Viernes 21 de febrero de 2020. Día importante no, importantísimo en Cádiz. En las calles se escuchan las letras de las agrupaciones carnavalescas que durante un mes han estado llenando de reivindicaciones y denuncias sociales el Teatro Falla. Se ven los primeros coloretes en la cara de la gente. Todo está listo: es la noche de la gran final. En el barrio de La Viña, Teresa Rodríguez Rubio Vázquez (Rota, 1981) espera a La Poderío.
Profesora de Lengua y Literatura de vocación, política por convicción, en las calles y en las plazas es “La Tere”. Para ella, más que un día, ha sido una semana decisiva: acaba de anunciar que en el mes de mayo abandonará la dirección de Podemos Andalucía y que trabajará, eso sí, un nuevo partido de izquierdas “feminista, andalucista y autónomo” bajo la marca Adelante Andalucía. Pero fuera de la actualidad, en este chascarrillo se hablan de “las cosas del comer”.
Teresa, una cosa que nos preguntamos mucho desde La Poderío y que construimos entre todas es el feminismo andaluz, ¿qué entiendes tú por esto?
Lo que tiene que aportar el feminismo andaluz son los usos y costumbres de las mujeres andaluzas. Yo pensando en mi madre, en muchos de los casos su forma de actuar es feminista, pero sin necesidad de teorizarse a si misma: la lógica de los cuidados, pero también el empoderamiento de la mujeres de la familia, las aspiraciones a que las hijas tuviéramos educación y oportunidades que ellas no habían tenido, los espacios de solidaridad entre mujeres que se dan en las formas de vivir comunitaristas. Yo creo que si yo aspiro a un feminismo concreto es a un feminismo andaluz, no es feminismo sueco. A mí me gustaría una sociedad feminista donde los cuidados tuvieran un valor importantísimo, donde la vida en comunidad fuera fundamental y donde la cultura andaluza, una cultura también oprimida como lo han sido las mujeres, tuviera también un protagonismo importante.
Entonces, ¿cómo de importante es la territorialidad que atraviesa a las mujeres y en este caso a las andaluzas?
Es importante porque determina las oportunidades que tenemos en la vida, desde la esperanza de vida, el PIB per cápita, las posibilidades de encontrar un empleo, todo eso y muchas cosas más vienen determinadas por el lugar en el que una persona nace. Y nacer en Andalucía y nacer mujer, supone una doble discriminación a día de hoy, viendo los datos estadísticos más fríos.
Y sin centrarnos en datos económicos que determinan nuestra vida, ¿cómo y qué debemos cambiar para que el centros de nuestras vidas no sea solo eso?
Ahí es donde tiene que aportar y donde está aportando mucho el feminismo. Yo creo que hay que hacer dos cosas: una, mirar la realidad con unas gafas violetas, pero también con unas gafas verde y blancas, es decir, reconocer cuáles son los elementos que hacen que esta tierra haya estado estructuralmente siempre en una situación de subalternidad económica, en este caso, y, por otro lado, aspirar a una sociedad donde lo económico no esté en el centro, donde el buen vivir y los cuidados se sitúen en el centro.
Es un trabajo que hay que hacer porque hoy por hoy si ignoramos un análisis económico marxista de la realidad, me parece que estamos pensando en una solución que no es real. Tenemos que pensar también cómo nos desenvolvemos en esta sociedad que vivimos y cómo somos capaces de salir de esa situación de subalternidad en la que vivimos, porque en una sociedad donde ni siquiera somos capaces de retener la riqueza que producimos es difícil pensar en otra forma de vida, en otras maneras de vivir.
En esa capacidad de desenvolverse, de poner los cuidados en el centro y de reivindicar no solo lo que producimos, sino también los derechos más básicos de una sociedad como es la dignidad y la justicia la hemos visto en las calles, en las plazas, frente y dentro del Parlamento andaluz con las mujeres de Andalucía levantás diciendo “ni un paso atrás”, ¿quiénes son estas mujeres?
Sí, las mujeresmuejres del 061, las kellys, las monitoras de educación especial, las intérpretes de lengua de signos. Casi todos los colectivos en lucha en la Junta de Andalucía son colectivos de mujeres subcontratadas. Son 15 mil mujeres en el ámbito educativo, solamente (ironía). 15 mil mujeres, de la mañana de la escuela hasta la tarde, desde los comedores escolares hasta el transporte escolar, de la atención al alumnado con necesidades especiales, niñas y niños sordas. Son mujeres subcontratadas en situaciones de precariedad que se han organizado y que luchan.
Estas son las mujeres que construyen la historia y que conforman la identidad de Andalucía, ¿no?
Ahora mismo, desde mi punto de vista, son las mujeres las que están en la vanguardia de las luchas sindicales en el ámbito público. Sobre todo, en el ámbito de esos trabajos socialmente feminizados, pero es que además, yo creo que nuestro papel es poner en valor esos trabajos porque al final lo que se entiende es que una trabajadora en un hospital tiene infinitamente menos importancia que una cirujana o un cirujano y eso no es cierto, porque en un hospital en un quirófano que está sucio no se puede operar. Una escuela que no integra al alumnado con necesidades educativas especiales no es una escuela que proporciona derechos básicos para toda la humanidad. En una escuela donde no hay comedores escolares para que la familia pueda conciliar no es una escuela que se adapte a las necesidades del siglo XXI, y todo ese trabajo que al final se beneficia el conjunto de la sociedad se ha hecho a costa del trabajo ultraprecario de muejeres.
¿Referentes andaluzas?
¡Mi madre! Rocío Jurado, Lola Flores, María Zambrano, María la Yerbabuena, La Petróleo que está aquí al lado…
¿Quién es La Petróleo?
La Petróleo es una mujer transexual que es una institución en el barrio (La Viña). Estuvo en prisión muchos años en la época de Franco y ha sido siempre artista con su show de La Petróleo.
Hablando de transexualidad, ¿qué te parecen los debates que se están dando ahora desde algunas partes del «feminismo» sobre el transfeminismo?
Yo de verdad que no lo entiendo. No me entra en la cabeza. Desde mi punto de vista, creo que el feminismo cuanto más incluso mejor. Cuanto más sea capaz de integrar todas las formas de opresión que son transversales y atraviesan la condición de ser mujer, y ser trans es una de ellas, más capacidad tendremos de cambiar la realidad y de crecer. No entiendo ese tipo de exclusiones.
Y volviendo a la territorialidad, ¿cómo te has vivido tú desde chiquitilla esa relación norte-sur al crecer en un municipio donde hay una base militar estadounidense?
Eso se vive de manera múltiple. A nivel personal, vivir al lado de una base militar suponía que cuando venía la Sexta Flota, las madres a las niñas nos hacían volver a casa más temprano, porque siempre había el miedo de que cuando los marines llegaban a Rota se emborrachaban y las madres asustadas nos encerraban en casa desde las 10 de la noche. Desde vivirlo así, con esa cercanía, a ver la avenida llena de prostíbulos. Era otra época. La realidad ya no es así, porque ya no vienen tantos marines y ese negocio para los americanos cayó.
Nos hemos sentido como un pueblo colonizado de alguna manera, y eso fue desde mi madurez política. Desde Rota estaban las plataformas de lanzamientos de las bombas que se tiraban en Irak. La guerra del ´90 a mí me cambió la vida, porque escuchar el rugir de los motores al lado de mi casa y ver al día siguiente los destrozos en un país lejano es algo que impresiona mucho. De alguna manera, también las dificultades de un pueblo que tienen esas características un poco como de colonia, tampoco podía hablar de la guerra hasta hace poco que comenzó algún movimiento pacifista roteño, pero nos costó mucho trabajo porque la gente vivía de la base. Hoy por hoy no es tan así y ,por tanto hace, que seamos un poco más libres a la hora de opinar, pero es una faena que te hagan elegir entre el pan y la paz. Eso también pasa aquí (Cádiz) con los astilleros y el debate de las corbetas. Es una putada a la que someten a los pueblos, que tengan que decidir entre la paz y el pan. No deberíamos tener que elegir.
Teresa hay muchos medios por ahí que te definen como “independentista andaluza”, ¿tú como lo ves?.
(Risas) Me encanta. Un día me lo voy a plantear. (Risas). ¿Por qué no? Pues ya está.
¿Qué diferencia hay de esto con el andalucismo que tú reclamas?
Tradicionalmente, el andalucismo no ha sido independentista. El andalucismo desde mi punto de vista tiene muchas virtudes. Es como el feminismo. Si se cumplen las consignas feministas viene el bien para el conjunto de la sociedad, no solo para las mujeres. Pues del andalucismo ocurre algo similar. Si se cumplen las aspiraciones que tradicionalmente han estado vinculadas a la blanca y verde, se consiguen cosas no solo para los andaluces, sino para el conjunto de la sociedad y del país o del mundo, incluso. Cuáles son las aspiraciones del pueblo andaluz al final: educación, sanidad, es la murga de los currelantes de Carlos Cano cantando que “queremos escuelas gratis, medicinas, hospital, cultura, que vuelvan pronto los emigrantes”. Siempre ha estado vinculada a las reivindicaciones social, a la propiedad de la tierra,…para esas cuestiones son para lo que nosotros hemos sacado siempre la blanca y verde. Por tanto, no tiene nada que ver con otros tipos de nacionalismos, independentistas en algunos casos, y sin yo querer criminalizar al independentismo en absoluto.
Hablando más de nacionalismo en comparación con el andalucismo, en el primero lo que se defienden son los intereses materiales de una burguesía nacional, eso no lo tenemos en Andalucía. La burguesía autóctona ha sido en general escasa, no como en otros lugares de España y, por tanto, para no confundir a mí me gusta llamarlo andalucismo respetando profundamente el nacionalismo y teniendo yo muchas características en común con los nacionalistas andaluces que al final nos ponemos a hablar y nos ponemos a hablar de las mismas cuestiones. Pero para no confundir con otro nacionalismo más burgués, a mí me gusta hablar más de andalucismo e incluso a Blas Infante le gustaba más hablar de andalucismo y de un andalucismo humanista. Esto es último es importante porque no es un nacionalismo ni una ideología excluyente, no intenta afirmarse negando a otras y a otros, sino que se reconoce siempre en la diversidad y yo creo que también es muy positivo. Si tuviéramos una historia nacionalista de exclusión o de definición frente a otros sería más difícil resignificar eso, pero no es el caso. No tenemos que resignificar nada porque desde el andalucismo se ha definido como no excluyente y como social, desde siempre.
De ahí, ¿la idea y la necesidad de tener un partido andalucista en el Congreso?
Porque los partidos son al final una herramienta para disputar el poder y no podemos confiar siempre en un partido que no representa los valores y las reivindicaciones del andalucismo. Es como nos ha pasado a las mujeres: no tener un movimiento autónomo de mujeres y confiar en que la izquierda iba asumir como propia las reivindicaciones de las mujeres no ha salido siempre bien. Ha sido necesario construir un movimiento autónomo de mujeres que tomara conciencia de su propia realidad, aportara soluciones muy concretas y adquiriera protagonismo para que las cosas de verdad cambien. Yo creo que en Andalucía pasa exactamente lo mismo. Pasa siempre que hay relaciones de privilegios frente a la opresión de otros y en el caso andaluz pasa siempre así, ¿no? A nosotros nos ha tocado y hemos tenido esa mala suerte de ser vistas y tratadas como la parte más débil de la cadena, sin valor añadido, la que exporta la riqueza fuera o la que no retiene todo eso aquí, la que se encarga del reparto de las riquezas y del trabajo y menos valorada. Es necesario tomar conciencia de esa realidad, adquirir protagonismo como andaluces y andaluzas, explicarle a los demás cuáles son nuestras dificultades y ponerlas sobre la mesa, así como luchar por medidas concretas para evitar esa discriminación, porque incluso si gobernamos en Andalucía o en España, si no hemos cambiado esa relación de poder sobre otros territorios hacia Andalucía, no vamos a cambiar nada.
¿Y qué hacemos con el fascismo?
Yo creo que mucha pedagogía. Creo que es necesario generar espacios donde la indignación legítima se oriente hacia objetivos que supongan respeto a la diversidad, apuesta por las libertades públicas y por los derechos sociales, porque si no somos capaces de cumplir con esto es difícil enfrentarse al fascismo. El 15M ha sido un poco eso, ha sido nuestra vacuna contra los fascismos durante todo este tiempo, pero ha pasado mucho tiempo después del 15M. Es necesario un nuevo 15M, que volvamos a recuperar un nuevo sentido común en la sociedad de que los enemigos no son los migrantes que entran por la frontera, sino que son los bancos y los políticos corruptos. En su momento, señalamos a los bancos y a los políticos corruptos como los culpables de situación, entonces hay no había espacio para este fin, era imposible.
Decían que Andalucía es el laboratorio del fascismo, ¿qué opinas de esto?
Ya…Andalucía, Murcia…Yo creo que todo lo que son errores y traiciones de la izquierda son caldo de cultivo para la extrema derecha, siempre ha sido históricamente en cualquier lugar del mundo. Por eso, creo que ha sido un error entrar en un gobierno con el PSOE porque le hemos dado toda la oposición a la derecha y todo el espacio de la indignación y de la impugnación del régimen a la extrema derecha. Me parece que eso es un riesgo.
Si no conocemos nuestra historia, ¿cómo vamos a poner en valor de dónde venimos? Por ejemplo, estudiamos la revolución industrial con las mujeres en EEUU, pero no estudiamos la revolución social de Las Faeneras en Málaga, ¿por qué no se estudia nuestra historia en los colegios?
Quienes escriben los libros de texto no son andaluces y desde luego no son mujeres, ahí está el centro de todo. Quienes escriben la historia y lo ha hecho de forma tradicional son hombres, heterosexuales. Yo soy profesora de Lengua y Literatura y, por ejemplo, en el caso de la literatura oral tiene un capítulo residual en los contenidos de literatura y es tan importante en nuestra vida…¡mucho más que El Quijote! Para la vida de cualquiera que le preguntes en la calle: la nana que le cantaba su madre o los juegos de palmitas que se jugaban en el cole, que algunos tienen siglos esas canciones, o los arrullos a los niños, tiene mucha más importancia que El Quijote, o el flamenco, o el carnaval.
Son literaturas orales y en muchos casos femeninas, ancestrales y que a nivel internacional encuentras nanas y juegos orales en muchos países que son los mismos, al igual que pasa con las narraciones y cuentos anónimos que muchos están vinculados a esa literatura femenina como fueron en su momento las jarchas. Eso tiene un apartado minúsculo en los contenidos, porque se le da más importancia a Lope de Vega que saber de dónde vienen las nanas que nos contaban las abuelas para conservarlas y para poder cantárselas a nuestras nietas o las coplas del flamenco que nos emocionan de mayores. Eso no tiene la importancia que tiene cualquier obra de Calderón. Yo no lo entiendo eso.
El flamenco que también forma parte de la identidad andaluza, a veces la renegamos porque fue utilizada por el régimen para vender la imagen de España en un momento de dictadura. ¿Es una usurpación cultural y social?
Con el flamenco pasa una cosa. Gracias, fundamentalmente, a los gitanos y a las gitanas se conservan los espacios autóctonos de creación de copla y de reproducción de copla flamenca. Es decir, que si conservamos tanto flamenco es porque los gitanos y las gitanas tienen una forma de vivir en comunidad que todavía generan los espacios para que se cante una copla en una fiesta, una tarde en una plazoleta. Conservan esos espacios comunitaristas para que se sigan inventando coplas de flamenco y reproduciéndose las antiguas. Si no existiera eso o si se desdibuja su forma cultural, seguramente el flamenco hoy por hoy no existiría como lo conocemos. Esto es muy importante porque los payos y las payas hemos perdido esos espacios familiares tan amplios de encuentros permanentes y de convivencia cotidiana, donde podíamos generar arte de forma colectiva. Tenemos una vida mucho más individualizada y en este tipo de espacios es muy difícil generar este arte como es el flamenco, que es una creación colectiva y espontánea y gracias a las gitanas y a los gitanos tenemos un arte vivo.
Y en en la identidad andaluza, ¿también está el lenguaje?
A día de hoy, fundamentalmente en los medios de comunicación y en los sitios donde se reproduce lo que es aceptable y hegemónico no existe otra cosa que no sea el castellano “estándar”. Ni existe el andaluz, ni el murciano, ni el canario. La mayoría de la población no habla así (estándar), por eso se da una situación de disglosia. Esta lengua la habla de forma natural un número muy minoritario en España, pero que es considerada la fórmula de prestigio. No obstante, si la gente no habla esa lengua, se desprestigia su lengua y también a la gente.
Teresa estás desayunando tu tostá de aceite. Mi madre se encarga de tirar de los fardos y coger esas aceitunas. Ella lo tiene muy claro: “los señoritos no quieren mujeres”. Ahora que el campo está en la calle, ¿qué cambios necesitamos en el campo andaluz?
Tenemos una estructura de propiedad de la tierra muy similar a la del s.XVII, a la de la Reconquista, que además viene de esta época cuando se repartieron entre los nobles del norte las tierras que eran comunales andaluzas durante el período de Al Andalus. La estructura es muy similar y no ha cambiado, incluso tenemos una ley de reforma agraria que no se ha aplicado en su totalidad. Hay que repartir la tierra. La clave del día de hoy es la lucha contra la “uberización” del campo. Uno de los grandes enemigos del campo andaluz son los fondos de inversión que acaparan tierras, que son como los nuevos señoritos, pero son invisibles: no van a caballo, ni lo ves ni ná, pero cobran la PAC (Política Agrícola Común), pero no los ves y son un fondo de inversión con sede en algún paraíso fiscal y se están quedando con el campo andaluz y especulan con nuestro campo, porque se está convirtiendo en un nicho de negocio en momentos de incertidumbre y eso nos priva el acceso a la tierra que es fundamental sobre todo para la vida en los pueblos.
Por otra parte, que también es una realidad palmaria a día de hoy, es la dictadura de las cadenas de distribución de grandes empresas de comercializadoras que imponen los precios e imponen también los cultivos. A nosotros nos contaban que hay cadenas de supermercados que le dicen al agricultor hasta la semilla que tiene que cultivar ese año, qué tipo de tomates tiene que cultivar, porque otros no le va a comprar. Están también las multinacionales de las semillas, la que más es Monsanto, beneficiándose del trabajo en el campo, por tanto, soberanía no hay ninguna. Ni soberanía alimentaria, ni soberanía agraria y hay que hacer una transformación profunda de eso, tanto acabar con la política de precios impuestos por las cadenas de distribución como un cambio en algo tan básico en el campo andaluz que es repartir la tierra.
Y para ello, ¿cuáles son las propuestas de vuestro grupo?
Para empezar una ley de precios justos sobre los productos agrícolas que al menos cubran los costes de producción. Y por otro lado, una aplicación de la ley de reforma agraria que haga que el acceso a la tierra esté garantizado para las personas que viven en los pueblos. Que las tierras públicas formen parte de un banco de tierras públicas a disposición de las cooperativas y ayuntamientos para que se puedan poner en cultivo, porque ya es grave que haya especuladores privados con las tierras en Andalucía. La tierra es un recurso y un bien común que tiene una función social definida por las leyes que hoy en día existen y son objeto de especulación, apropiación y de acumulación, pero ya no hablo de lo privado, es que incluso hay tierras públicas vinculadas a la Junta de Andalucía, al Ministerio de Defensa en muchos casos, o a otras instituciones que están en valdío. Podemos empezar por crear ese banco de tierras públicas y lo que ha propuesto la Junta, lamentablemente, desde el gobierno anterior es ajenear esas tierras y privatizarlas.
Nosotros creemos que es necesario fomentar la propiedad colectiva de la tierra para seguir conservando y preservando ese valor social y comunitario que tiene la tierra con ese carácter de bien común y evitar la privatización de su propiedad. Sobre la mesa también hemos puesto, aunque nos queda un poco lejos, propuestas de reformas de la PAC, que se valore el trabajo y la producción y no el número de hectáreas de los propietarios y acabar también con la vergüenza de la mendicidad de las peonadas del PER que se tiene que ver como una renta mínima agraria para cuidar de quienes producen nuestros alimentos que se merecen mucho más que esa renta. Poner en marcha también la ley de titularidad de la tierra, porque en muy poquitos casos está en manos de mujeres y a sean ellas las propietarias de la tierra y eso también es necesario que fluya ya de una vez por todas.
40 años del Estatuto de Autonomía de Andalucía. ¿Cuál es la valoración que sacas de estos años y que nos queda por hacer, desde un punto de vista andalucista?
De entre los logros, salud y educación como dos grandes pilares. Andalucía es, entre otras cosas, la médica que te cura y el maestro que te enseña. Desde los recortes en 2009, no hemos recuperado los niveles de inversión en educación y sanidad y el pago de la deuda sigue comiéndose nuestros derechos. Hay que estar muy atentas y reivindicativas con el gobierno de las derechas. El 4M ya tenemos huelga en educación y la sanidad está permanentemente al borde del colapso. De lo que queda pendiente, el cambio de modelo productivo. Seguimos sufriendo una economía extractivista que genera poco valor añadido, empleos precarios y depredación de nuestro medio natural, una economía casi colonial, hasta que no hagamos una revolución energética y productiva en clave de transición ecológica seguiremos sufriendo los niveles más severos de desempleo y riesgo de pobreza y exclusión. Culturalmente la globalización y la cultura de masas amenaza nuestra identidad y nuestra forma de vida, y un pueblo sin identidad es un pueblo sin autoestima de individuos precarizados.
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