Foto: Insignia de la Falange encontrada el pasado año en una excavación ÁLVARO MINGUITO
Entrevista a Giselle García Hípola, Doctora en Ciencia Política.
Profesora en la Universidad de Granada
¿Quién vota a Vox?
También vota a Vox alguien que está muy cabreado con el proceso catalán, que entiende que el Estado no ha actuado con la contundencia que debía y que está cansado de ver la inmigración tan de cerca. Es el caso de El Ejido donde Vox ha tenido una presencia brutal. En todos los estudios sobre inmigración la gente que está más en contacto con la población inmigrante es la que manifiesta ser más racista o la que está más en contra de las políticas para los derechos de los inmigrantes. Vox ha sido hábil en saber que por aquí había una brecha que ningún partido había tenido la poca vergüenza de explotar. Ellos se han metido ahí, sabían que había un caladero de votos, han ido a por ello y lo han conseguido.
¿Qué ha pasado con la abstención? ¿Por qué han bajado los niveles de participación?
Tanto en Andalucía como en el resto de España estamos ante una crisis política grave. Hay un descrédito por parte de la clase política: los andaluces, los españoles, no se sienten representados ni por sus políticos ni por las instituciones políticas. Los casos de corrupción que desayunamos ponen sobre la mesa las vergüenzas de la democracia
y, en este sentido, el individuo que vive en una sociedad compleja y que tiene que llegar a fin de mes, se cabrea y cada vez tiene menos motivo para creer en lo bueno que nos han vendido de la democracia. El desgaste, la desafección política del ciudadano de hoy, es mucho mayor que la de hace cinco años.
Si a esto le sumamos que esa abstención suele venir del voto a partidos progresistas, un voto cansado de un PSOE como el andaluz con 36 años en el poder y con el caso de corrupción, o a formaciones política tradicionales en Andalucía como IU, que parece que pierde fuelle porque se la come Podemos y porque, además, concurre a las elecciones bajo la marca Adelante Andalucía con Teresa Rodríguez, que representa el sector más anticapitalista de Podemos. Todo esto de alguna forma hace que el votante más progresista y de izquierdas, se canse, haciendo que se quede en su casa. Los conservadores, neoconservadores y liberales son muy disciplinados. Ellos votan siempre: eligen formación política pero votan. Esto lo muestran siempre los resultados. Con otra participación hubiéramos tenido otros resultados.
¿Es algo coyuntural o estamos ante el fin de un ciclo político?
Tenemos un sistema parlamentario, representativo y proporcional. Este sistema se ha estudiado porque, pese a ser representativo y parlamentario, generaba dinámicas presidencialistas: existían dos partidos políticos, PP y PSOE, que se alternaban en el gobierno, mientras que el resto de formaciones políticas de mayor o menor envergadura eran quienes facilitaban un gobierno de conservadores o progresistas, aunque realmente no había diferencias. Esta dinámica se genera como consecuencia de las voluntades de los andaluces, de los españoles o de cualquier comunidad autónoma, pero no realmente porque nuestro sistema político esté diseñado para esto.
Nuestro sistema está diseñado para que la cámara esté fragmentada y exista la necesidad imperiosa de que se pacte y se llegue a acuerdos. ¿Qué pasa? Pues que no estamos acostumbrados a lo que está ocurriendo. Cuando se diseña nuestro sistema político, en 1978 y 1982, se entiende que si se opta por un sistema mayoritario y presidencialista, lo único que iba a provocar era otro enfrentamiento de Guerra Civil, de rojos contra azules. Se pensó en la necesidad de un modelo que contrapesase el gran poder que podían tener los rojos y los azules y se opta por un sistema parlamentario donde, por ejemplo, se necesite más del 50% de la cámara para investir a un presidente. Estábamos muy mal acostumbrados a las dinámicas que habían provocado la voluntad de los andaluces o los españoles. Y ahora parece que lo que está manifestando la soberanía popular es que se lleguen a acuerdos porque se está fuertemente fragmentados, no solo en las instituciones, también en la calle. No todos pensamos o blanco o verde, estamos pensando otros muchos colores. Así que son ellos los que tienen que dar respuesta a la pluralidad.
«Ahora parece que lo que está manifestando la soberanía popular es que se lleguen a acuerdos porque se está fuertemente fragmentado, no solo en las instituciones, también en la calle. No todos pensamos o blanco o verde, estamos pensando otros muchos colores»
Esto se ve claramente con la irrupción de Podemos y Ciudadanos en las distintas instituciones. Al principio no sabíamos si iba a ser una tendencia o si finalmente iba a ser algo contextual, que es lo que yo creo (y espero) que le pase a Vox. Cuando hemos visto, elección tras elección, que Podemos y Ciudadanos siguen siendo opciones políticas para la gente que concurre a votar, nos hace pensar que realmente ahora es cuando estamos teniendo un sistema político tal y como habíamos diseñado, con una fragmentación de la cámara que exige tener acuerdos y pactar de manera puntual para poder formar gobierno y hacer política.
El PP ha obtenido los peores resultados de su historia en las elecciones autonómicas andaluzas. ¿Cómo se ha repartido el voto?
Tanto júbilo en las sedes del Partido Popular … no sé muy bien a qué se debe. Han perdido numerosos representantes. Pero ellos quieren abanderar este cambio, aunque sea solo en términos de imagen. Apostaban por el cambio, ahora ven que es posible y se les olvida que no son ni siquiera la oposición, porque tenemos a Ciudadanos con un volumen de diputados abrumador, pudiendo liderar un gobierno incluso. Aún así, el Partido Popular lo va a vender siempre en clave estatal y no autonómica.
El PP no ha entendido a los andaluces y de ahí sus resultados electorales. Los mejores resultados los obtiene Javier Arenas en 2012; el tipo de votante del PP en Andalucía es muy conservador y estructural y no tiene sitio donde crecer, no hay lugares donde ir a pescar votos. Se pierden en el debate del estado de las autonomías porque no entienden lo que es: son centralistas y, aún así, saben que aquí tienen que hablar de autonomía porque tienen que vender los resultados de alguna forma.
¿A dónde se van los votantes que tradicionalmente han votado al PP? ¿ A dónde van los diputados que ellos pierden? A Ciudadanos, pero fundamentalmente a Vox. El propio Santiago Abascal ha sido representante en las instituciones públicas del PP y su discurso no está muy alejado del de los populares. Pero sí es de los discursos que más esconde el PP porque no quieren radicalizarlo de cara a los votantes más moderados y que están más en el centro. Pero no nos resulta extraño que los líderes esta formación política estén muy cerca ideológicamente de Vox. No podemos perder de vista una cuestión que decía el propio Juan Marín a Moreno Bonilla: «el gobierno está muy mal pero, ¿qué han hecho ustedes como oposición?»; eso resume qué piensa el votante del Partido Popular. El voto al PP en Andalucía ha dejado de ser un voto útil porque no servía para nada y el votante votaba comicio tras comicio para absolutamente nada. Así que Ciudadanos y Vox han sabido captar ese descontento hacia las instituciones de la Junta, captando al votante desencantado. En el caso de Vox lo han hecho, fundamentalmente, radicalizando el discurso.
«El voto al PP en Andalucía ha dejado de ser un voto útil porque no servía para nada y el votante votaba comicio tras comicio para absolutamente nada. Así que Ciudadanos y Vox han sabido captar ese descontento hacia las instituciones de la Junta, captando al votante desencantado. En el caso de Vox lo han hecho fundamentalmente radicalizando el discurso»
¿Qué ocurrirá a partir de ahora?
Ni siquiera los analistas políticos lo sabemos porque estamos desconcertados. Es cierto que sabíamos que en la primera cita electoral después de todo el Procés catalán, las formaciones de izquierda iban a sufrir un gran varapalo, pero no pensábamos que iba a ser en estos términos. Que una tendencia como el auge de la ultraderecha, aunque como dije antes no es una cuestión de que aparezca de repente sino a que salga de su casa y del armario, nos la esperábamos. Ha sucedido en todos los contextos y era de esperar que ocurriese en algún escenario propio. Ahora puede pasar de todo.
Vamos a tener que ver cuál es la agilidad que tienen los partidos políticos de adaptarse a esta nueva situación. Si saben hacerlo, sobrevivirán; si no, están condenados a desaparecer. La cuestión es que las organizaciones están muy acostumbradas a sobrevivir en términos de contextos que cambian a largo plazo mientras que nosotros tenemos contextos que cambian de manera muy rápida. Los partidos políticos no están siendo hábiles a la hora de ver cuáles son esos cambios y, claro, se pegan los batacazos electorales que se están pegando. Identifican adversarios que no deberían identificar, como es el caso de Susana con Vox. Tenemos encima de la mesa una infinidad de gobiernos y, no sabemos tampoco qué van a hacer las delegaciones o los partidos políticos a nivel estatal.
«Las organizaciones políticas están muy acostumbradas a sobrevivir en términos de contextos que cambian a largo plazo mientras que en la calle existen contextos que cambian de manera muy rápida. Los partidos políticos no están siendo hábiles a la hora de ver cuáles son esos cambios y de ahí los batacazos que se meten»
Al principio parecía que el primer cadáver político de estas elecciones iba a ser Juanma Moreno: el candidato de Soraya Sáez de Santamaría y Casado no se atreve a ventirlárselo, estaba esperando que se estrellase en Andalucía para luego regenerarse. Al final se lo tienen que comer con patatas: no solo no va a ser cadáver, sino que puede ser candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía. Y con opciones.
Con la fragmentación de la cámara estamos ante una formación de gobierno, probablemente, débil, no solo en su constitución, sino en cuanto a la vida y trayectoria política que va a tener. Es muy posible que un año y medio tengamos elecciones porque no va a poder tener ninguna actividad, ya no solo legislativa que con la aritmética parlamentaria va a ser casi imposible, es que ni siquiera política para asuntos como los presupuestos o la derogación de la Ley de Memoria Histórica de Andalucía, una de las propuestas de Vox; si lo pone encima de la mesa, para poder investir a un presidente de la Junta de Andalucía, le va a resultar imposible hacerlo por la propia aritmética. Es algo que va a acompañar a esta legislatura, la inestabilidad, la poca fortaleza del gobierno y de alguna forma podemos esperar elecciones anticipadísimas.
¿Han estado el movimiento y las organizaciones feministas lo suficientemente representadas en estas elecciones?
No. El hecho de tener dos candidatas por primera vez no garantiza nada y las listas paritarias, tampoco. El movimiento feminista, el discurso feminista, los marcos conceptuales, los ejes discursivos sobre lo que se sustenta el feminismo son mucho más que esto. No han estado representadas y tampoco sé hasta qué punto está representado dentro de las organizaciones políticas.¿Encontramos estos movimientos dentro de los partidos cuando elaboran los programas? Por lo tanto, tampoco lo hemos encontrado ahora en un discurso claramente feminista. La huelga del 8M a la que se sumó tanta gente, desbordando a las propias organizadoras, y el hartazgo de la población femenina, no se han materializado en los partidos. Se queda en un lugar común, en una reivindicación que hace falta.
¿Ha tenido el feminismo opciones de elección en las candidaturas presentadas por las distintas organizaciones?
Claramente no. Hay formaciones políticas que sabemos que son más sensibles a este tema, pero obviamente no se ha hablado de una política de género, no se ha hablado desde la igualdad, se han hecho pequeñas pinceladas por intentar captar a ese votante pero de manera general, igual que se ha hecho para captar a los jóvenes, pero no tenemos un partido del estilo PACMA que represente un tema como eje central de su discurso: tenemos partidos que son más o menos sensibles a las cuestiones animalistas pero, en este caso, sí tenemos un partido animalista a quien votar.
«La huelga del 8M a la que se sumó tanta gente, desbordando a las propias organizadoras, y el hartazgo de la población femenina, no se han materializado en los partidos. Se queda en un lugar común, en una reivindicación que hace falta»
¿Está de alguna forma representada en los resultados una reacción machista y reaccionaria?
Vivimos en una sociedad machista y patriarcal donde los esquemas de comunicación se repiten unos tras otros Aunque seamos muy feministas, nos encontramos con conductas, incluso nuestras, que responden a nuestros propios procesos de socialización. Vox no ha hecho nada más que despertar todos los latentes: que la igualdad está muy bien pero cuando tengo que elegir entre dar un trabajo a ti o a tu marido, sale el machista que lleva dentro y dice: primero a los hombres. Este es el «American first» de Trump. No hay diferencia. Vox despierta las conductas más primarias y ese machista que llevamos dentro, más o menos desarrollado, que muchas hemos podido combatir con educación y pedagogía de género. Ellos además hacen el contraargumento: «por qué hay que discriminar a los hombres si la política de género discrimina a los hombres y nos meten en la cárcel porque en realidad cualquiera nos puede denunciar”. Esto último lo piensa mucha gente, pero no estamos acostumbradas a que lo dijesen en el espacio público porque está mal visto no ser tolerante. Como el voto es secreto, la gente no se avergüenza al meter una opción política en un sobre porque nadie lo ve: nadie iba a votar a Vox pero resulta que Vox tiene 12 diputados.
Existe una corriente, por parte también de izquierda blanca y hegemónica, que insiste en señalar a los movimientos diversos y de resistencia como el feminismo y el antirracismo, de dividir el trabajo y la lucha de la clase trabajadora. Aunque reconoce el movimiento feminista como poderoso, siente que no sabe traducirse en resultados electorales. ¿Nos vuelven a culpar?
Hablaba de esto cuando hablaba de los clips tradicionales como la ideología o la clase obrera versus la clase dominante, iglesia versus estado, centro versus periferia. Son cuestiones muy clásicas. El feminismo y la igualdad es un tema muy transversal y afecta tanto al centro como a la periferia, al Estado y a la nación, etc. Es más difícil de articular y que de alguna forma tome el protagonismo que necesita tener por la fortaleza de las propias ideas.
Es una doble culpabilidad, claro. Al movimiento feminista, encima, se le culpa por no ser lo fuerte que debería ser cuando a nadie se le ocurriría decirle a un colectivo que pueda ser minoritario, como han sido los negros en EEUU durante un determinado momento: no se les culpaba por no ser fuertes o por no hacer tan presente sus reivindicaciones de igualdad. La sociedad es machista y ser mujer y trabajadora es una doble condición de inferioridad, de ser trabajadora o obrera en el concepto más amplio del término.
Se está culpabilizando al movimiento feminista de no hacerse lo presente que debería. No sé si el colectivo feminista tiene vocación de nacer como partido político en exclusiva, al estilo PACMA, una organización con una temática central. Quizás los partidos de corte clásico tienen la obligación de ir interiorizando este tipo de variables, pero de verdad. Pero no como pancarta o como medida electoral estrella, como las listas cremallera o el cheque bebé, medidas de vanguardia por parte de los gobiernos. Solo con esto, la conquista es pequeñ. Necesitamos una verdadera pedagogía de género y una educación en valores de igualdad.
0 comentarios
Trackbacks/Pingbacks