Desde Jerez de la Frontera y con toda su poderío por Andalucía, la cantaora Lela Soto llega acompañada de seis mujeres para poner la zambomba en lo más alto del Teatro Cánovas: Ellas cantan a la Navidad.
Entre el flis flis de la laca, los botes de un automaquillaje y los chupitos de anís en vasitos fucsia de Cartojal (vino típico de la feria de Málaga) se encuentra un torbellino de siete mujeres remolinadas por Lela Soto. “¿Tengo bien las ondas? ¿Qué aros me pongo? ¡Yo me remendaba, yo me remendé!”, y así sin parar a menos de media hora de empezar un espectáculo Made in Jerez de la Frontera donde Ellas cantan a la Navidad. “Este es el nombre de mi espectáculo, de un espectáculo de siete mujeres donde cantamos villancicos tradicionales como se hace en la zambomba de Jerez, porque a nosotras no nos hace falta un hombrecito que venga a decirme”, explica Lela, la directora del evento.
Y aquí dos cosas. La primera muy importante y que quede muy claro, “no se dice zambombá, se dice zam-bom-ba, igual que no se dice o-lé, se dice o-le. Olé es fuego”, aclara Belén de los Reyes, otra de las cantaoras de este espectáculo, a lo que añade Rocío Patilla, también integrante de Ellas cantan a la Navidad, “dependiendo del sitio se dice zambombá, pero no está bien. Es zambomba (flis de la laca por ahí) porque es un instrumento, la zambomba, no la zambombá”. Y cuando Lela escucha la palabra zambombá, “es que me entra una cosa mala y digo “esta gente no ha ido a un zambomba en su vida, vaya tela”, porque la zambomba es de Jerez. Esto no es ni de Sevilla, ni de Madrid, ni del Puerto, ni de ningún otro lao. Es de Jerez de la Frontera”.
Ahora, lo segundo: “La zambomba la tocan los hombres”, anuncian más de una mujer con un sí rotundo. Y es que la Tía Leli, o “La Tata”, como la llama Lela Soto, lo explica de forma representativa y con señales: “Es que tú imagínate a una mujer tocando la zambomba…Ese gesto no queda bonito en una mujer (hacen el gesto). No es cuestión de machismo o feminismo, aquí es cuestión de estética. Aquí, nosotras tenemos mucha fuerza para tocarla si nosotras queremos, pero tú imagínate como se ve eso desde fuera”.
Lo que iba a ser una entrevista a una, se ha convertido en una corrala, en ese patio de vecinas de la que es típica la Zambomba de Jerez como cuenta “La Tata”. “La Zambomba es tradicional de los patios de vecinas antiguamente. Hoy en día se hacen en peñas, pero antes era en los patios de vecinos. Las vecinas hacían un kilo de pestiños, se ponía una botella de anís que era lo que había, y a cantar por Navidad. Su candela en medio y todos los vecinos de la calle bailaban y cantaban. Eso es la Zambomba”, sentencia con ímpetu.
Jerez de la Frontera, en la provincia de Cádiz, más habitada que la propia capital gaditana, es uno de los principales pilares del flamenco en Andalucía. Su historia es diversa y plural, incluso a veces un poco compleja. La convivencia entra vecinas de muchos lugares es el pan de cada día y diciembre es uno de los meses claves para exponer su arte e identidad con la Zambomba. Esto ha llevado a la Zambomba a convertirse en un reclamo turístico que según las artistas no ha cambiado nada más que para bien. “La turistificación no ha cambiado la esencia. Es verdad que antes se hacía por gusto y ahora se ha comercializado. Si se hace con gusto está bien. Se está obteniendo un beneficio que es para el pueblo y no cambiado la originalidad”, explica Lela.
De Despeñaperros para arriba, Lela Soto, “última heredera de la dinastía de los Sordera y la única mujer cantaora profesional de la familia”, nació hace 27 años en Madrid, de donde es su madre también la artista Amparo. Ni Amparo ni Lela recuerdan las zambombas en Madrid, pero ahora la cosa ha cambiado un poquito. “Se ha puesto ahora de moda. Porque antes la gente no tenía ni idea, pero ni idea ninguna y gracias a Dios, de unos años atrás se hizo una zambomba en el teatro que tuvo mucho éxito y cada año salen algunas cosillas más de ahí para arriba. Se está haciendo internacional”. Ahora, Lela Soto ha vuelto a sus raíces, de donde nunca fue arrancada.
Entre mujeres, conscientes de que a un hombre no se le preguntaría, es indispensable querer saber como es eso de las mujeres en una zambomba. Y la primera en saltar a responder es Rocío Patilla: “Es muy importante. Lo primero es que sin mujeres no hay pestiños y sin pestiños no ha zambomba”. Por otro lado, “La Tata” tiene muy claro que a la zambomba “lo que no le falta es feminismo, que se sepa. Porque las mujeres estamos todas juntas, apoyándonos, compartiendo, pasándolo bien”, dice como si quisiera ponerle un nombre a algo que ya existe: la sororidad.
Después hablar su tía y mientras Belén de los Reyes se pone el “ailain” (eyeline), -“las gitanas estamos de moda”, dice Lela orgullosa, mirando la raya de su amiga-, también reflexiona sobre lo que acaba de escuchar, ya que es ella la que ha juntado a todas estas mujeres pegadas a una zambomba para que canten a la Navidad. A veces, al estar juntas y tan a gusto, llegan a olvidar que están en el trabajo, eso sí sin olvidar para qué han venido. Entre ellas se nota el amor y la admiración. “Yo no podría hacer esto sin todas las que están aquí. Yo con ellas me muero. Es una locura, porque ahora a ver de quién es cada pintura, pero me siento en la gloria. Tenemos nuestros caracteres, pero nos entendemos muy bien”, apunta Lela.
Y como no podía ser de otra manera, uno de los temas claves salió y la primera en responder fue otra vez Rocío Patilla. “El flamenco tiene de machista lo mismo que otros géneros. Lo que pasa es que dicen que es machista, pero realmente a quien están señalando es al hombre gitano que es el flamenco y el que dicen que es machista. Y el machismo está en todas partes, más allá del hombre gitano”, dice encorajá. A todo esto, en el mundo profesional la Lela sí que ha sentido que han intentado cohibirla en algunos momentos de su carrera, pero ella y su “chocho gordo” han dicho que “ni mijita”. “A mí me ha pasado que a la hora de interpretar algún cante, gente muy cercana me ha dicho “pero tú cómo vas a cantar por martinete si eso es de hombres”. Si yo quiero cantar por martinete, canto por martinete y punto. También siento que ahora las mujeres, las flamencas y gitanas también, estamos transformando los tiempos y nosotras ya nos llevamos por delante”, aclara la cantaora.
Más allá del círculo del flamenco también están los festivales de música, donde, como en casi todos, en los carteles faltan mujeres y que las mujeres solo aparecen si el espectáculo es específico de género, “eso está pasando y quien no lo vea así es que no está bueno”, dice Lela. Por esto, para ellas lo más importante ahora es “estar y ocupar” esos espacios que se han ganado ellas mismas con mérito propio haciendo su trabajo y luchando a la misma vez por algún día llegar a una igualdad real.
Ellas cantan a la Navidad
Se abre el telón del Teatro Cánovas en Málaga y ahí está Jerez de la Frontera. Siete mujeres que se abrazaban a pie de escenario un segundo antes de comenzar para desearse suerte y agradecerse una a otra que hoy y siempre estén y están ahí. Los villancicos tradicionales que todas conocemos nos llevan al calor de una candela y el sabor de unos pestiños. Qué más se puede pedir.
Para Lela su referente es su padre y en la vida su madre, pero el Tío Parrilla, el cantaor, bailaor y tocaor Manuel Fernández Moreno, no podía faltar. “Es el propulsor de la zambomba como se conoce hoy. Gracias a él la zambomba sigue viva en Jerez. Él le dio el toque a lo tradicional para mantener los villancicos que se estaban perdiendo. Llevó los villancicos de patio a un escenario con guitarra y música en el flamenco”.
Poco a poco, Lela Soto tiene la idea de hacer versiones de los villancicos de hoy, para no perder lo tradicional, con letras más feministas y que recuerden a la Virgen María no solo como la madre de Dios. “La Virgen María sigue siendo la imagen de cualquier mujer hoy en día. Ella es la que lo cuidó, la que lo crió, la que lo llevó al médico (se parte de risa), pero también hay que darle ese valor de mujer, no solo de madre, porque las mujeres no solo somos madres. Somos mujeres y luego, si eso, madres”, aclara. “Y, ¿San José? ¿Ese hombre quién es?”, pregunta Belén de los Reyes. “¿Te parece poco? Ese hombre ha criado a un hijo que no es suyo, que es de una paloma. ¿Te parece poco?”, responde Rocío Patilla y las carcajadas de todas las que estamos allí nos tumban en una silla.
Aunque es muchísimo trabajo el que ya lleva, Lela no ha hecho nada más que empezar. Está grabando su primer disco, donde la ilusión y las ganas no le faltan. “Espero que el Señor bendito haga que tenga suerte porque me estoy esforzando mucho”. Ahora a escuchar zambombas, pero en verano, ojalá, que Lela nos vuelva a cantar con poderío y martinetes.
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