En pleno centro de Sevilla, encontramos un pequeño refugio en forma de librería con una amplia oferta formativa sobre literatura y feminismo que arranca en octubre.
Si le decimos a alguien de fuera de Sevilla que diga algo de la ciudad, lo más probable es que hable de la Semana Santa o de la Feria; con algo de suerte haría mención a la Giralda o a la Plaza de España. Y, sin embargo, hay muchas Sevillas que conviven juntas. Está la Sevilla del Coño Insumiso, la Sevilla que hace sus intercambios con la moneda social Puma, la Sevilla que denuncia la tala indiscriminada de árboles o la Sevilla que da cobijo a espacios tan fundamentales como La Sin Miedo o La Insumisa; en definitiva, una Sevilla rebelde, creativa y en femenino plural. Uno de esos espacios de esa otra Sevilla que nunca está en el imaginario colectivo de los que miran desde fuera es La Casa Tomada, una librería que es mucho más que una tienda, es una especie de refugio contra la tristeza y de resistencia contra el canon y los corsés literarios, un espacio para soñar, compartir y ser.
Situada en el Muro de los Navarros, 66, junto a algo tan castizo como es Puerta Osario y a escasos metros del bar donde Los Compadres grabaron su célebre corto Eso es así que retrata a la perfección la Sevilla del aparentar, una Sevilla hipermasculinizada y ajena a la experiencia vital de tantas mujeres que transitan esta ciudad; La Casa Tomada es una especie de isla en la que se detiene el tiempo y en la que dejar de lado lo urgente para centrarse en lo importante.
Se definen a sí mismas como “espacio de formación cultural” y justo ahora está abierto el período de inscripción para los talleres de este curso. Laura Redondo es una de las magníficas mujeres que dan vida a este espacio. No importa lo rara que sea tu petición, ella siempre tienen la recomendación adecuada para ti. Posee la sabiduría de quien ha leído mucho, pero sabe que le queda mucho más por leer; la inteligencia del que siempre está dispuesto a aprender y la calma del que sabe a dónde va. Esta periodista es la encargada de uno de los talleres, el de crítica feminista, que arranca el próximo 3 de octubre, un mes clave para reivindicar que leemos, compartimos y que las mujeres también somos autoras de la historia y literatura.
Taller de crítica feminista
“La idea es crear un espacio en el que podamos reflexionar acerca del concepto crítica feminista”, nos cuenta en una soleada y alegre mañana de septiembre. Para Redondo, la crítica feminista es necesaria “porque es otra manera más de contribuir a visibilizar esa brecha que todavía existe y a darles un poco más de espacio a autoras que a lo mejor terminan quedándose por el camino”. Y es que, nos explica, “al final la realidad sigue siendo que si tú coges, no voy a dar nombres, una revista o un periódico que se dediquen a eso, en los que haya muchas reseñas literarias, va a haber muchos más libros escritos por hombres y muchos más reseñadores, las dos cosas. Ha cambiado un poquito, pero todavía sigue habiendo ahí una diferencia importante”. Por eso, insiste, “el hecho de que tú seas consciente de que existe esa diferencia y de que tú quieras hablar de ciertos libros, de ciertas autoras y de cómo tratan ciertos temas, que pueden ser especificamente feministas o no, pero solo que tú te fijes en ciertas cosas ya crea una diferencia”.
El taller de Laura Redondo dura 3 meses y es todos los jueves de seis de la tarde a siete y media y “está dirigido a cualquier persona que tenga interés en intentar ajustarse un poco las gafas en ese sentido, en aplicar un enfoque más claro en cuanto al feminismo, en cuanto a la perspectiva de género en sus trabajos o a cualquiera que quiera simplemente pensar un poco sobre el tema, acercarse a ello”. En cada sesión se realizan diferentes lecturas que se debaten entre las personas participantes y, finalmente, hay una práctica que se realiza en casa.
Ya el año pasado, Redondo impartió en La Casa Tomada un taller de lectura sobre “autoras que siempre has querido leer”. “Era una lectura más guiada que la de un club de lectura y aportando muchísima más información acerca de la autora, del contexto en el que se escribe ese libro, de las influencias que ha tenido, de las influencias que ha podido ejercer”, nos aclara, “con la idea de hablar un poco de genealogía que también es una cosa que creo que hace bastante falta en la literatura en particular”. De esa experiencia, se queda, por un lado, “con lo maravilloso que es cómo en un espacio así al final todas las personas que participan aportan algo y todas las personas aprendemos algo, eso me encanta”; y, por otro, con “cómo al final te das cuenta de que hay cosas que la gente todavía no sabe. Es verdad que ahora mismo hay movimiento, y, por ejemplo, hay chorrocientos libros sobre Mary Shelley, pero es que el caso es que tampoco tanta gente sabe hasta qué punto la vida de Mary Shelley es interesante, y lo que hizo a nivel profesional y a nivel literario que es muy importante. Está bien sentir que de alguna forma unas cuantas personas más saben algo al respecto”. Con ese mismo ánimo se enfrenta a este nuevo reto: “De este taller espero que, por una parte, se cumpla esa expectativa mía de aprender yo la primera y, sobre todo eso, espero que las personas que participemos podamos hablar tranquilamente, intercambiar opiniones de una manera desprejuiciada y pensando en reflexionar más que ofrecer nada cerrado, en reflexionar y en seguir un poco aprendiendo y seguir avanzando en ese sentido”, concluye.
Taller de poesía con perspectiva de género
Además del taller sobre crítica feminista, Irene Flichy, licenciada en Filología Hispánica que imparte cursos de escritura desde 2009, será la encargada de ayudar a las mujeres a buscar su voz poética en el taller de poesía con perspectiva de género, que arranca el 1 de octubre y tendrá lugar durante 3 meses todos los martes de siete y media de la tarde a nueve. El taller de Flichy se estructura en dos bloques: “en el primero abordamos las herramientas básicas de la poesía aplicando la perspectiva de género, es decir, a través de diferentes autoras, con las gafas moradas puestas, vamos viendo las principales herramientas y también configuramos nuestro yo poético o nuestra voz desde el feminismo y desde la perspectiva de género” y en el segundo bloque “una vez que ya tienes las herramientas literarias de la poesía, hacemos el camino un poco inverso que es abordar los elementos básicos del feminismo desde la poesía; es decir, hacemos una revisión desde la voz de distintas mujeres poetas y aplicando esas herramientas que hemos aprendido en el primer bloque al enfoque feminista”.
Pero olvidaos de contar sílabas y de angustiarse con las rimas, este taller no va de eso (al menos no principalmente). “Nada más que empezamos el primer bloque de poesía uno de los consejos que doy es cómo aprender a leer poesía”, nos dice Flichy. Algo que puede parecer que ya sabemos hacer, pero que en realidad también necesita un proceso de deconstrución: “Normalmente se lee menos poesía porque no nos han enseñado a leer bien poesía y pensamos que hay que leerla como la narrativa, con la razón, que tengo que entender cada verso y que tengo que entender cada composición, cada giro, cada metáfora y muchas veces es dejarnos llevar por las imágenes, por la impresión y por lo que nos genera”, asegura. El “corsé de la métrica” es “otro corsé que las mujeres nos hemos quitado y que la poesía también se ha quitado”. Por eso, en el taller de poesía con perspectiva de género de La Casa Tomada “empezamos trabajando nuestra voz poética, nuestro yo, qué queremos contar, cómo vemos el mundo y ahora cómo lo vamos a abordar”.
El taller de poesía, al igual que el de crítica feminista, es eminentemente práctico. Todas las sesiones tienen tres fichas que se envían a las alumnas por correo electrónico: “una teórica con un resumen de lo que hemos visto en clase; una propuesta de lectura con los poemas que hemos abordado de las diferentes autoras y, sobre todo, un ejercicio práctico en el que yo las invito a que se exploren desde el mundo poético”. ¿Por qué es tan importante esta introspección? La respuesta la tenemos en los libros de texto con los que todas nos hemos hecho una idea de lo qué es la poesía y de cuál es nuestra posición en ese universo literario. En palabras de Flichy: “La mayoría de poesía que hemos leído hasta entonces, hasta que llegan muchas veces aquí, sobre todo en la etapa escolar, es eminentemente masculina. Tiene una visión muy concreta de lo que es la mujer, muy objetivizada ya sea como deseo o como alegoría de algo más, pero muy poco personalizada. Cuando una mujer tiene que construir su yo poético también necesita referentes de otras mujeres de qué es mi voz, no la que me han dado, no la imagen que me han dado, sino la que yo tengo de mí misma y del mundo que quiero construir también en la poesía, no solo en la realidad”.
Todas las sesiones empiezan con el debate del ejercicio práctico propuesto en la sesión anterior “y, a partir de ahí, se abre el debate porque las clases son sobre todo de eso, de hablar, de charlar, de compartir, de rebatirnos incluso y poner en exposición todas nuestras visiones; sobre todo, que sean así muy participativas, nada de clases magistrales ni nada de esto”.
Y mucho más…
Además, de estos talleres, en La Casa Tomada se puede participar en varios clubes de lectura con perspectiva feminista: el club feminista de La Tribu, una iniciativa de Carmen García de la Cueva que se hace en varias ciudades españolas y que aquí lo coordina Paola Fernández Zurbarán; un club de lectura acerca de nuevas masculinidades que se llama “El hombre duplicado” que también lo lleva Fernández Zurbarán; y uno sobre Ciencia Ficción, Fantasía y Terror en el que se van a leer a autoras. También hay talleres de escritura, talleres audiovisuales, talleres para niñas y niños e, incluso, talleres online. La Sevilla literaria te está esperando.
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