Francesca Elizarraraz y Pamela Pulido crean una iniciativa feminista en barrios empobrecidos de Ciudad de México.
Dicen que Colectiva Caóticas empezó con unas chelas o cervezas en enero, pero la conexión emocional de las dos fundadoras de esta iniciativa feminista comenzó antes, el 2 de octubre del año pasado, cuando participaron juntas en “la marcha”. Pamela Pulido, Pam, y Francesca Elizarraraz tienen un solo objetivo desde entonces: “que las mujeres mexicanas, feministas o no, se apropien de su cuerpo y su voz y sean libres”.
La marcha a la que se refieren fue el 50º aniversario de la Matanza de Tlatelolco. El 2 de octubre de 1968, las fuerzas y cuerpos de seguridad mexicanos asesinaron a decenas de personas en las inmediaciones de la Plaza de las Tres Culturas. Medio siglo después, estas dos amigas recorrían las mismas calles desde las que las periodistas Elena Poniatowska u Oriana Fallaci relataron uno de los episodios negros de la historia mexicana reciente. “Ese día nadie pudo ir y fuimos las dos. Estábamos platicando y escuchando conversaciones de los estudiantes que nos rodeaban, cuando nos dijeron que los grupos de choque estaban reprimiendo la manifestación por el Zócalo y decidimos irnos para continuar nuestra conversación sobre la necesidad de hacer algo. Estábamos a la altura de Bellas Artes”, explica Pam mientras desayuna unos chilaquiles* con salsa verde en la primera planta de un café de Coyoacán.
De ñera a ñera
“Ahora se utiliza la palabra wey pero anteriormente se le decía ñera a la persona que pertenecía al barrio”, afirma Francesca, quien expone el proceso de reapropiación del lenguaje que utilizan en Colectiva Caóticas. Desde hace siete meses, Pamela y ella organizan distintas actividades de sensibilización para acercar el feminismo desde un enfoque emocional. “Combinamos los aprendizajes de ambas para ‘bajar’ el feminismo a mujeres que, de otra manera, no se le acercarían”, comenta Pam.
Especializada en derechos humanos, la abogada se enorgullece de haber tenido un enfoque social sobre las violencias estructurales que sufren las mujeres en su país y reconoce que el trabajo con su compañera durante los últimos meses le ha servido para construir una aproximación más emocional. Francesca estudió Psicología y actualmente cursa un máster en Psicoanálisis: “Ésta siempre ha sido considerada una corriente selecta para personas que tienen mucho dinero y pueden acudir dos veces por semana a terapia. Yo vengo de barrio y tengo una necesidad de hacer algo por las personas que viven en él”.
Los referentes de ambas se entrelazan en el relato desordenado sobre cómo fueron sus inicios. Francesca recuerda a su abuela cocinando tortillas y a su abuelo preparando pulque en Santiaguito Mazdá, un pueblo de Toluca, donde nació su amor por el arte y la naturaleza. “Siempre busqué espacios donde daban talleres gratis de música, teatro, telar de cintura… y es un sueño estar del otro lado y devolver el conocimiento a la comunidad de manera empática”, afirma sonriendo, mientras termina su jugo verde, un zumo de frutas de este color.
“Queremos intervenir en las realidades de barrio por medio de otra forma de decir, desde los talleres y el trabajo con metodologías de derechos humanos, para que las mujeres se apropien de las letras feministas que nosotras aprendimos y las lleven a sus prácticas diarias”, retoma Pam. De forma minuciosa, describe las innumerables actividades que Colectiva Caóticas ha organizado durante el mes de agosto en poblaciones de “foco rojo”, es decir, en los barrios más peligrosos de la Ciudad de México.
Pam vive en la Colonia Guerrero, que colinda con Tepito, Lagunilla y otras áreas de la capital conocidas en el país por su alto nivel de delincuencia y narcotráfico, lo que incide en el agravamiento de la violencia hacia las mujeres. “Además del número de agresiones, estamos observando cómo el grado y la forma de violencia también está aumentando en un contexto de disputa del territorio entre varios grupos relacionados con el narcotráfico”, argumenta.
Según el Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio, siete mexicanas son asesinadas cada día y solo el 25% de los casos son investigados bajo la figura de feminicidio. Sin embargo, el baile de cifras es una realidad, como denuncian otros colectivos también en España.
2.607 mujeres murieron violentamente en México durante 2018, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) y Ciudad de México ocupó el sexto lugar en incidencia a nivel nacional, con cuarenta feminicidios. “Esta cifra no refleja el total de feminicidios y homicidios dolosos de mujeres en el país, sino el número de víctimas que el Ministerio Público así clasificó”, lo que genera una horquilla de error de más de 136 víctimas en 2017 si comparamos los datos del SESNSP con los del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), según el informe Nos están matando. Feminicidios en México.
El feminismo como tabú
“En México ser feminista es un tabú, de ahí el lema de Colectiva Caóticas”, explica Pam. La violencia directa, simbólica y estructural que sufren mujeres y miembros de la comunidad LGBTI, los procesos de estigmatización y los discursos del odio sobre estas poblaciones surgen una y otra vez durante la conversación con estas feministas que enfrentan por igual el elitismo de la academia que la desafección de las poblaciones vulneradas. Para intentar generar espacios de cuidados frente a etiquetas castigadas por el lenguaje machista, Pam y Francesca se focalizan en el “amor propio”, un concepto claramente entendible y desde el que pueden construir colectividad.
Entre sus actividades, destaca “Desármate”, un taller en el que generan procesos de deconstrucción de actuaciones patriarcales en las mujeres de barrios empobrecidos de Ciudad de México mediante tres pasos. En primer lugar, se desarman del engranaje machista, para “amarse” desde los cuidados individuales y colectivos y volver, en tercera y última instancia, “a armarse”. “Una ‘cuerpa’, como nosotras denominamos a las personas desarmadas, amadas y rearmadas, puede sufrir vulneraciones, pero ha tomado conciencia de su situación y tiene herramientas que han sido aportadas desde el feminismo, aunque al principio no lo quisiese ver”, profundiza Pam.
Colectiva Caóticas también organiza “Trajiñeras feministas”, unos intercambios de experiencias y aprendizajes entre mujeres en un entorno muy particular al sureste de la capital mexicana. Las trajineras de Xochimilco son embarcaciones tradicionales que empezaron a utilizarse en la década de los años treinta del siglo pasado con fines turísticos, en las cuales grupos de amigos, familias y visitantes disfrutan del día entre conversaciones, comida y bebida, recorriendo los canales del municipio. Este colectivo propone un encuentro no mixto para debatir sobre los principales desafíos del feminismo en la actualidad un domingo de cada mes. La Poderío participó en exclusiva en el primer encuentro que “pretende incentivar la actividad económica de las mujeres de los pueblos originarios de Xochimilco, reivindicando su función como vertebradoras de la comunidad”, según explica Pam.
“Viejas juntas, ni difuntas”
Francesca ahonda en el dicho mexicano “viejas juntas, ni difundas” mientras me envía la lista de reproducción feminista que han creado en Spotify y los podcast del programa de radio que producen desde el 1 de mayo en la emisora Promo Estéreo: “Es algo que decían nuestros padres y abuelos para hacer referencia a que cuando se juntan las mujeres, hay que tener cuidado” (risas).
La sororidad explicada desde la sabiduría popular ha permitido a estas dos jóvenes utilizar la corporalidad en términos de Judith Butler y Michel Foucault y ‘bajar’ las enseñanzas feministas, como ellas explican, a poblaciones vulneradas de barrios de Ciudad de México mediante un lenguaje entendible. “Intentamos quebrar todos los temas que trabajamos para que las mujeres, aunque se sientan alejadas del feminismo en un primer momento, puedan entenderlo y ver cómo las atraviesa”, concluye Pam, tras dar el último sorbo a su café matutino.
*Desayuno típico Mexicano elaborado con totopos con salsa verde o roja a la que se le puede añadir otros ingredientes como carne, queso, etc.
¡Qué interesante! Todo lo que pasa en una gran capital y me encanta que pudieras plasmar tal cuál la realidad del país y cómo todas pertenecemos al mismo movimiento pero lo vivimos, entendemos y compartimos de acuerdo a nuestro contexto.