendemos. Pero lo que no vemos es mucho más peligroso.
Forocoches forma parte de lo que se conoce como “manosfera”. “En Internet se llama manosfera, o mansphere en inglés, a un conjunto informal de blogs, páginas webs, foros, cuentas de Twitter, de Youtube, de subreddits en Reddit que tienen como base el antifeminismo y la misoginia y se dedican simplemente a difusión de teorías antifeministas, de ideología machista, misógina, racista, tránsfoba, etc”, nos explica Hanash.
Con una peculiaridad que lo hace aún más peligroso: “en los foros y en las webs como 4chan o Reddit tú simplemente te registras, pero en ForoCoches necesitas una invitación. Tienen un mecanismo de perro guardián que redes anglosajonas no tienen”. Y así, por ejemplo, no son capaces de organizar sólo el envío masivo de pizzas, sino de tumbar eventos organizados por mujeres como un encuentro de jugadoras de videojuegos que se iba a celebrar en Barcelona hace unos años.
No se puede saber de lo que hablan, pero hablan de cosas como: “Hilos de fotos o gifs de mujeres blancas, guapas y bien vestidas alta definición semiserio”, “¿os da reparo masturbaros con alguien que ha muerto?”, “nivel de puterío de las tías que he visto este finde”, “¿prefieres que tu hijo sea hetero o gay?: Encuesta”.
Los chats de las diferentes manadas que hemos conocido estos años funcionan exactamente con la misma lógica. “Los de la manada en lugar de estar en ForoCoches es con sus propios amigos donde se animan y encuentran ese refuerzo para perpetrar violencia y luego van y lo comparten. Es lo mismo que hacen en foros, lo que pasan es que lo hacen en sus propios grupos”, nos explica la investigadora.
Not all men?
Sin embargo, bajo el paraguas de la “manosfera” hay muchas categorías de individuos peligrosos. Encontramos a los “activistas por los derechos de los hombres” que son “los que hablan mucho de violaciones a hombres, denuncias falsas, temas de divorcio, síndrome de alienación parental”. “Los men going their own way que son los que abogan por separarse de las mujeres.
Hay diferentes niveles: desde el nivel básico de «no interactúas ni con la cajera del supermercado porque es una mujer», al nivel máximo de «me quedo en mi casa ermitaño total y borro totalmente el contacto con las personas». Y está el del medio de ‘voy a negar por completo todas mis relaciones sexuales o mis relaciones emocionales o psicoafectivas con mujeres’. Son hombres que simplemente dicen que hay que erradicar su contacto con mujeres.”
También están los “incels” o “célibes involuntarios” que consideran que las mujeres les deben sexo y “que son los que han sido los perpetradores de muchos de los tiroteos masivos en EEUU y en Nueva Zelanda”. Aquí se incluyen además a los “artistas del ligue” que tienen vídeos tutoriales en youtube, libros, etc en los que se ensalza la cultura de la violación.
Estrategias de ciberviolencia
Al hablar de ciberviolencia de género puede que lo primero que se nos venga a la cabeza sean las parejas controladoras de nuestro móvil y nuestras redes sociales; y “eso es una punta del iceberg”. “Es todo un mundo de estrategias, de tecnologías y violencias y te pueden pasar un montón de cosas malas”, relata Hanash. Lo más básico son los insultos sexistas en redes sociales del tipo “vete a fregar” o “puta” que se mezclan con insultos racistas, homófobos, etc en función de las distintas opresiones que atraviesan a las mujeres que laos sufren.
También está la luz de gas y el flaming que consiste en impedirte que haya una conversación normal. Pero hay más: mensajes no solicitados con contenido sexual, monitoreo, acecho, acoso, amenazas, robo de identidad, porno vengativo, sextorsión, doxing, que es filtrar todos tus datos, ataque de denegación del servicio a webs feministas o deep fake.
Atención a este último que consiste en hacer una biblioteca con tus imágenes y utilizar un software que reconoce los puntos faciales para superponer nuestra cara en imágenes porno, ¡y es una tecnología cada vez más accesible! “¿Qué chica joven no tiene selfies desde un montón de ángulos?”, reflexiona la investigadora. Así que sí, igual que en el mundo offline, te pueden pasar muchísimas cosas y hay que tener cuidado para no normalizar esta violencia creyendo que no es real: “eso también es una falsa dicotomía de que la violencia virtual no es real, y no, lo que existe es un cotinuum de violencias en el que se pueden mezclar formas más offline y más online; pero al fin y al cabo es todo lo mismo”, advierte Hanash. “Es algo que está pasando, que es más grave de lo que pensamos, que está más estudiado en Estados Unidos, pero que vemos que pasa en España”, precisa.
Identidad de víctimas
Y, pese a la enorme diversidad es mucho más lo que tienen en común. Lo primero es su identidad como víctimas; del feminismo, culpable de la corrupción de Occidente, y de las mujeres. Lo segundo es un cierto tipo de lenguaje que sirve para categorizar y disciplinar tanto a mujeres como a hombres.
Así, por ejemplo, los que participan en la manosfera dividen a los hombres en alfa (con alto atractivo físico) y beta (con menor atractivo, pero más inteligencia, dinero, etc). A cada persona le atribuyen un valor en el mercado sexual en función de su grado de atractivo. Y, para ellos, el principal problema es que “las mujeres tienden a querer estar con hombres que están por encima de su propio atractivo sexual con lo cual eso deja a un montón de hombres que tienen, a sus ojos, porque todo esto es desde su punto de vista, poco atractivo sexual solos y, por lo tanto, se les debe una pareja sexual”.
“¿Quién sabe esto? Solo una minoría son los que se han dado cuenta de que realmente de que los hombres son los que están subyugados y subordinados a las mujeres”. Estos son los que se han tomado la pastilla roja (redpill), el resto de hombres son bluepillers que aceptan su condición de subordinados.
“Luego está como la versión más radical que es la blackpill que es aceptar que ni siquiera se puede cambiar eso y el único camino es abandonar las relaciones con mujeres o incluso en foros donde se habla de la teoría de la blackpill animan al suicidio”, explica Hanash. Por supuesto, también hay un elemento racista y homofóbico en todo esto: “vienen los inmigrantes a por nuestras mujeres, las mujeres vienen también a por nuestras propias mujeres”.
Autodefensa feminista
Estos hombres se radicalizan en internet. Empiezan accediendo a contenidos machistas y el propio algoritmo los lleva a contenidos cada vez más radicales. “Muchos se lo toman literalmente como un juego”, describe Hanash. Señalas a una mujer, decides la estrategia, perpetras el acoso, lo registras y lo compartes para tener un refuerzo positivo de la comunidad e incluso dinero a través de las plataformas. Y, ante eso, por desgracia, solo nos queda lo de siempre: autodefensa feminista.
En lo individual, protegernos y para eso hay disponibles muchos recursos online. Y en lo colectivo presionar para que los saquen de las plataformas. “Eso es un tema importante: que quitarles de las plataformas funciona, es decir, ejercer presión tanto desde el público como desde los medios para relacionar la violencia con cómo viene de que se han radicalizado en esas plataformas y, por lo tanto, quitarles de las plataformas o cerrar las plataformas por completo o presionar, por ejemplo, a los anunciantes”, resume Hanash.
Así que, hermanas, cuando transitéis por el bosque de lo digital, protegeos mucho y protejámonos las unas a las otras.
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