Una revista parida en el sur, con los aires frescos, reivindicativos, inclusivos, diversos, plurales y feministas de Andalucía, pero sobre todo, con las ganas de visibilizar las historias de personas reales olvidadas en los medios de comunicación y de desgranar el sistema heteropatriarcal que las victimiza y/o criminaliza en la mayoría de los casos. Llevamos por delante la intención de aprender y de empoderar, de denunciar y concienciar sobre las prácticas sexistas en nuestra sociedad, más allá de las fronteras que nos limitan, pero que derribamos con nuestro, y vuestro, mensaje. Para ello, usaremos la  herramienta que mejor conocemos y que pensamos usar para aportar nuestro grano de arena en este duro camino hacia la erradicación total de la desigualdad: la información.Charlatanas hasta por los codos. De las que no se callan ni debajo de agua. Así, somos en el sur y así es este espacio, más anchas que largas y más largas que anchas, donde el periodismo generalista se nos queda corto y vamos más allá con una comunicación que expresa nuestra amplia diversidad lingüística y cultural. Así surge también  la Red Andaluza de Comunicadoras Feministas. ¿Cómo se te que´a el cuerpo?.Y de todo esto, solo pueden salir cositas con ilusión y ganas como La Poderío, que según las vecinas es el empoderamiento feminista en andaluz. Una revista online en la que no se puede tener más resistencia, más lucha, más alegría, más resiliencia, más arte, más vida. En definitiva, más poderío.Las tertulias en los patios, donde hablar de lo que cuesta una barra de pan es hacer economía. Donde entrar con la revista debajo del brazo y el paquete de pipas, es empaparte de cultura. Donde se apoya la cesta llenita de hilos y agujas, y aquí se emprende. Donde se debate, se comparte. Nos quedamos en los patios llenitos de macetas, con olores a puchero, a berza y a lentejas, con la escandalera de unos juegos populares y con la música que sale de los lavaderos en nuestros barrios; rescatamos las historias, el valor y visibilización de unas raíces fuertes, como la hierba buena, que por mucho que la cortes, antes crece y se expande. Y debatimos, nos enfrascamos, resolvemos. Queremos avanzar aprendiendo mientras aireamos temas excluidos de los grandes medios de comunicación y que a nosotras también nos generan controversia. Queremos tenderlos al sol y que les llegue la luz.La Poderío es más que una revista. Es la caja de herramientas, un costurero con todos los avíos para informar, formar y denunciar las violaciones de los derechos humanos, siendo un altavoz feminista y denuncia de prácticas y lenguaje sexista. La Poderío es buena, bonita, barata y local de donde tú quieras, con resistencia a un capitalismo salvaje. Un proyecto orgánico y vivo en continuo movimiento.¿Y qué te vas a encontrar en esta casa? Con las puertas abiertas de par en par, sobre todo, pero también con un poquito de romero “pa´que salga lo malo y entre lo bueno” , así que si no eres bueno, pedimos “güenamente”, que ni te asomes. Traemos de todo, pero a nosotras no nos gusta lo rápido, sino que nos gusta el cocido bien hecho y a fuego lento, por eso el análisis con buenos argumentos para contar las historias que nos rodean en el día a día es lo primero, sin caer en el discurso del qué, cuándo, dónde,…sino en el POR QUÉ. Y como somos clase obrera, de trabajar a desoles, de empezar a andar con el alba, de perseguir los olores del azahar y hasta de sentirnos dichosas cuando nos da alergia la flor del olivo, tenemos unas ilustraciones, fotografías y vídeos que quitan el sentío. Pero no todo va ser trabajar, porque de lo que aquí se trata es de disfrutar, como cuando llegan las fiestas populares del pueblo, nos sentamos en la calle a la fresquita con las vecinas, un perol en el campo con la familia, cuando nos baña el Mediterráneo o el Atlántico, cuando respiramos sur. Y sentirnos bien, autocuidarnos, como cuando nos ponemos el primer trapo que tiene lunares y flores. Ser flamencas, potentes y taconear bien fuerte para que retumbe el mundo. Comunicación con acento y dialecto, con mirada de luceros encendidos, con la cabeza bien puesta y con el corazón y la pluma en la mano.