Conocemos la iniciativa Carnaval feminista que analiza desde el humor el machismo de las letras del COAC.
Noche de COAC. Vamó a escushá. Podemos seguirlo en casa rodeadas de amigas. Podemos verlo en soledad tras una larga jornada de trabajo enguatinás para no pasar frío. Podemos ir al Gran Teatro Falla si hemos conseguido enterarnos de dónde vendían las entradas y hemos sobrevivido a la cola o si no se nos ha caído la conexión a internet justo en el momento en el que todo el mundo intentaba comprar las entradas para el pase de Martínez Ares. O podemos, y esta es mi favorita, no perdernos ni un detalle del análisis que desde Carnaval feminista hacen en las redes.
Cada noche, estas amantes del Carnaval, que prefieren guardar su anonimato, y que son “menos de las que caben en el Carranza y más de las que caben en uno de esos váteres portátiles de carnaval”, comentan la sesión con grandes dosis de ese humor tan gaditano imposible de copiar, pero con unas gafas moradas que siguen siendo necesarias en una fiesta que hasta hace muy poco relegaba a la mujer al papel de adorno bonito con la figura de la Ninfa, eliminada en el carnaval de 2017. “¿Cómo nos organizamos? Fácil. Una trae Cruzcampo, otras las papas y otras Cruzcampo. Sí, hemos dicho dos veces Cruzcampo. Es que es importante. Y fresquita, de nevera buena A+++. Con este plan no vamos a ir a la endocrina hasta abril.”
Desde el altavoz de las redes denuncian las letras machistas del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas. Nacen de la rabia porque “nos arañábamos la cara escuchando ciertas letras machistas y creemos que es necesario revisarlas desde el feminismo” y en eso llevan desde 2017, pese a los ataques constantes de machitrolls y demás especies que pululan por estos espacios de la esfera pública que consideran suyos y que no están dispuestos a ceder, al menos no sin descargar su violencia sobre las mujeres.
Noche a noche, analizan con mucho humor las sesiones del COAC. Les preguntamos sobre los que opinan que el humor no tiene límites y pretenden que en el paraguas de la libertad de expresión quepa todo y su respuesta explica a la perfección qué es y para qué sirve este proyecto tan necesario: “No ponemos límites ni decimos qué pueden o no escribir las agrupaciones. Solo ejercemos la misma libertad para analizar las letras. La libertad de expresión también es para decir que algo es machista ¿o para eso ya no la queremos? El feminismo se aprende y muchas veces molesta escuchar que tu letra, que te ha llevado un tiempo elaborar, es machista. Jode un montón y empatizamos con ello, pero es que estamos en 2019 y estamos hartas de que digan ciertas cosas sobre nosotras y sea una gracia”.
“Pues no”, responden tajantes. “Nos encanta reírnos. Nos encanta la guasa. Pero hay cosas que ya no vamos a seguir escuchando pasivamente. Nos lo tomamos como si nos lo dijeran a todas, porque lo que hacen a una nos lo hacen a todas y #todassomosPaqui”, añaden. “Los mensajes se repiten una y otra vez, como la música de Rosalía o el Pijama en los popurrís, pero el machismo pasa más desapercibido porque no estamos aún sensibles a detectarlo. Hace falta feminismo y mucho cachondeo inclusivo, para todo el mundo. No hay nada como pasárselo bien”, concluyen.
Esta sororidad carnavalera no es baladí porque la violencia simbólica existe, es real, está ahí, cada noche en nuestras pantallas, y tiene consecuencias reales en nuestros cuerpos y en nuestras vidas. “En Carnaval se dice que nuestros chochos huelen a marisco estigmatizando nuestro cuerpo, somos las parientas jartibles, somos las tetonas, las que necesitan un puntazo, somos malas, somos suegras malajes, somos feas, controladoras, celosas, nuestras voces suenan mal, somos ofendiditas, somos puntillosas o exageradas, tenemos que venir lloradas de casa, que nos la cogemos con papel de fumar… Somos el chiste y la gracia de las letras y somos trolleadas cuando lo expresamos. El techo de cristal del carnaval está hecho de prejuicios que la gente cree que no tiene porque no detecta. Es mucho más fácil decir que el problema lo tenemos nosotras por señalarlos”, nos cuentan.
Con estos mimbres, pese a que cada vez son más las mujeres que pisan las tablas del Falla, hay mucha mayor implicación femenina en la calle que en el concurso (esa calle que para muchas y muchos guarda la verdadera esencia de lo que es el Carnaval gaditano). ¿Por qué sucede esto? Desde Carnaval feminista consideran que “si los mensajes sobre nosotras son los que hemos puesto antes, creemos que no tiene que ser muy agradable estar en un ambiente donde eso se aplaude o se ve gracioso.
Es lo que sentimos nosotras después de analizar tantas letras, es nuestra visión. Pero muchas compañeras participan en el COAC, les gusta y nos parece estupendo que haya más presencia de mujeres. Ahora, también hace falta más feminismo. Aunque haya más mujeres en el carnaval ilegal, sigue habiendo chistes de puteros, parientas jartibles, olor a marisco… El machismo no entiende de fronteras. Pero parece que las normas no escritas de la calle favorecen más que haya mujeres cantando”.
Sin embargo, las agresiones se siguen produciendo como la que sufrió el año pasado Nazareth Fob, autora del romancero “Un par de hostias bien dás”, a plena luz del día cuando un individuo se sintió con el derecho a pegarle dos guantazos porque sí, porque le pareció gracioso. “A veces parece que somos nosotras quienes tenemos que hacer aún más y somos las responsables de que el feminismo no llegue y la situación no cambie. Aquí nadie pregunta ¿Y los hombres qué? Y existe responsabilidad masculina.
Claramente. La incorporación de los compañeros al feminismo es progresiva pero aún pequeña. Ahora nos dirán que odiamos a los hombres y tal y cual. Bueno, entonces es que se quiere entender así para desprestigiar el movimiento feminista y nuestras acciones. Nada nuevo #chupito”, comentan al respecto.
El feminismo, haciendo historia en el Carnaval
Y ante las agresiones, auto-organización feminista. Las gaditanas llevan en Carnaval un brazalete morado para servir de apoyo y refugio a las mujeres que sufren agresiones machistas durante las fiestas. Los brazaletes morados junto con la Iniciativa Social por un Carnaval Igualitario que consiguió que el Ayuntamiento de Cádiz dejase de organizar y pagar con dinero público el concurso de ninfas, una suerte de concurso de belleza, son algunos de los avances que se han logrado en los últimos años para lograr una fiesta en la que quepamos todas.
“Estas iniciativas han sido muy importantes para el feminismo y están haciendo historia. Son necesarias todas las aportaciones para mejorar la realidad de las mujeres. La revolución es feminista y son estas acciones que parten de los movimientos las que cambian las cosas”, valoran desde Carnaval feminista.
Exigencias de devolución de la pureza y el honor tras una agresión sexual, pasodobles a las denuncias falsas, parientas que cortan el rollo cuando estás restregando cebolleta con toda la que pasa, pasodobles piropo a las mujeres porque son fuertes, sufren en silencio y aguantan sin condición al hombre que las maltrata, etc, etc, etc. Así noche tras noche. ¿Quiénes son los jartibles? Y en Carnaval feminista aprovechan toda esa violencia para hacer humor ¿feminista? “No sabíamos que hacíamos humor feminista. Nosotras siempre intentamos poner de la forma más graciosa posible lo que sentimos y lo que lleva trabajándose en los movimientos muchos años”.
En este sentido, para aprender de feminismo no hace falta ponerse profundo (que si hace falta se pone una) porque la teoría feminista está muy muy viva: “Si al escuchar una letra queremos usar un concepto ya trabajado en el feminismo, porque recoge bien nuestro sentir, lo explicamos. A veces ponemos un artículo o un vídeo que nos haya gustado y con el que nosotras mismas hayamos aprendido. No queremos dar una clase. Queremos compartir nuestra impresión. Hay muchas mujeres de las que aprendemos a diario, y nosotras queremos contribuir así.
El problema no es si es posible hacer teoría feminista, el problema es el idioma. Con el mansplaining, el manspreading y el purple washing nos hemos tenido que sacar el B2 de inglés…” Aunque ellas son unas expertas en traducirlos a cosas que todas nosotras, y eso incluye a nuestras vecinas, nuestra prima la que dice que ni feminista ni machista, igualdad, nuestras madres que se siguen dejando la vida y los cuerpos en los cuidados, podamos entender. ¡Gracias! ¡Y larga vida al Carnaval!
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