Una sátira sobre el mundo de la belleza que le da una vuelta de tuerca al fenómeno #Metoo.
En 2015, la escritora Sarai Walker publicó Welcome to Dietland, una novela centrada en la obsesión de la sociedad con la pérdida de peso, especialmente en las mujeres, que explora además cómo sería una resistencia violenta al patriarcado. No tardó en llegar Dietland (2018), la adaptación en diez episodios para la televisión, creada por Marti Noxon (Heridas abiertas, Unreal, Buffy cazavampiros) que puede verse en Amazon Prime. Su creadora quería reflejar la violencia que aparece en la novela, su enfrentamiento con el patriarcado y la cultura de la violación sin que por ello dejase de ser una comedia de tinte muy negro, como queda reflejado en la intro animada donde una mujer escala una montaña de comida sin probar bocado. Al llegar a la cumbre se ha convertido en un esqueleto con piel y un poco de pelo.
La protagonista, Alicia Kettle, a la que llaman Plum, interpretada por Joy Nash, es una mujer que vive en un confinamiento autoimpuesto. No se permite llamar la atención y siempre viste colores oscuros arrastrando un halo de tristeza. Incluso en su trabajo es como un fantasma, Plum se dedica a responder las Cartas a la directora de una revista de moda para chicas adolescentes. Pero la vida de Plum va a verse zarandeada cuando una comunidad feminista contacta con ella. Al mismo tiempo, un grupo armado de mujeres que se hace llamar “Jennifer”, se está tomando la justicia por su mano contra los violadores y acosadores del país.
La vida en pausa
Plum lleva años a dieta, matándose de hambre para bajar de peso. Cansada de esta lucha, ha decidido que se gastará el dinero (que no tiene) en un baipás gástrico que la hará adelgazar y le permitirá empezar una nueva vida. Vemos a Plum delante del espejo, sujetando un vestido rojo que acaba de comprar, varias tallas más pequeño, imaginándose la figura estilizada prometida dentro de él. Esto será, además, la puerta a la felicidad, un sentimiento que no abunda en la actual existencia de Plum.
Observando esta vida futura recordamos las palabras de Magdalena Piñeyro, en su libro 10 gritos contra la gordofobia (Ramdom House, 2019) cuando habla del concepto cuerpo-tránsito: “Un cuerpo que debe ser corregido a base de dietas o cualquier otro método aunque arriesgues tu salud y tu vida. El tránsito es pausar la vida esperando la siguiente parada, que es la delgadez, el éxito”. Ella misma comenta en una entrevista: “Estar gorda en esta sociedad es tener que vivir escondida, nos han convencido de que los cuerpos de las mujeres nunca están bien como están, por lo que habitamos un cuerpo en permanente tránsito en la medida en que no es la mejor versión de nosotras. Y se refleja en el constante sueño de ser otras y no amar el cuerpo que tenemos”.
En el primer episodio, podemos leer algunos fragmentos de las cartas que Plum debe responder, tan descorazonadoras como reales: “Querida Kitty, todas las chicas de tu revista están tan delgadas, qué suerte tienen esas chicas… odio mi culo, orejas, muslos…” una retahíla que estamos demasiado acostumbradas a escuchar, pero que nos remueve como si fuera un objeto punzante en el estómago cuando nos damos cuenta de que nuestras hermanas, amigas, primas, vecinas de las siguientes generaciones vienen heredando.
Ya en la serie My fat mad diary (2013), veíamos una escena difícil de olvidar, que dibuja una metáfora perfecta sobre la disociación cuerpo-mente que poseemos casi sin darnos cuenta. En esta escena la protagonista baja una cremallera que tiene en su espalda para sacarse todo un traje de piel y aparecer debajo de esa piel con un cuerpo distinto que cumple todo el canon de belleza actual. Como si debajo de nuestra piel estuviese esperando ese otro cuerpo que sí nos representa. Ese cuerpo al que sí permitiremos todas esas cosas que le prohibimos al actual. Esta idea es tan cruel como nociva, porque nuestro cuerpo no está separado de nuestra mente. De esta manera, cuando decimos que odiamos nuestro cuerpo, realmente lo que estamos diciendo es que nos odiamos a nosotras mismas.
La comunidad feminista que se pone en contacto con Plum intentará cambiar su visión de la vida, influir en sus respuestas a las adolescentes y hacerle ver que es más importante quererse a una misma que obsesionarse por adelgazar.
Amarse una misma es un acto extremadamente político
No pudo estar más lúcida nuestra querida Naomi Wolf en su ensayo El mito de la belleza ( Chatto & Windus , 1990) cuando escribía “El mundo no está interesado en la belleza de las mujeres, está interesado en su obediencia. La dieta es el sedante político más potente en la historia de las mujeres, una población tranquilamente loca es una población dócil«.
Quererse a una misma es un acto político de resistencia hacia la guerra contra las mujeres. Es un acto de desobediencia contra el patriarcado que nos quiere perdiendo el tiempo y las energías en una batalla contra nosotras mismas.
En la serie Euphoria (2019) tenemos una escena maravillosa del personaje Kat, interpretada por Barbi Ferreira, donde mientras va caminando con todo su poderío piensa: “No hay nada más poderoso que una gorda a la que se la suda”. ¡Ole ahí!.
La propia Sarai Walker afirmaba en una entrevista a El Salto: “Me gusta la expresión ‘amar a tu cuerpo es un acto radical’. Creo que es una cosa muy radical aceptar tu cuerpo tal como es, sin sentir la necesidad de cambiarlo. Como mujeres, se nos enseña a odiar nuestros cuerpos, lo que nos distrae de las cosas más importantes que podríamos estar haciendo, de nuestro propio poder como mujeres. Por lo tanto, aprender a amar tu cuerpo es un acto político.”
En Dietland, Plum va a emprender el camino más difícil de su vida, quererse a ella misma, acallar las voces, luchar contra el sistema que la programa para sentirse mal consigo misma.
Las mujeres siempre necesitamos una coartada para aparecer tal cual somos ante el mundo, como si estuviéramos obligadas a dar una explicación por la forma en la que nuestros cuerpos devienen. En este camino, Plum va a dejar de pedir perdón por ser como es, y no se va a avergonzar de sí misma para gustarle a gente que en realidad no le importa.
#Metoo
La serie se estrenó justo antes de que el fenómeno #Metoo le explotara en la cara a Hollywood, poniéndoles rojos por sacarles las vergüenzas propias. Juliana Marguiles, la misma actriz que interpreta a la odiosa Kitty Montgomery, directora de la revista de moda, dijo en una entrevista: “Cuando los violadores, los acusados de violación, empiezan a caer de los árboles gracias a estos movimientos, ¿no me digas que esta serie no es oportuna?”. Más oportuna aún, ya que aquí teníamos nuestro #yositecreo propio con el juicio mediático de la manada.
La serie Dietland explora lo que sería un grupo de mujeres armado, resolviendo en las calles lo que la justicia no es capaz de resolver. Una trama como poco inquietante. Estas guerrilleras hacen volar nuestra imaginación hacia lugares que muchas nos habremos planteado alguna vez: ¿qué pasaría si cada agresión tuviera una respuesta, si todas las mujeres tuviéramos formación en autodefensa y la utilizáramos? ¿qué pasaría si en lugar de lápiz de labios en el bolso llevásemos una navaja?
Pero la serie es solo una sátira, que nadie se lo tome demasiado en serio, las mujeres somos tan pacíficas que jamás nos levantaremos en guerra… ¿o sí?
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