Tan Estrecho y tan ancho. Así son los 14 kilómetros que separan las dos orillas entre el sur de Andalucía del norte de Marruecos. Vecinas con las mismas costumbres andalusí, con palabras hermanas en las tertulias de las calles en las que las banderas son sábanas recién tendidas y hasta con una dieta regida por los mismos alimentos que las mujeres suelen cosechar en las tierras. Las mujeres marroquíes y las mujeres andaluzas han sido atravesadas por distintos contextos y situaciones en los que el colonialismo Norte-Sur ha hecho de las suyas, donde el feminismo hoy trata de cerrar esas heridas.
Quién le iba a decir a Nadia Naïr, activista, experta en género y Derechos de la Humanidad, y profesora en la Universidad Abdelmalek Essadi Tánger-Tetuán, que su trinchera estaría en la Unión de Acción Feminista de Marruecos. Y es que esas heridas que compartimos como vecinas, ella las tiene muy identificadas y capaz de buscar una reparación. “Como feministas tenemos un objetivo común: igualdad entre los diferentes sexos y géneros, igualdad de derechos y una plena y entera ciudadanía de las mujeres. Pero las estrategias para acceder a esos derechos dependen de los contextos”, afirma Naïr.
Si hablamos de contextos, la historia se hace visible en la memoria de los pueblos. Lo que no se conoce, ni se sabe, ni se entiende, pero si algo ha tratado de acabar con ese patrimonio ha sido el colonialismo. “El colonialismo ha afectado a toda la población, pero de una forma más especial a las mujeres porque el cuerpo de las mujeres se convierte en un campo de batalla, incluso se ha convertido en una excusa para la colonización cuando los países ocupantes decían que los árabes y musulmanes someten a las mujeres y que había que liberar a las mujeres, pero sabemos muy bien que no van a liberar a las mujeres sino a expoliar un país. Somos las mujeres las que tenemos que decidir cuándo y cómo es nuestra liberación. La colonización solo ha hecho que las mujeres seamos más sumisas y estemos más sometidas porque es la imagen que han creado y que nos han hecho creer”.
Cuando Nadia Naïr habla del norte de Marruecos, principalmente se refiere a las ciudades que abarcan desde Tánger hasta Tetúan (una muy cerca de la otra). Esta zona fue colonizada por España, mientras que Francia ocupó el centro del país que según ella “quedó partido en dos y esto dificultó mucho el tránsito de la población porque necesitaban pasaporte para pasar de un Marruecos a otro, el útil tangerino, por los recursos, y el inútil que era el resto”. Aún así, el colonialismo no solo afectó al derecho de libre movimiento, sino que también hizo mella en lo personal y político. “Tras la colonización francesa, las instituciones y la población de más importancia a lo religioso que a todo lo que es personal y familiar, por lo que también se diversifican las comunidades. En lo económico todo estaba más avanzado, pero eso crea una diferencia entre la población autóctona y entre colona”, afirma la activista.
Por supuesto, Naïr no olvida otro factor importante en una colonización que además se convirtió en un símbolo emocional del cansancio y del hastío de una sociedad que estaba siendo arrancada de raíz: el nacionalismo. “En este momento, los nacionalistas van ganando terreno y ganando a la gente, consideran que no es el momento oportuno para hablar y debatir sobre los derechos de las mujeres u otra cosa que no sea liberar al país, pero ¿cómo puede ser un país libre si sus mujeres no lo son? En los movimientos nacionalistas los puestos de decisión están ocupados por hombres, pero las mujeres han participado de forma muy activa, sobre todo como movimiento de resistencia y aún así han quedado apartadas en las decisiones”. Y con esto, Nadia hila con la siguiente frase: “Si no revolucionamos la situación de las mujeres, si no hacemos una revolución con ellas nunca llegaremos a la independencia”.
Unión de Acción Feministas
Desde 1982, nace el 8 de Marzo, una revista semanal de la que se llegaron a vender hasta 20 mil ejemplares al mes. Durante esta andadura, las mujeres se organizaron en diferentes regiones a través de artículos y testimonios “para reconocer los derechos de la mujer como lo son reconocidos universalmente que da lugar a la Unión de Acción Feminista, primero en Rabat y Casablanca”, responde Nadia Naïr que a día de hoy en esta unión ya suman 14 asociaciones.
8 de Marzo fue la primera revista feminista en Marruecos. Su éxito, entre otros, venía por su sesión “Dejarme hablar”, mujeres que no tienen porque ser comunicadoras utilizaban este espacio como altavoz que siempre iba acompañado con un tratamiento a nivel jurídico, de asesoramiento, social con el que luego las mujeres se sentían identificadas y la respuesta entre ellas era “mira lo que le ha pasado a esta mujer también me está pasando”, que también tenía una parte académica en contar la historia, ya que “se ha hecho desde una perspectiva de género con mujeres para visibilizar que han participado en la resistencia o que han estado en el poder”.
Y del papel, a los cambios políticos. En 1992, la Unión de Acción Feministas lanza una campaña para cambiar el Código de Estatuto Personal, en el cual va tener un apoyo de las asociaciones de mujeres progresistas en todo el país. En la recogida de firmas que consiguieron un millón “también hubo que hacer frente a las diferentes ideologías, que como no, también han atacado al colectivo con condenas de muerte porque según citaba éramos personas que íbamos en contra de la religión y que merecíamos la muerte”, denuncia la activista.
En 1993, se hace la primera reforma a este Código que recoge la Ley de la Familia (llamado Mudawana) en Marruecos. “La reforma es muy pequeñita, pero tiene que ver con que la mujer adulta pueda decidir ella si casarse o no sin tener un tutor, por ejemplo. Son temas personales que no dejan de ser políticos y sobre todo implica una desacrilización de un texto que era intocable basado en una creencia religiosa”, comenta. Sin embargo, no es hasta 2004 cuando no se ha llevado a cabo una reforma más amplia, pero que según Nadia, “todavía queda mucho porque no recoge todas las reivindicaciones de las mujeres que todavía viven en su mayoría en una relación jerárquica de sumisión respecto a sus parejas hombres y por tanto de ordenación”.
Despenalizar el aborto
“Nosotras solo pedimos que la ley marroquí respecto a las mujeres esté en armonización con las convenciones y los compromisos internacionales como es la Plataforma de Beijing o los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, y por supuesto con la propia Constitución marroquí porque la aprobada en 2011 estipula que las mujeres y los hombres son iguales”, en palabra de Naïr, no hay tiempo que perder.
Entre sus grandes luchas y reivindicaciones está, uno, despenalizar el aborto, y dos, cambiar el Código Penal en cuanto a la propia voluntad de tener relaciones sexuales consentidas por mujeres adultas fuera del matrimonio. Esto es todo un tema. El Código Penal contempla penas de un año para quienes mantengan relaciones sexuales fuera del matrimonio (artículo 490), dos años para los casados que cometan adulterio (491), tres años para quienes cometan “actos impúdicos” o “contra natura” con personas del mismo sexo (489) y hasta dos años de cárcel (artículo 454) para las mujeres que aborten.
Empezando por el principio, según datos que aporta Nadia Naïr “en Marruecos, según la Asociación Marroquí de Lucha contra el Aborto Clandestino hay entre 600 y 800 abortos diarios en el país y muchos de ellos se hacen de forma clandestina”, lo que implica “ un efecto negativo sobre la salud y, lo más importante, sobre la vida de las mujeres”. El aborto es una realidad tanto en Marruecos como en muchas partes del mundo y la criminalización a las mujeres hace que las consecuencias siempre recaigan en las empobrecidas, por eso los colectivos feministas en Marruecos piden que se despenalice el aborto a través de la coordinadora “mi cuerpo es mi libertad”.
Pero todo esto, no ha llegado por casualidad. El 30 de septiembre de este año, la periodista Hajar Raissouni fue perseguida y condenada por haber tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio y haber practicado un aborto, algo que ella desmiente. Nadia está segura que este caso no solo está basado en una ley, sino que también “es una persecución política al ser una redactora crítica con el gobierno y escribir a favor del Rif”. Finalmente, a finales de octubre, ella fue indultada por la Gracia Real que da el rey, pero que ha servido como ejemplo para tirar del hilo en una lucha en la que la sociedad ha salido a la calle para reivindicar estos derechos. “Hay que sensibilizar a la sociedad y si las personas están sensibilizadas se puede hacer la ley que quieras con resultados, pero también consideramos que las leyes son importantes y que una ley también tiene ese rol de sensibilización porque esas leyes pueden elevar una sociedad, si no tienen esa ley y esperamos a cambiar las mentalidades pueden pasar siglos. La ley es muy bonita escribirlas, pero luego hay que dotarla de mecanismos prácticos reales para cambiar la situación, desde recursos humanos pero también de dinero que es donde muchas veces hay un problema”.
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