Leamos autoras andaluzas
Leamos autoras andaluzas

La Poderío

8 noviembre 2019
Este texto está en la sección La Corrala, el patio de vecinas de La Poderío donde cada una charlotea, cascarrilla y pone colorá lo que sea mientras le da el fresquito o el sol en la cara. Más agustito que te quedas, oú. Eso sí, La Poderío no se hace responsable de lo que opinan las autoras y autores, solo apoya la participación de las lectoras como espacio de libre expresión. Puedes enviar tus artículos a ole@lapoderio.com. Otra cosa, antes de hacernos las propuestas pedimos que leas nuestro ideario.

Laura Redondo

Octubre es el mes de las escritoras: celebramos su día el 14 y compartimos nombres y títulos con el hashtag #leoautoras.

Para mí es fácil. Trabajo en una librería, también haciendo reseñas y entrevistas. Y escribo. Así que leo autoras. Y no solo en octubre, las leo continuamente, me sale solo. Durante años fui creándome un bagaje literario basado en lo que me enseñaban en clase, en lo que recomendaban los medios, en lo que tenía más a mano. Tardé bastante en darme cuenta de que ese aprendizaje estaba desequilibrado y lo hice cuando intenté tomarme más en serio eso de escribir. Lo que quería contar no terminaba de encajar en ninguno de esos moldes que había ido recogiendo como lectora porque apenas me representaban. La consciencia feminista me quitó la venda de los ojos y me abrió el camino a un mundo nuevo, en el que no he parado de encontrar libros y autoras que me han hecho sentir más cómoda como lectora (lo que, al final, significa sentirse más cómoda en la vida).

En un post de Instagram la escritora Sabina Urraca se quejaba, al hilo de estas fechas, de lo delicado de poner el foco en la literatura escrita por mujeres si mediáticamente la reducimos a la relación mujer-escritura: «corre el peligro […] de que sigamos, como siempre, comiendo en la mesa de los niños, masticando ganchitos y bebiendo fantitas, mientras en la mesa de los mayores se ponen ciegos a ternasco y buenos vinos. Es posible que todo este caso que de pronto nos hacen a las mujeres escritoras (pero citándonos únicamente para hablar de feminismo y de escribir siendo mujer) nos dé la sensación de que estamos comiendo en la mesa de los mayores, pero no nos engañemos: seguimos comiendo en la mesa de los niños, sólo que ahora está decorada más bonita y se rumorea que nos van a traer un par de sándwiches a la plancha. Y creo que debemos tener cuidado con toda esa decoración».

Cuidémonos, en lo posible, del arrastre de modas que tienden a fagocitar toda reivindicación. Pero entre nosotras no dejemos de recomendarnos autoras, desde la cercanía y la honestidad.

Creo que tiene razón. Y creo también que, por desgracia, de momento la brecha de género en literatura sigue escandalosamente presente y, por ello, quienes creemos en el feminismo y en la literatura, no tenemos más remedio que actuar. Cuidémonos, en lo posible, del arrastre de modas que tienden a fagocitar toda reivindicación. Pero entre nosotras no dejemos de recomendarnos autoras, desde la cercanía y la honestidad. 

El sur da mucho de sí en ese sentido. Hay mil y una escrituras de kilómetro cero por descubrir. Autoras andaluzas poco o nada conocidas, a montones. De todas las épocas. Y es necesario que nos demos cuenta y que hagamos lo que podamos para remediarlo. Porque es lo justo: prestarles la atención que en muchos casos se les ha negado por ser mujeres y por ser del sur. Y porque nos estamos perdiendo auténticas maravillas sin saberlo siquiera.

Hace falta recuperar a aquellas pioneras que abrieron camino. Siempre. Pero no dejemos de lado a las autoras que siguen en activo o que están comenzando. Leerlas, hablar de ellas y recomendarlas es todo un acto de sororidad. Y, de paso, nos encontraremos una mina de joyas literarias. Como muestra, ahí van ocho botones como ocho soles.

Alejandra Vanessa (Córdoba, 1981)

Escritora, actriz, cofundadora de la editorial La Bella Varsovia y creadora e intérprete del espectáculo literario homenaje a Gloria Fuertes ‘Poesía de la Tonta’. Su poemario Colegio de monjas (DVD, 2005) recibió una mención especial del Premio Andalucía Joven de Poesía 2004. Es especialmente recomendable su Poto y Cabengo (Valparaíso, 2015). El título hace referencia a las hermanas Grace y Virginia Kennedy, gemelas nacidas en los 70 en Estados Unidos, que se comunicaban con un idioma creado íntegramente por ellas. A partir de la propia experiencia, es la posibilidad de atravesar el extrarradio del lenguaje lo que la poeta explora en este libro, absolutamente recomendable.

Apenas amanece y la familia Kennedy desayuna en casa.

Las chicas toman cereales con leche en el dormitorio. 

La abuela reza ruidosa en la cocina frente a un combinado

de huevos a la plancha y tres tiras de bacon.

En el sofá el padre simula remover el azúcar mientras

hojea las páginas de contactos.

La madre tiende una lavadora y espera a media mañana

para picar algo. Tortitas bañadas en chocolate,

treinta kilocalorías por unidad.

Es lunes.

Y cada lunes comienza una nueva dieta.

Ana Rossetti (San Fernando, 1950)

Una de las escritoras más prolíficas y destacadas del panorama contemporáneo nacional, autora de literatura infantil y juvenil, de poesía, de cuentos eróticos. Con una capacidad pasmosa para reinventarse una y otra vez. Su recorrido literario comenzó en los años 80 y siempre se ha caracterizado por su calidad y su exuberancia. Deudas contraídas (La Bella Varsovia, 2016), su último poemario hasta el momento, convierte la poesía social una conmoción estética. Ana Rossetti tiene aún mucho por decir desde su experiencia y su madurez como escritora.

Aurora Delgado (Sevilla, 1968)

La voz de Aurora Delgado (Sevilla, 1968) se define en su última novela como una de las más interesantes del panorama narrativo andaluz. Curva (Sloper) es un relato en el que el tiempo y el espacio están manejados con maestría y en el que destacan unos personajes perfectamente perfilados. En esta novela están presentes el Aljarafe sevillano y su complejidad social y urbanística, las crisis relacionadas con la edad y con la familia, también con la identidad y el peso de los secretos. Todo ello conducido por la narración de un personaje que despliega su interior, lleno de imperfecciones humanas, en su manera de entender el mundo, su mundo.

Al amanecer la luz muestra el hueco de todas las promesas. En la urbanización Aljarafe se plantaron doscientos sesenta y siete ficus de hojas pequeñas. Excelente, muy ornamental, de crecimiento rápido. Solo quedan dos. Uno sirvió de horca a un vecino y nadie se atreve a cortarlo; el otro crece en el patio de la casa de Antonio.

Carmen Camacho (Alcaudete, 1976)

Escribe poemas que parecen servir para explicarse, para explicarnos a todas. Tantea las imposiciones que sufrimos, las “leyes no escritas”, como ella misma explica, para debilitarlas a fuerza de volverlas visibles. Las más sociales y las más íntimas. Utiliza las palabras como David usó la honda con Goliat, con la misma efectividad y justicia poética. De su obra destacan sus poemarios Campo de fuerza (Delirio, 2012) y Zona franca (Cuadernos del Vigía, 2016) y el libro de microrrelatos Vuelo doméstico (El Gaviero, 2014).

EL MAL VIAJE DE WILLIAM BURROUGHS

Quedar adormecido un instante, despertarme una terrible visión:

Yo.

Yo soy mi mujer

al otro lado de la pistola.

Fuego.

Carmen Ramos (Gibraleón, 1968)

La mirada de Carmen Ramos (Gibraleón, 1968) es hábil, delicada y auténtica. Sus poemas retratan esos detalles esenciales y que pasan desapercibidos y que tanta poesía encierran. Con Las estrellas han hallado otra forma de morir (Guadalturia Ediciones), fue candidata al Premio Andalucía de la Crítica 2013. Economista, poeta y profesora de talleres de poesía, Carmen Ramos consagra su último poemario, Pequeño tratado de etología (Lastura, 2016) a la belleza efímera del día a día.

Todos oímos el ruido del derrumbe

pero nadie percibe el leve crujido,

la grieta que todo lo provoca.

¿De dónde

dos cuerpos dejan de amarse,

los amigos que ya no se saludan,

la astilla que hace palanca,

el arrojo glaciar del suicida?

Cristina Morales (Granada, 1985)

La reciente ganadora del Premio Nacional de Narrativa por Lectura fácil (Anagrama, 2018), Cristina Morales (Granada, 1985) es una escritora excepcional. A pesar de su juventud, ha publicado cinco exitosos libros, entre los que destacan las novelas Malas palabras (Lumen, 2015), en la que se atrevía a ponerse en la piel de Teresa de Ávila y la magnífica Terroristas modernos (Candaya, 2017), donde destaca el acertado uso que la autora hace de la Historia para explicar la política actual. 

«Esa era la razón. Que el notario le había bailado el agua a Catalina Castillejos, que Catalina se iba a quedar con doce hectáreas de olivos y él con ninguna. No se da cuenta el notario de que convertir el mayorazgo en mayorazgo de hembra también es injusto, es una injusticia pero moderna, que puestos a ser avanzados habría que dividir la tierra en partes iguales. De eso me doy cuenta hasta yo, que me importan una mierda la Constitución, Napoleón y el rey. Eso es porque la pretende, y pretendiéndola se queda él también con las doce hectáreas de olivos. Qué ama más el notario: la Constitución del doce o las doce hectáreas. Esa es la razón, el notario, porque a su hermana la adora. La ha abandonado en la taberna y ha enfilado el camino al Escorial solo con el mozo y el cochero. El cochero no ha tirado del caballo inmediatamente. Ha mirado antes a los lados y ha preguntado por la señorita, y en respuesta ha recibido la misma orden, más vigorosa y aguda, de que arranque. El mozo, sentado frente a él, lo ha mirado con una interrogación pavorosa. El hermano no ha soportado la censura y lo ha mandado al pescante. A ver si la lluvia te quita esa cara de retrasado, le grita, y se repite la única razón, el notario, sin pensar ni en lo que le dirá al padre ni en que se arrepentirá, ni en que dentro de una semana, cuando cierre el trato en Valladolid, volverá a por Catalina, desesperado y culpable porque la adora, de verdad que la adora».

Isabel Bono (Málaga, 1964)

Ha publicado los varios libros de poesía, entre los que destacan Pan comido (Bartleby, 2011) y Lo seco (Bartleby, 2017). Leer su poesía significa desarmarse: sus palabras son capaces de transformar en ceniza la coraza más sólida. Además, fue ganadora del Premio Novela de Gijón por Una casa en Bleturge (Siruela, 2017), en la que plasma la brumosa incomunicación y el dolor de una familia marcada por la muerte temprana de un hijo.

Qué habrá por ver tan interesante tras de la niebla. La gente que vive en tierra ansía que la niebla no dure. Cuando esta se disipa pueden en el mejor de los casos ver un chopo, un caserío, una linde. Elementos arbitrarios que no consiguen justificar por sí mismos el hecho monstruoso de la visión. 

Va para dos días ya desde que la mañana se juntó con la tarde en la vaguedad de una niebla que reverbera de luz. Para nosotros esto es como una tregua. En estas condiciones los objetos se ven privados de su sombra y los ojos, del horizonte que los tortura.

María Ramos (Almería, 1983)

Escritora y traductora magistral, como demuestran trabajos como Canciones de amor, de Sara Teasdale (Harpo Libros, 2017), Hola mediodía, de Dorothea Lasky (El gaviero, 2016) o Tres mujeres, de Sylvia Plath (Nórdica Libros, 2013). En su libro Siamesa (publicado por primera vez por El Gaviero en 2015 y reeditado dos años después) convierte en poesía su experiencia al convertirse en madre prematuramente y lo hace con una belleza y una verdad abrumadoras. El cuerpo como espacio de heridas y de sanación, el dolor y la luz son constantes en los poemas de este libro. Una joya.

El amor

como cintas de goma

en las muñecas

era negar una existencia

y vivir

vivirnos como algo eterno

era tener una verdad

y una verdad

es imposible.

La Poderío

La Poderío

Una revista parida en el sur, con los aires frescos, reivindicativos, inclusivos, diversos, plurales y feministas de Andalucía, pero sobre todo, con las ganas de visibilizar las historias de personas reales olvidadas en los medios de comunicación y de desgranar el sistema heteropatriarcal que las victimiza y/o criminaliza en la mayoría de los casos.

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Es un dolor en la barriga y en la cintura. Aparentemente estoy preciosa. Llevo el pelo limpio, un vestido bonito y camino derecha. Tecleo un ordenador como todos los días de mi vida y tomo descafeinado. Nadie diría que estoy enferma, que mi cuerpo no se sostiene, que necesito dormir más que nunca. Nadie diría que cada vez que voy al baño estoy una hora sentada o que he tenido que tirar mi ropa interior porque estaba calada de sangre toda.

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