Esta charla es la tapa de atrás (o la primera para quienes empiecen por el final) de las premas El Salto Andalucía en papel con la que colaboramos en toda regla cada 30 días.
La memoria se hace con la historia, y con la historia se crean las referentes. El franquismo trató de borrar de nuestras páginas de historia a las personas trans. Sin embargo, durante esta época no muy lejana, “en cada una de las esquinas donde había una mujer trans, había una bandera de visibilidad y de libertad”. Así lo defiende Mar Cambrollé. Y es que Mar, la presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera, vivió toda esta realidad que aún parece que fue ayer. Mar Cambrollé es “una mujer de verdad”, como ella se define, y transfeminista. Ella fue la primera en convocar una manifestación por los derechos de las personas trans en Andalucía y, desde entonces, su vida está dedicada a defenderlos
¿Cuándo se convocó la primera manifestación trans en Andalucía?, ¿qué estaba ocurriendo para tener que salir a las calles?
En el 78. Yo convoqué la primera manifestación trans que hubo en Andalucía y que fue abanderada por las mujeres trans. ¿Por qué las mujeres? Precisamente porque esas leyes fascistas del franquismo sí tenían como objeto las conductas homosexuales que, en el fondo, éramos nosotras porque el franquismo era tan miope que era incapaz de distinguir orientación de identidad. Para el franquismo, todo el mundo era maricón. Incluso nosotras éramos maricones. Pero, precisamente al ser más visibles, las personas trans somos el verbo encarnado de la disidencia. Aún recuerdo la primera manifestación del 77, que fue brutalmente dispersada por los cuerpos represivos de Franco y todo el mundo salió corriendo. No se me olvida cómo las mujeres trans sujetaban la pancarta aún, a pesar de que les pegaran, aún a pesar de que sus cabezas chorreaban sangre, y era porque decían: “Aquí nos la jugamos todas. Aquí es el grito de decir basta”.
¿Cómo era esa represión franquista?
Existían muchas leyes en contra nuestra. Estaba la Ley de peligrosidad social, que no empezó a ser abolida hasta 1979 y metió en las cárceles españolas a cerca de 5.000 personas. Más del 80% podrían ser personas trans o con una “expresión de género no normativa”, como se les conocía durante el franquismo. En Andalucía encerraron en la cárcel de Huelva a entre 500 y 600 personas trans por esta ley. A las mujeres transexuales las rapaban, las despojaban de sus ropas femeninas y sufrían todo tipo de vejaciones. Incluso en algunas cárceles, los propios funcionarios negociaban dinero con otros presos para entrar en sus celdas para violarlas. Después, en el 79, la dictadura tenía reservada la Ley de Escándalo Público, que también permitía detener a las personas trans y no fue abolida hasta 1983. Y luego estaba el Código de honor, una ley del Ejército por la que, por practicar un acto de homosexualidad, podías estar encerrada hasta seis años.
¿Se conocen nombres y apellidos de personas transexuales en fosas?
No. Pero no porque no existan, sino porque nadie lo ha recogido nunca. A García Lorca no lo asesinaron por poeta, sino por maricón. A nosotras se nos ha robado la identidad y hay muchas personas que asumen el discurso del opresor. Era difícil ponerle en esa época nombre a lo que nos hacía diferentes. Yo no he sido reprimida por lo que me gusta, sino por lo que soy.
Entonces, ¿dónde están las personas trans en la historia?
Los historiadores que se han encargado del relato son homosexuales y hombres que cuentan las historia desde una perspectiva androcéntrica, ponen al hombre como sujeto y borran a las mujeres. Hay misoginia en el relato. Hay que recuperar la historia y decir que las personas trans, que fuimos tan violentadas por el sistema franquista por el anhelo de libertad, estuvimos en las cabeceras de las manifestaciones.
En Andalucía, ¿el fascismo se ha ido?
El fascismo nunca se fue de España. Está desde que la Iglesia practica con total impunidad discursos de odio hacia las mujeres y las personas gais, lesbianas y trans. Cuando tenemos una fundación llamada Francisco Franco que recibe dinero público. O una asociación como Hazte Oír. El fascismo no se encuentra bajo tres letras. Ha estado siempre y hay que expulsarlo.
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